Telebasura: la televisión en Panamá

 

EDUCACIÓN DE LOS NIÑOS Y LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL .

Telebasura

Rodolfo Bundy Grajales

Leí con sorpresa la semana pasada cómo en EU las autoridades reguladoras del sector, multarán a la cadena Univisión por incumplir con el requisito de transmitir tres horas semanales de programas educativos dirigidos a los niños. Se imaginan, solo tres horas a la semana y aún así incumplieron declarando que consideraban las telenovelas como programas educativos. Sería interesante escuchar su definición de «educativo», pues muchos coincidiremos en que las telenovelas no tienen nada que las relacione con el concepto, que de acuerdo con el Diccionario Larousse se define como: «acción o conjunto de ellas destinadas a desarrollar en la persona su capacidad intelectual, una determinada facultad o el carácter». No puedo dejar de pensar que de plano, las tres horas que establecen como mínimo son insignificantes si consideramos la cantidad de horas que nuestros hijos pasan hoy en día frente a las pantallas de televisión.

Afortunadamente, los que podemos contratar el servicio de televisión por cable tenemos la posibilidad de que nuestros hijos tengan acceso a otro tipo de programación, ¿pero qué ocurre con el resto de la población, que es mayoría? Algunos dirán que hay un canal público de programación infantil, pero si consideramos que en la mayoría de los hogares humildes con niños solamente se cuenta con una televisión y la persona que permanece con ellos en el hogar mira las telenovelas, es lógico deducir que los niños también. Lamentablemente, los que hemos observado los canales supuestamente dirigidos a niños, hemos comprobado que no todos los programas y cómicas que transmiten son adecuados para los niños, muchos contienen un lenguaje y temas inapropiados que debemos controlar de alguna manera.

¿De qué puede conversar en la escuela ese niño o niña al día siguiente? Del beso apasionado y la escena de semidesnudo, que la esposa del protagonista tiene amoríos con el vecino, que la malvada suegra le hace la vida imposible a su nuera, que el compañero de trabajo de la heroína miente acerca de ella para que la boten del trabajo… en fin, los mismos argumentos atroces de siempre. ¿Eso es lo que queremos para nuestros niños y niñas? Algunos pensarán que estas cosas pasan en la vida real y es mejor que se vayan enfrentando a la realidad. Triste argumento, pues a esas edades los niños van acumulando una serie de valores y experiencias que moldean su personalidad y es posible que al entrar en contacto con estas conductas a tan temprana edad no tengan la capacidad de diferenciar la realidad de la ficción y puedan asumir que son modelos válidos y lo peor, acostumbrarse a ellos y emularlos.

Todos algún día nos hemos topado con niños y niñas que al hablar nos dejan asombrados por el contenido y modo adulto en el que hablan, pues no es acorde con su edad; si averiguamos un poco acerca de sus hábitos y entorno encontraremos que están expuestos de una forma u otra a este tipo de situaciones. Vivimos en un mundo tan desenfrenado que ya de por sí es difícil controlar el acceso y exposición que nuestros niños y niñas tienen a ese tipo de situaciones y contenidos en el diario bregar, pero la situación empeora cuando somos bombardeados a toda hora con telenovelas y sus avances explícitos, y no hay autoridad alguna que haga algo ahora con el asunto de la autocensura. La pregunta del millón: ¿Quién le pone el cascabel al gato?

El autor es ingeniero náutico

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