Pareciera que los funcionarios del Sistema Penitenciario pretenden burlarse de los panameños como si fuésemos incapaces de reconocer la verdad que intentan esconder detrás de pueriles justificaciones. La verdad es que Rafael Arosemena está condenado por probados delitos que afectaron las arcas públicas y por ende el bienestar de toda la sociedad.
Eso es un hecho. Si ahora resulta que el reo tiene problemas de salud que requieren de atención médica, entonces que la reciba donde el resto de los presos lo hace: en la Sala 31 del Hospital Santo Tomás. ¿Por qué Arosemena sí puede recibir cuidados que sus compañeros delincuentes no tienen permiso de recibir?
¿Qué privilegios tiene este reo que el resto de los criminales no tiene? Si esta es la política del Sistema Penitenciario, ello explicaría por qué es preferible robarle al Estado que al vecino. En el primer caso, el castigo se reduce a ver televisión en casa o leer placenteramente en la hamaca de la terraza; y en el segundo, es simplemente ir a la cárcel. Vaya ejemplo de justicia, rectitud e integridad gubernamental.
La Prensa, 10 de abril de 2007.
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