Tesoro para cuidar
Diversos ecosistemas peligran en Bocas del Toro por la falta de ordenamiento y planificación. La desmesurada fiebre urbanizadora pone en peligro su verdadero tesoro natural.
Cortesía Ariel rodriguez vargas |
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Pisos altitudinales de la Reserva de la Biósfera La Amistad Panamá. Desde el nivel del mar hasta las máximas alturas de la Cordillera Central de Panamá, incluyendo el Volcán Barú |
Alejandro Balaguer
Especial para La Prensa
vivir+@prensa.com
En la provincia de Bocas del Toro y en la Comarca Ngöbe Bugle, bosques intactos forman una avenida verde y prístina –la Reserva de Biosfera de la Amistad– surcada por caudalosos ríos que permiten la multiplicación de una biodiversidad única.
Se trata de un gran área conectada que forma un corredor biológico altitudinal, uniendo las áreas protegidas de La Amistad, Palo Seco y San San Pond Sak; igualmente, por el otro lado, baja desde la cordillera de Talamanca por la península Valiente hasta los humedales de Damani, conectándose eventualmente con los arrecifes de los archipiélagos bocatoreños y el área protegida de isla Bastimentos. Es importantísimo conservar esa conectividad –advierte George Hanily, representante de la organización conservacionista The Nature Conservancy en Panamá–.
Foto: Ariel Rodríguez, Universidad de Panamá
Desde la costa caribeña hasta las alturas del volcán Barú, este corredor es la mayor reserva hídrica del país; de gran importancia; pero es también un paraíso en riesgo ante el avance de urbanizaciones para el sobredimensionado turismo residencial.
El Parque Internacional La Amistad tiene la cobertura boscosa de tierras altas más grande de Centroamérica; el área protegida Palo Seco es una necesaria zona de amortiguamiento para ayudar a proteger La Amistad, los humedales de Damani y San San Pond Sak, que todavía albergan especies como el manatí y algunas especies de aves que no se registran en otras áreas.
Sin embargo –la devastación de ecosistemas completos continúa–, alerta Eligio Binns, alcalde de Bocas del Toro, al referirse a las consecuencias de un crecimiento urbano desordenado y sin planificación.
Se ven manglares que van desapareciendo, áreas de humedales que se transforman por canales y drenajes. En algunas áreas en que hubo bosques, colapsan las tierras, desaparecen especies importantes, y todo esto producto de estos urbanismos; y esto no tiene que ser así, puede ser mucho mejor si se planifica, si se ordena, de lo contrario, este lugar va a sufrir un colapso ambiental; aunque bien manejado podría mejorar la economía.
Fuente: La Prensa 31 de marzo de 2007
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