A continuación un extracto del artículo Un paso al frente, que recoge el liderazgo ambiental femenino en Panamá.
Burica Press
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ESTA SEMANA
Un paso al frente
Del anonimato social saltaron a las primeras planas de los medios de comunicación, al tomar una decisión que las llevó a comandar un grupo civil con unas metas establecidas. Cada día son más las mujeres que se vinculan, con paso decidido, en el activismo y la responsabilidad civil.
LINETH O. DEL CID T.
En cada época la figura de una mujer se ha convertido en estandarte para defender una causa. Quién no recuerda a la Princesa de Gales llevando sobre sus rubios cabellos un casco protector, mientras recorría un terreno recién limpiado de minas personales. O más recientemente la osadía de la joven paquistaní Mukhtar Mai, quien luego de sufrir una violación colectiva interpuso ante los tribunales la denuncia, logrando una sentencia condenatoria para sus seis agresores. Recibió una indemnización con la que construyó una escuela para apoyar a las mujeres.
El nombre de una mujer lidera en varios países luchas sociales y civiles, así como ambientalistas. ¿Qué mueve a una mujer, profesional o ama de casa, a aceptar un reto, a ser portavoz de una lucha y animar, con su entrega, a otras tantas mujeres que ven en ese paso al frente, una reivindicación al papel femenino en el mundo? Buscamos la respuesta en tres mujeres panameñas.
Palabras similares
Según datos oficiales, el activismo cívico y social tiene poca relevancia en la sociedad panameña. Una actitud a la que podemos dar respuesta con cientos de motivos, pero que afortunadamente, en dosis pequeñas, por ahora, está sufriendo valiosos cambios.
La convocatoria para una cadena humana, sea un asunto ambientalista o urbanístico, logra romper la rutina de panameños y panameñas, quienes llegan al punto de reunión y, sin conocerse, unen sus manos para expresar su aceptación o rechazo a una propuesta gubernamental o empresarial.
Muchas de estas protestas pacíficas y con una meta precisa son organizadas por mujeres, como Raisa Banfield y Laurie Batista.
Las dos se declaran apolíticas, comprometidas con la comunidad y siempre listas para tomar la batuta de un próximo proyecto. Banfield y Batista aceptan que no se sienten líderes o heroínas, más bien mujeres que vieron un problema o una situación y aceptaron hacerse responsables, además de animar a otros a formar comunidad alrededor de este.
También reconocen que el triunfo del movimiento civil no es solo de ellas. Cada una tiene una lista de nombres de muchas personas que ofrecieron lo que tenían a mano para estimular y motivar a un sector a participar. Raisa Banfield, defensora del Parque Nacional Camino de Cruces, en 2003, apunta que lo importante es ‘dar lo que tenemos, cada uno tiene un papel protagónico, hay uno que escribe, otro analiza o escucha, aquello que puedes dar es lo más valioso para la lucha’. Para Laurie Batista, comprometida con impedir la caza de delfines en Panamá desde enero de 2007, el primer nombre que menciona entre quienes participan en esta lucha es el de su amiga Jessica Bolaños, ‘quien ha creído en mi posición, además de todos los estudiantes de la Facultad de Biología’.
> Cada lucha
No se vende. Raisa Banfield, arquitecta de profesión, se convirtió en vocera de un grupo de ciudadanos que vio en un proyecto urbanístico la destrucción de un invaluable bien ambiental, como es el Parque Nacional Camino de Cruces, en el año 2003.
Para la arquitecta, el que ella haya sido más conocida a raíz de esta defensa se debe a que ante el proyecto de ‘compra de bosques del Parque Camino de Cruces, los vecinos, la comunidad, se agruparon para defender un patrimonio nacional’, y al ser de interés nacional ‘trascendió’.
Se recuerda en sus primeros años con sus amigos del barrio y luego en la universidad ‘con una inquietud de transmitirle a ellos que existía algo más allá de lo que veíamos. De construir un mundo mejor y unido, así como vivir por un ideal grande’. Asegura que en cada ámbito en que se ha movido siempre ha encontrado una razón para ‘trascender de mis intereses particulares’.
Defensa ecológica. Laurie Batista es el más reciente rostro al frente de una lucha ecológica. Esta estudiante de Biología, de la Universidad de Panamá, encontró en la aprobación de una ley la autorización para capturar delfines y su espíritu ciudadano se activó.Hace dos años se iniciaron los trámites para un delfinario y ante la falta de voces en contra, Batista decidió tomar la batuta. A sus 19 años, cursando segundo año de Biología, se sintió ‘responsable’, más al ver que sus compañeros universitarios están ‘tan metidos en la investigación y no tienen una parte activista’, un rasgo que acepta Batista muy de ella, pues ‘digo las cosas cuando son necesarias. Estoy atenta a los problemas ambientales para dar mi opinión’.
Le molesta la actitud de ciertas personas mayores ‘que no ponen de su parte cuando llega un problema ambiental. El problema del delfinario tiene más de dos años y nadie hacía nada. Entonces pensé ¿yo con 19 años debo sentirme incapaz de hacer algo?, y encontré en mi amiga Jessica Bolaños un gran apoyo para iniciar la lucha’. Como es habitual en una líder, Batista reconoce que sin el apoyo de los miembros del Grupo Activista Ambiental, en su mayoría estudiantes de biología, no lograría nada.
Un equipo, una meta
Para Lauri Batista, la lección más importante de este activismo ambiental es ‘nunca esperar a que otros hagan algo. Si te sientes con la capacidad de hacerlo, entonces hazlo. Si nadie te sigue, no importa. Debes creer en lo que piensas y no dejarte intimidar por alguien mayor que tú con pensamientos diferentes al tuyo. Se deben apoyar los eventos ambientales, sin importar la edad, creo que es mucho mejor comenzar [el activismoI desde temprano’.
Para Banfield y Batista, el ciudadano no debe esperar a que las instituciones, ya sean gubernamentales, empresariales u otras ONG, sean las que tomen la iniciativa.
‘Cuando no eres indiferente a los problemas, a situaciones, esa reacción a la indiferencia es la que te lleva a hacer un frente. Tal vez no siempre de una manera pública o notoria, como fue en mi caso, y es necesario ahí donde uno se mueve, sean las cuatro personas de la oficina, no ser indiferente ante los problemas o las situaciones que se te vienen encima. El trabajo en equipo, en unidad, es la verdadera razón de la fuerza’, explica Raisa Banfield.
Apoyo incondicional
Para Banfield el apoyo de su familia, el esposo y los hijos es vital para entregarse de lleno a una lucha cívica y ciudadana. ‘El apoyo de mi esposo, de mis hijos, es valioso, pues sacrifican muchas horas de ausencia mía, pero son felices, [se sientenI realizados y orgullosos de lo que hacemos juntos como familia, pues es un trabajo de equipo’, dice Banfield.
No obstante, resaltan que el apoyo no les venía solo de los allegados. Banfield resalta que la unidad con otras personas ‘totalmente desconocidas, es lo que enriquece la lucha, es la comunión de ideas y el aporte que se entrega para echar hacia delante, es la razón de la fuerza del equipo y por ello, nunca el triunfo es a nivel personal, más bien es un trabajo en equipo’.
Fuente: Ellas Virtual, La Prensa, 30 de marzo de 2007
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