El agua potable en Panamá

La presión del agua   El país goza de una riqueza que en otras latitudes del mundo es escasa: recursos hídricos. El mal uso y la falta de protección la ponen en peligro

JOSÉ ARCIA

jarcia@prensa.com

La Prensa | David Mesa

PARADOJA. En Las Garzas, en el corregimiento de Pacora, el agua potable es almacenada en recipientes por la falta del servicio. La Potabilizadora de Pacora se encuentra a pocos kilómetros de distancia.

La Prensa | Bernardino Freire

CONSUMO. La Potabilizadora de Miraflores inició operaciones el 14 de marzo de 1915 y produce 48 millones galones de agua.

La Prensa | David Mesa

PLANES.80 millones de dólares es la inversión requerida para reducir a la mitad el número de personas que no tienen acceso al agua potable.

Panamá es clasificado por la Organización Meteorológica Mundial como una nación con pocos problemas de escasez de agua. 500 ríos (350 en el litoral Pacífico y 150 en el Caribe) y 52 cuencas hidrográficas nos colocan como el segundo país, después de Nicaragua, con la mayor disponibilidad hídrica de Centroamérica.

Sin embargo, el mapa hídrico panameño está en el ojo de la tormenta. Muchos sectores están sedientos de agua potable y la contaminación amenaza la preservación del recurso.

En estos momentos el país navega contra corriente para cumplir en 2015 con las Metas del Milenio establecidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Según el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) se requieren 161 millones de dólares para que Panamá cuente con un sistema de saneamiento básico y se reduzca a la mitad el número de personas sin acceso al agua potable.

Actualmente el 11% de la población carece del servicio de agua potable y un grupo que fluctúa entre 27% y 35% le llega el líquido interrumpidamente. Aunque existen iniciativas para mejorar ambos aspectos, por debajo del puente deberá correr mucha agua antes de que se logren avances significativos.

Corregimientos como Las Mañanitas y Pedregal en el distrito capital son abastecidos de agua potable a través de carros cisterna, y en algunos sectores del corregimiento de Bethania, el agua llega a cuentagotas, pues la falta de presión impide contar con el vital líquido durante todo el día y parte de la noche.

Todo ello ocurre en el país que albergará los futuros rascacielos de la región y que discute la ampliación del Canal, cuyo funcionamiento depende de la disponibilidad de agua.

El director del Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan), Juan José Amado, espera inaugurar lo antes posible la ampliación de la planta potabilizadora de Chilibre para “complementar las necesidades de la capital”.

Al mismo tiempo trabaja en la instalación de acueductos en el interior del país, en donde el problema de la no protección de las tomas de agua ha generado la contaminación física y biológica del líquido, señala un informe de la Asociación Mundial de Agua, capítulo de Centroamérica.
La gota fría

Para el cumplimiento de las Metas del Milenio, Amado consideró que las primeras soluciones vendrán con el arranque de las 6 nuevas bombas de mil 775 caballos de fuerza que impulsarán las aguas de la Potabilizadora Federico Guardia de Chilibre con destino a los habitantes del distrito capital.

La semana pasada se había previsto hacer las primeras pruebas, pero se aplazaron por razones técnicas.

El plan de Amado consiste en que cuando la planta de Chilibre inicie operaciones con su nueva capacidad, el agua que produce la planta de Miraflores –que actualmente se utiliza para el centro de la ciudad – satisfaga la demanda en el distrito de Arraiján. A su vez la planta de Laguna Alta, en Nuevo Emperador de Arraiján, será utilizada únicamente para abastecer al distrito de La Chorrera.

Amado reconoce que aún queda mucho por hacer. Se debe mejorar el sistema de tratamiento de las aguas que ha sido descuidado, al punto que en la ciudad capital se combinan las aguas pluviales con las aguas servidas.

La esperanza de cambiar la realidad está en el plan de saneamiento de la bahía de Panamá, dijo. Habla de 50 millones de dólares, de los 350 millones que se invertirán en el proyecto, que se destinarán para la ampliación y rehabilitación de la red de alcantarillado en el distrito capital. El proyecto también estipula unir las recolectoras con la red de alcantarillado para impulsar el agua servida a la planta de tratamiento que será construida en el corregimiento de Juan Díaz.

