Islas Naos, Perico y Flamenco deben ser siempre espacios libres

Calzada de Amador, que une tierra firme (al fondo) con las islas Naos, Perico y Flamenco en la ciudad de Panamá.

Lo mejor y casi lo único bueno que han hecho, más allá de la defensa de los intereses de sus bolsillos, la Asociación de Empleados de la Universidad de Panamá (ASEUPA) auspició la destrucción de una abominable garita que pretendía restringir el paso, a visitantes, que no «consumieran» en los locales de la isla Flamenco. Esta acción de martillar este símbolo del apoderamiento de los bienes públicos fue excelente y así todas las garitas deben ser eliminadas, ya que estas tierras fueron recuperadas para el mejor uso colectivo posible y no para para el negociado de los que nunca les ha importado este pueblo panameño.

Esta semana hemos escuchado que se pretende proseguir las «investigaciones» para encausar a los destructores de la garita de la Isla Flamenco. Así le paga el diablo a quien bien les sirve. Eso le queda de experiencia a ASEUPA, que se alineó como cordero a Héctor Alemán con el SI a la ampliación.
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Almanaque azul recoge algo de este tema:

Tres islas, Naos, Perico y Flamenco, unidas por una calzada, construida con material extraido durante la construcción del canal. Probablemente la más bella área pública de la Ciudad de Panamá. Con camino para bicicletas, restaurantes, bares, marinas para yates y un centro de exhibiciones marinas. Una playa, La Playita, con restricción de acceso.

Pasó a Panamá de manos gringas a finales de los 70 y hoy el área es sujeta a intenso y poco regulado desarrollo, que posiblemente exceda la capacidad de carga de la infraestructura actual.

En enero de 2004 un grupo de personas fueron y destruyeron la garita y las barreras que los desarrolladores de isla Flamenco habían puesto para cobrar la entrada. Desde entonces isla Flamenco es otra vez libre.
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En el foropanama está una breve historia de lo que ocurrió en ese momento:

Aunque esta garita ya tiene alrededor de un mes un funcionamiento, no deja de llamar la atención acontecimientos que giran alrededor de ella.

Para los que no saben de lo que hablo, para entrar a la última Isla en el Coastway (o Causeway) hay una garita que te da un tiquete. Ese tiquete sí consumes en algunos de los locales, te lo poncha, pero sí sólo quieres entrar para pasear o simplemente dejar a alguien, debes pagar $2.00.

O sea, la mayoría de las personas que iban hasta Flamenco para disfrutar del paisaje, el aire fresco y ver los barcos, ya no pueden hacerlo, a menos que estén de acuerdo con pagar sus $2.

Muchas personas ante esta acción arbitrarea, alzaron su voz de protesta y hace poco la Junta Directiva de la ARI resolvió de que esa garita es ilegal y ordenó su remosión.

Pero el día de ayer RCM hizo una investigación y pudieron comprobar de que la garita sigue funcionando como si nada y al parecer tienen el visto bueno del nuevo Administrador de la ARI, Julio Ross Anguizola.

Según las bolas o cocoas, lo podrían remover de su puesto por pasar por encima de lo ordenado por la Junta Directiva.

Ojalá sea pronto. Sí de verdad quieren hacer una «patria nueva», deben poner el ejemplo tanto con los peces chicos (el humilde trabajador destituido en un ministerio por pedir una coima), tanto con los peces gordos (Julio Ross).

Más datos

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ARI insiste en ilegalidad de garita en Amador. … a las personas que destruyeron parte de la garita ubicada en la entrada de la isla Flamenco, en Amador, … – Páginas similares

CRITICA EN LINEA: al cierre
ARI no autorizó construcción de garita en proyecto Isla Flamenco … no aprobó la construcción de una garita a la entrada a la Isla Flamenco en Amador, …


En primer plano la Isla Flamenco, densificada en su entrada, con rellenos que le quitan belleza y encanto. Si nos descuidamos nos transforman estas islas en la Paitilla de Amador.

Panameños contaminan playas y costas

Instamos con vehemencia a que seamos ciudadanos ejemplares en la defensa de la belleza, los valores paisajísticos y ecosistémicos de nuestras playas. Por favor cuando vamos a una playa llevemos una bolsas para recoger nuestra basura un poquito más de la que encuentran en el área. Tampoco permitamos edificaciones que se roban los espacioes públicos y la belleza escénica en la servidumbre de las playas, que afean y además, afectan el usufructo de un patrimonio común de todos los panameños: la playa.
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La basura más común encontrada en las playas del país son los plásticos (un 55%), le siguen el «foam», el hule, el vidrio, el papel, la madera y la tela. La situación resulta insostenible, especialmente en la provincia de Panamá, donde cada año se arrojan más de 70 mil libras de desechos a sus costas, sin contar las aguas negras, causando mal aspecto al paisaje.

No obstante, la capital panameña vive un contrasentido: «vende» su peor imagen en momentos picos del negocio de bienes y raíces. Sin embargo, los espectaculares precios que se están pagando por el metro de construcción en la Avenida Balboa contrasta con los elevadísimos niveles de contaminación de sus aguas. Y aunque los malos olores no se imprimen en las tarjetas postales de promociones turísticas, sí se graban para siempre en la memoria de los visitantes.

Fuente: Epasa, 6 sep. 2001

Para los que están invirtiendo en el sector, muchos de ellos extranjeros que buscan vista a la Bahía y la cercanía a las costas del Pacífico, la pregunta es: ¿Aguantará el negocio si seguimos acabando con la calidad de vida? Todos sabemos que no. No hay que ser un soñador ambientalista para advertir que si dañamos este valor agregado (costas y playas) el negocio fracasará o, por lo menos no prosperará.

La oleada de crecimiento urbanístico esta siendo acompañada por un peligroso proceso de degradación ambiental. La planificación urbana, que el sector vivienda (Ministerio y municipalidades) debió asegurar en el país para permitir un entorno ambiental aceptable para la vida citadina, ha quedado rezagada ante la celeridad de la expansión urbana.

Los panameños estamos advirtiendo ya la crítica contaminación por ruido, polvo, cemento, basura industrial, carga de materia orgánica en las aguas, que atentan contra la seguridad sanitaria de los capitalinos. Los desperdicios, la contaminación y el desordenado patrón de crecimiento urbano, tendrán un alto precio en calidad de vida. Empecemos por educar más y mejor, pero también en castigar severamente a los que contaminan y ensucian.

Fuente: Editorial, El Panamá América 23 de noviembre de 2006.