PROBLEMÁTICA URBANÍSTICA.
Panamá: La ciudad (II)
Nicolás Ardito Barletta
Hace poco planteaba la urgente necesidad de coordinar esfuerzos públicos y privados para encausar el desarrollo urbano de la capital con el propósito de convertirla en una gran ciudad, aprovechando en forma racional el auge desbocado de la construcción. Se trata de evitar el rápido deterioro funcional, medio ambiental y estético en marcha tomando acciones para elevar la calidad de vida urbana de los ciudadanos aplicando medidas urbanísticas conocidas que toman en cuenta el bien común.
Se reconoce que se han tomado algunas medidas, pero son de lenta aplicación e insuficientes. Por ejemplo, la nueva ley de urbanismo, hecha con la colaboración de todos los sectores es un paso positivo, pero su reglamentación es inoperante y aún no funcionan las Juntas de Planificación Municipal, se continúa zonificando por lotes y no se consulta casi a las comunidades. Se creó un grupo de coordinación gubernamental que incluye los ministros del Mivi y MOP, el Alcalde, el Idaan, lo cual es un buen paso, pero debe trabajar pronto con metas definidas para abordar rápidamente los problemas de infraestructura, de tráfico, de protección ambiental y de cumplimiento del Plan Metropolitano. Se han atendido reclamos de comunidades como San Francisco y El Cangrejo, pero las respuestas están pendientes. El Alcalde ha contribuido en varias formas, inclusive con el programa de jardinería de la ciudad y necesita estimular a la Junta de Planificación Municipal.
El tema más urgente es la falta de infraestructura ante la creciente densidad de construcción. Es evidente en barrios como Punta Paitilla, San Francisco, El Cangrejo, Obarrio. Paitilla tiene más de 40 lotes vacíos zonificados para alta densidad y no hay espacio para mayor vialidad, estacionamientos, sistemas de aguas servidas, espacios abiertos y verdes. Las calles estrechas de Obarrio y San Francisco no resisten la mayor densidad de edificios grandes en marcha ni cuentan con alcantarillas adecuadas para aguas pluviales y servidas. La infraestructura de El Cangrejo fue hecha para una densidad de 15 mil habitantes, pero el barrio con las nuevas zonificaciones ya va hacia una densidad de 35 mil, sin infraestructura adicional. Los espacios entre edificios, inicialmente zonificados en Punta Pacífica, han sido eliminados, creando literalmente una pared de concreto entre el área y el mar. Si bien la arquitectura moderna de los edificios es generalmente buena, el apiñamiento desluce su valor estético y funcional. Así hay más situaciones.
En contraste, y como ejemplo, una urbanización privada como Costa del Este mantiene una zonificación adecuada cónsona con la infraestructura que protege áreas verdes, espacios abiertos y la densidad concebida originalmente ¡Qué diferencia! El tráfico vehicular ya se vuelve nocivo a muchas horas del día, subiendo el costo para las personas en tiempo perdido, en costo de combustible y de vehículos, en contaminación, en ruidos y tensión. No se hacen ni ensanchan calles y avenidas, ni se resuelve el problema de autos estacionados en las calles que reducen el espacio de tránsito. Hay escasos pasos elevados que podrían ayudar en intersecciones de alto tránsito. Se necesita hacer esas construcciones con base a un plan. Se necesita resolver el problema del transporte público para que cientos de miles de panameños no pierdan varias horas al día.
Es ilógico también que los edificios altos que crean el problema de densidad sin infraestructura están exonerados de impuestos por veinte años en vez de contribuir a financiar la infraestructura necesaria. Al menos se debe usar el sistema de valorización para agregar infraestructura, método que funcionó bien cuando hicimos Tumba Muerto, la 11 de Octubre y Belisario Porras. La coyuntura de tener mucha construcción es útil porque crea empleos y actividad económica, pero lo mismo se puede lograr con mejor zonificación y menor densidad. Es más, está disciplina ayudaría a proteger el auge. La restauración del Casco Viejo puede acelerarse estimulando la inversión privada para que no pierda moméntum, bajando la densidad de habitantes, contribuyendo también con la renovación de barriadas aledañas, como Santa Ana y El Chorrillo, para ubicar en viviendas propias más decorosas a familias menos pudientes de San Felipe. En La Exposición y Bella Vista se puede proceder rápidamente con participación pública- privada a salvaguardar edificios y casas de especial valor arquitectónico histórico y secciones de características propias singulares, como el área de Plaza Porras y las oficinas públicas cercanas, incluyendo a la avenida Ecuador. Es factible preparar programas de renovación urbana de áreas como Curundú, El Chorrillo y San Miguel, para mejorar el ambiente de familias de bajos ingresos, pero capaces de pagar hipotecas de largo plazo por viviendas decorosas de bajo costo y mejor ambientadas. Al enfocar así la amplia problemática urbanística de la ciudad se hace patente la necesidad de una coordinación pública-privada de alto nivel más urgente y estructurada para ser eficaz. Estamos ante la disyuntiva de crear una gran ciudad cosmopolita y funcional o acabar su potencial en cinco años. Ya ha habido suficientes escarceos y debates, ahora es tiempo para la convergencia y la acción.
El autor es economista
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