Para las áreas rurales donde no hay un volumen suficiente de aguas servidas que justifique la instalación de una planta de tratamiento, como las que se instalarán en las áreas urbanas, se utilizará el método de laguna de oxidación.

En Panamá, como en el resto de la región, la principal fuente de contaminación es el agua residual doméstica, le siguen los desechos de la agroindustria y los sedimentos que se producen por el arraste del suelo a causa de los efectos de la erosión.

Se estima que la actividad industrial que se desarrolla en la región arroja anualmente unas 44 mil toneladas de contaminantes orgánicos a los cauces de los ríos del litoral Pacífico.

¿Y la conservación?

El reto no es solo proveer a la población de agua potable, sino también garantizar la calidad del líquido.

Con excepción de las provincias de Panamá y Colón, que se abastecen de agua de los lagos, en el resto del país las principales fuentes para el consumo humano son los ríos, los más vulnerables a la contaminación.

El río La Villa – toma de agua que abastece las áreas urbanas de las provincias de Los Santos y Herrera– y el río de David ya son considerados una “cloaca”.

En la provincia de Panamá el temor se centra en el lago Gatún, lago Alhajuela y río Pacora, que abastecen a la población capital.

Aunque estos cauces presentan excelente calidad de agua cruda, en sus riberas se han establecido poblaciones sin sistema de saneamiento adecuado y se han desarrollado actividades como la ganadería y porquerizas que amenazan contaminar el agua con residuos orgánicos.

La Autoridad del Canal de Panamá (ACP) por su parte, destina de 5 a 6 millones de dólares anuales en la protección de la cuenca hidrográfica del Canal, que es alimentada en su mayor parte por el río Chagres, que ha jugado un papel importante en la navegación panameña desde los tiempos de la colonia.

Los proyectos de la entidad incluyen, un plan de educación en manejo ambiental en las escuelas de las comunidades ribereñas y proyectos de reforestación, entre otros.

Para el biólogo Ariel Rodríguez detrás de ese plan de conservación existe una contaminación de la cual la ACP “muy poco habla” y que proviene directamente del funcionamiento del Canal.

Rodríguez, también profesor de la Universidad de Panamá, se refiere a la salinización de la represa de Miraflores y del mismo lago Gatún.

En sus manos tiene un estudio que se realizó en 1972 que arrojó cero sal en el agua. Ahora, 30 años después, estas fuentes hídricas presentan hasta 2.2 gramos de sal por cada litro de agua.

Ello significa que están transformando un ecosistema de agua dulce en agua salada. De hecho, dijo, los últimos estudios que se han realizado determinaron que en el lago Gatún habitan peces marinos. “Están manteniendo la cantidad, pero no la calidad del agua”.

Marylin Diéguez, supervisora de Calidad de Agua de la ACP, dijo que la entidad tiene 62 sitios de monitoreo para supervisar la calidad y cantidad del agua de la cuenca. Además de supervisar las fuentes hídricas la institución mantiene proyectos de conservación en las áreas boscosas.

Para Rodríguez lo peor está por venir. Con la ampliación de la vía interoceánica esta introducción de sal puede aumentar. Si la ACP no es cauta, el agua de Miraflores no podrá utilizarse para el consumo humano. Enfatiza que en los estudios de ampliación de la vía, la ACP menciona que puede haber introducción de sal al lago, pero no define qué medidas se presentarán para mitigar el problema.

Sin embargo, Diéguez consideró que el nuevo proyecto apunta a hacer más rigurosa la protección y conservación de la materia prima del Canal: el agua.

La ACP gasta 52 millones de galones de agua en cada esclusaje y diariamente realiza entre 37 y 42.

El paso de barcos por la vía acuática le ha representado al Tesoro Nacional aportes directos por mil 874 millones de dólares e indirectos por unos 676 millones de dólares durante los últimos seis años.

Si bien, el tránsito de embarcaciones representa el mayor negocio de la ACP, la entidad también administra el mercado de venta de agua potable.

Bajo su responsabilidad está la planta de Miraflores y Monte Esperanza en Colón que generan al día 83 millones de galones de agua potable que son comprados por el Idaan entre 0.67 a 0.69 centésimos por cada mil galones.

