Asumimos que don Arturo, escribió este artículo de buena fé, aunque tiene prejuicios obvios contra los ecologistas. Para estas personas, el ecologista es un loco, pero lo que no terminan de decir, que son locos que casi siempre tienen la razón y eso se da justamente porque los ecologistas no son caprichosos, ni irresponsables. Justamente la responsabilidad no les permite ceder ante absurdas y burdas pretensiones.
Para don Arturo y mucha gente que no analiza mucho lo que dice y escribe, no se ha percatado que los delfines
Le recordamos que los delfines no son perreras, ni son zoológicos, ni hipódromos, ni refugio de animales silvestres lastimados. No. Los delfinarios son un cárcel para las criaturas más nobles del planeta Tierra. Sólo hay que ve su nobleza, cuando son capturados en Japón cada año para abastecer los delfinarios del mundo con nuevos individuos. Los cazadores, se introducen en medio de las manadas de estos animales, que están en pánico, agobiados, malheridos, estresados y no son atacados por éstos (http://www.glumbert.com/media/dolphin).
Al tratar de mezclar peras con nueces, o sea, hipódromos y zoológicos con delfinarios, es desinformar. Le recuerdo que los caballos de hipódromo, son mejor cuidados que millones de personas en este planeta. Tienen médico de cabecera y dietas con suplementos y cabinas con aire acondicionado; por otro lado los zoológicos no tienen animales y plantas para utilizarlos como mascotas. Su función es científica y social necesaria. Los delfinarios son cárceles que no protegen nada, y que simplemente explotan la inteligencia manifiesta de los delfines para lucrar con ellos. Si los delfines necesitaran estar en cautiverio (que no es el caso), para proteger la especie ante un inminente peligro, estarían en zoológicos justamente.
Hay una diferencia que no se puede ni comparar, entre la función de un zoológico y la de un delfinario como los pretendidos por Ocean Embassy. Por otro lado, las perreras, nacieron para proteger los derechos de los perros, no para explotarlos.
Polémica por delfines
Arturo Rebollón Hernández

Ingeniero civil
CUÁNTOS PANAMEÑOS hemos visto delfines vivos en su hábitat natural? O en cautiverio? Estoy seguro que no pasamos del 1%. ¿Cuántos sólo los hemos visto en televisión y no hemos podido apreciar todas esas características fabulosas de las que se alega son poseedores?
Arriesgándome a ser catalogado antiecológico por los ambientalistas sublimes y extremistas, a mí sí me gustaría que muchos panameños pudieran ver de cerca tan magnífico animal, que pudieran ser instruidos acerca del mismo, en su hábitat natural y/ o en uno artificial; conocer su inteligencia, habilidades, historia, y los cuidados que requiere.
En este país nadie puede amar y disfrutar la naturaleza más que yo. Es inevitable para mí sentir admiración por la belleza de una simple planta o de un animal; maravillarme con la naturaleza, ¡ni siquiera la nieta de Jacques Custeau lo disfruta más!
La Ecología es la ciencia que estudia la relación armónica del hombre con su medio ambiente, entendiendo que la armonía con la naturaleza y la preservación del hábitat natural de animales y plantas es lo que contribuirá, por ende, a conservar el de los humanos.
La armonía entre los hombres, los animales y las plantas viene del conocimiento que tengamos de los mismos, de cuáles de nuestras acciones deterioran su ambiente y, como consecuencia, el nuestro.
Estimo que, a la postre, puede resultar más beneficioso para los delfines que nadan libremente por nuestras aguas, que los conozcamos mejor, que los amemos, que aprendamos a cuidarlos, que se nos instruya cómo poder verlos en su ambiente natural.
Qué bello sería que de concretarse el delfinario en San Carlos, los ecologistas que lo adversan tuvieran un puesto permanente de instrucción y educación, y que se encarguen de verificar las condiciones en que se mantienes los delfines en ese sitio.
Eso haría de este proyecto algo único en el mundo, con posibilidades ilimitadas. Que permitan las giras gratuitas o subsidiadas de todos los colegios públicos del país, para llevar esos conocimientos a donde jamás llegarían de otra forma.
Lo ideal sería poner al alcance de los niños, nuestra nueva generación, todos estos conocimientos. Esto tendría más repercusiones en el bienestar de estos animales que el no tocarlos, dejarlos en su ambiente donde el pueblo no puede tener contacto dirigido ni tomar conciencia de que somos una criatura más del universo y que lo que hagamos en contra de ésta u otras especies, y de la naturaleza en sí, se revertirá afectándonos.
Y si continuamos contaminando los mares, y seguimos con las prácticas de pesca destructiva, pagaremos caro esta intromisión en el mundo natural.
Para ser consistentes, al oponerse a la creación de este delfinario en San Carlos, los ecologistas sublimes tendría que oponerse, con la misma vehemencia, a todos los centros de este tipo que hay en el primer mundo, así como los zoológicos, los hipódromos, las perreras, y otros refugios de animales.
Lo que sí requiere modificación es la norma que permite la captura de los delfines, ya que la misma, maliciosamente, deja la puerta abierta para realizar esa actividad de manera permanente -y no sólo los que se necesitan para este delfinario-; y en la que se podría amparar un lucrativo e ilegal negocio de trata de animales.
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Animales en cautiverio
Los seres humanos son la única forma de vida en la Tierra, cuyas acciones y actividades producen un impacto en todos los demás organismos del planeta.
Como miembros del planeta, los seres humanos muchas veces deben tomar decisiones que afectan a las demás formas de vida.
Cualquier decisión que favorezca a otra especie se toma, en ocasiones, a expensas de otros. Por los tanto, para tomar la mejor decisión posible, es necesario adquirir todo el conocimiento que se pueda acumular sobre otras especies.
Es ingenuo y poco realista pensar que podemos aprender y comprender otras formas de vida sin poner a dicha especie en ambientes de cautiverio y laboratorios.
El cautiverio no solo nos permite estudiar algunos aspectos de estas especies que serían imposibles de investigar en su medio ambiente natural, sino que además le da la oportunidad a los seres humanos de acercarse a estas especies que crean empatía, preocupación y apreciación que de otro modo no podríamos obtener.
Solamente cuando los seres humanos comprenden completamente a otras especies, es cuando pueden tomar decisiones juiciosas que beneficien al medio ambiente y a sus habitantes.
Las decisiones tomadas en el contexto de la ignorancia no solo son equivocadas, sino que pueden tener impactos negativos serios sobre nuestro planeta.
Citó a Cetáceos en Cautiverio por el Dr. Jim McBain: “Aquellos que pelean para eliminar el cautiverio de delfines y ballenas tratan de acabar con las mismas instituciones que los llevaron al nivel de conocimiento y compasión que los obliga a buscar su destrucción”.
Jim Antrim
Ex vicepresidente de Operaciones Zoológicas Sea World, Inc. y ex presidente del Alliance of Marine Mammal Parks & Aquariums de los Estados Unidos.
Este artículo es totalmente manipulador, lanzado a la opinión pública incauta. No es cierto que el conocer sobre una especie es garantía de su bienestar. Esa premisa, ni siquiera el hombre la aplica a sus propios congéneres.
Quien ha vivido de exigirle piruetas a un delfín a cambio de pescados congelados no tiene moral para avalar esta atrocidad hacia los delfines que pretende Ocean Embassy en Panamá.
Lamentamos que el Panamá América, se esté prestando al juego de relaciones públicas de OE para confundir a la opinión pública con supuestas bondades de un negocio verde, pero verde de dólares.
Burica Press
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