Opinión
Camino de Cruces, una catedral de vida
*Ariel R. Rodríguez-Vargas
arielrdrz@yahoo.com
Este Viernes Santo del 2007, parece haber sido el inicio de la temporada de lluvias en Panamá. Amaneció entre oscuro y claro. Un sol radiante y luego nubarrones. Ha llovido por sectores. De regreso a casa ví las calles empapadas y encharcadas.
Ha pasado toda la estación seca y sólo visité en diciembre el sendero de Camino de Cruces en Clayton. Todo el –verano—hemos estado muy ocupados y no habíamos regresado a este lugar. Ya se nota que le han caído las primeras lluvias de temporada. El piso del bosque estaba mojado, pero no empapado. Un mosaico continuo de hojas caídas de múltiples colores cubre el suelo del bosque, por tanto, no se pegó ni un gramo de barro a los zapatos.
El bosque del Parque Nacional Camino de Cruces en Clayton, un día bautizado por los ambientalistas defensores de este entorno como bosques urbanos y santuario natural de los panameños, estaba justamente mágico. La sensación de regresar a este magnífico sitio, ha sido como cuando uno entra a una enorme catedral. Aquí, la catedral es de vida y riqueza biológica y paisajística indescriptible. El aire es puro y el ruido contaminante de la ciudad, casi desaparece.
Por doquier el murmullo de las aves canoras y rapaces, los senderos de los venados o la red de caminos del ñeque. La vida del bosque se ve robusta y embriagadora. Ahora me percato, que el bosque recupera rápidamente sus espacios perdidos. Eso justamente se nota cuando llegamos al empedrado del antiguo Camino de Cruces, que data de hace siglos. Hace dos años, miles de panameños visitaron este empedrado, que estaba expuesto, en medio del bosque. Hoy el empedrado esta nuevamente protegido por el bosque, que casi ha vuelto a cubrirlo para protegerlo, pues justamente eso hace la selva, protegerlo. Mientras no se rescate para todos los panameños y los visitantes del mundo, es mejor que esté oculto por el bosque que le da cobijo y protección, como lo ha hecho desde hace más de 300 años.
Las heliconias han sido las pioneras en ocultar la evidencia del empedrado de Camino de Cruces. Creo que sospechan que en cualquier momento un extraño o un especulador, pueden arremeter contra el camino y destruirlo o usurparlo. Fuerzas mercantiles no miran este tipo de patrimonio como bien común de los panameños, sino como bien particular de quien puede explotarlo o enajenarlo incluso. Si el Instituto Nacional de Cultura no lo ha rescatado, es porque no le interesa y desconoce sus potencialidades, pero en todo caso no se ha perdido nada, dado que la naturaleza que acompaña este empedrado es mágica y está bastante bien conservada, justamente porque los humanos no hemos llegado masivamente a ocuparlo.
Sabemos que tarde que temprano se tiene que hacer un mejor uso del área, pero hoy es un santuario natural espectacular para todos los que somos amantes de naturaleza y respetuosos de la historia patria en su vívido esplendor. El mejor uso es, por supuesto, algo que sea de uso colectivo y de atractivo turístico y no rellene de concreto, ni desnaturalice, este magnífico entorno. Nunca debemos olvidar que Camino de Cruces tiene un valor histórico natural único para las presentes y futuras generaciones de Panamá y del mundo occidental y es nuestro deber ciudadano ser fieles guardianes de su integridad.
En buena hora se ha defendido con mucha garra y altruismo este tesoro natural. En buena hora los magistrados de la Corte Suprema han detenido los proyectos que pretendían destruir este santuario. Sería tiempo ya, que en buena hora fallaran definitivamente a favor de los tesoros naturales e históricos de Camino de Cruces y los bosques urbanos que le acompañan.
*El autor es biólogo, académico y ecologista
Publicado en La Estrella de Panamá, 11 de mayo de 2007
Filed under: Areas Protegidas, Biodiversidad, Bosques, Camino de Cruces, Conservación, Ecología, Medio ambiente, Parques Nacionales, Participación ciudadana, Patrimonio cultural, Sociedad Civil | Leave a comment »