Recientemente la ACP y el Idaan suscribieron un acuerdo que establece inversiones por 30 millones de dólares para ampliar la capacidad de la planta de 48 millones a 72 millones de galones de agua potable. El proyecto consiste en la instalación de nuevos procesos de potabilización de agua y la instalación de tuberías de transporte de agua cruda, entre otros planes.

Turbio panorama

El agua se torna más turbia al analizar las fuentes hídricas del resto del país. Uno de los principales problemas que está secando las fuentes de agua es la deforestación. En 100 años de República los panameños han destruido 29 mil kilómetros de bosques, lo que representa más de un tercio del territorio nacional, según datos de la Autoridad Nacional de Ambiente (Anam).

En los últimos seis años el país ha hecho esfuerzos para conservar las condiciones de las fuentes hídricas. Los primeros pasos firmes se dieron en 1998 con la aprobación de la ley general del ambiente que creó la Anam y que establece el estudio de impacto ambiental como requisito fundamental para la aprobación de cualquier proyecto que se desarrolle en el país. Aunque en algunos casos la entidad ha sido cuestionada por aprobar estudios de proyectos, que según los ambientalistas, atentan contra el ecosistema. Las medidas de conservación han sido en el orden de renovar la cantidad, pero no la calidad del líquido, dijo Rodríguez.

En medio de preocupaciones y abundancia de recursos hídricos, el país se prepara para desarrollar el mercado hidroeléctrico. A principios de año el presidente de la República, Martín Torrijos, anunció la construcción de una hidroeléctrica en el río Changuinola en la provincia de Bocas del Toro a un costo de 320 millones de dólares que, según dijo, producirá “energía más barata”. La Anam, por su parte, en los últimos 12 meses ha aprobado 18 estudios de impacto ambiental para proyectos hidroeléctricos que en términos de inversión alcanzarían mil millones de dólares.

Los recursos hídricos del mundo son el principal activo para la supervivencia y para el desarrollo sostenible en el siglo XXI. “Juntos, tenemos que administrarlos mejor”, fueron las palabras del director general Kofi Annan el 22 de marzo del 2005, en la celebración del Día mundial del agua.

Las medidas del Idaan

El Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales recauda anualmente 72 millones de dólares por el servicio de suministro de agua potable y al mismo tiempo tiene un déficit de 7 millones de dólares.

La institución gasta cerca de 3 millones de dólares anuales en la contratación de carros cisterna para el suministro de agua potable. También le paga a la empresa Biwater, la misma que construye la ampliación de la planta de Chilibre, 5 millones 700 mil dólares por la instalación y lectura de los medidores.

Entre los proyectos que buscan optimizar la institución está el de realizar un estudio tarifario para hacer más equitativo la aplicación del monto que deben pagar los usuarios. La tarifa mínima es 6 dólares con 25 centésimos.

El estudio será pagado con un fondo de 5 millones de dólares proveniente del proyecto del saneamiento de la bahía.

La institución también contempla un plan de educación a la población para el uso racional de líquido. El consumo per cápita de agua es de 125 galones por día.

Ver además: Informe del Estado del Agua en Panama en el quinquenio 1999-2004

Fuente: La Prensa, (Martes Financiero) 27 de junio de 2006

Alexandra Cousteau no fue atendida por el Presidente Torrijos

El presidente de la República, Martín Torrijos, se fue ayer a Texas sin recibir en Palacio a Alexandra Cousteau, la defensora de los recursos marinos que lleva pidiendo audiencia oficial desde hace semanas.

El gesto es significativo porque el mandatario ha recibido múltiples mensajes de organizaciones de peso científico y ambientalista pidiéndole que reconsidere la posición del Gobierno de autorizar la captura de delfines en aguas panameñas. Lo que está haciendo Torrijos, con la inestimable ayuda de la flamante Autoridad de los Recursos Acuáticos, el silencio de la Anam y la oposición del 82% de los panameños, golpea la política de desarrollo sostenible del país.

Mientras, el que entendió el mensaje popular y aprovechó la oportunidad es el alcalde Juan Carlos Navarro, que llegó a insinuar que hay coimas enredadas en el asunto del delfinario de San Carlos y se comprometió a salir a defender los recursos acuáticos de Panamá. Hay algo extraño en todo esto y Torrijos debería, como mínimo, dar la cara.

Fuente: La Prensa, 28 de febrero de 2007