Estado de Conservación del Parque Nacional Chagres- Usos de la tierra
La mayor parte de las 125,491 hectáreas, que forman parte del Parque Nacional Chagres se encuentra cubierta de bosques maduros aproximadamente por el orden del 84%, ubicados hacia la región central y oriental del área protegida, desde donde nacen los principales ríos que componen la red hidrográfica más importante del país, siendo ellos los ríos Gatún, Boquerón, Pequení, Chagres, Indio, Piedras, que drenan hacia la vertiente del Pacífico, y los ríos, Nombre de Dios, Cuango, Mandinga, cuyas aguas drenan hacia la vertiente del Caribe.
Adicionalmente a los usos como bosques de protección para la producción de agua, también albergan una rica y variada fauna silvestre, característica del Neotrópico.
Sin embargo, producto de las actividades antropogénicas anteriormente permitidas en la región, hay un 7.65 % de bosques intervenidos que se identifican como bosques secundarios y un 1.78% de rastrojos, los cuales pueden ser objetos de intervención como «tierras en descanso», para la agricultura y la ganadería.
Dada la existencia de unas 14 comunidades pequeñas establecidas anteriormente a la creación del PNCH, obviamente hay un uso del suelo para la agricultura de subsistencia y la ganadería tradicional, las cuales ocupan aproximadamente un 3.08 % de la superficie del área protegida.
– Actividades agrícolas
El Censo de Población del 2000 señala que en las comunidades con menos de 20 habitantes, el 93% de los pobladores se dedica a las actividades agrícolas de subsistencia.
Dicha situación es preocupante, ya que se están deforestando un promedio de 3 has., de bosque primario por año, en los últimos 4 años, y se han habilitado un promedio de 160 has., de rastrojos, para el establecimiento de prácticas agrícolas tradicionales del 2000 al 2002.
En este sentido, cabe destacar que los principales productos agrícolas cultivados, a través de una agricultura itinerante de tumba, roza y quema, son los granos básicos como el arroz, maíz, guandú, frijoles, además del plátano, el ñame, yuca, y algunas «hortalizas livianas» como el culantro.
Las actividades agrícolas son complementadas con el cultivo de plantas medicinales, la cría de gallinas de patio, la apicultura en menor grado, la pesca artesanal y el aprovechamiento de cultivos permanentes bajo sistemas nativos de producción.
Al respecto, se debe señalar que las dificultades de acceso a la mayor parte de las pequeñas comunidades, tales como Santa Librada, Santo Domingo, Quebrada Ancha, San Cristóbal, San Juan de Pequení, Emberá Drua, Mono Congo, por falta de la infraestructura vial o mal estado de los caminos, así como por lo costoso del transporte por la vía acuática, desestiman las posibilidades de una producción agrícola con fines comerciales.
En este sentido, cabe resaltar la importancia que ha adquirido la pesca artesanal en los últimos años en el Lago Alajuela, involucrando a dos grupos organizados de pescadores artesanales (Asociación de Pescadores de Salamanca y la Asociación de Pescadores de Victoriano Lorenzo) y la captura y comercialización de 54,858 libras de peces, lo cual produjo un ingreso de $22,656.60, a unos 22 pescadores por mes, durante el año de 2002. (Urrutia, A., 2003).
También hay que señalar la existencia de dos polos de crecimiento urbano dentro del Parque Nacional Chagres, los cuales son Nuevo Caimitillo en el límite suroeste y Altos de Cerro Azul, en el límite noroeste.
Ambos sitios sirven como poblados dormitorios y/o localidades para actividades recreacionales de fines de semana, lo cual señala una tendencia en los usos de los suelos incompatibles con los objetivos y usos asignados para el parque nacional.
Del análisis situacional de los usos del suelo en el Parque Nacional Chagres, se desprende la necesidad de adentrarse en un proceso de reordenamiento del territorio, acorde con los objetivos del parque nacional, lo cual permitirá solucionar los conflictos de uso de los suelos y de tenencia de la tierra, procurando a su vez, el condicionamiento de la presencia de las comunidades a la provisión de tecnologías de producción amigables con el ambiente, el apoyo al mercado de la producción agrícola especializada u orgánica y el pago por servicios ambientales a los productores establecidos en terrenos priorizados para la recuperación de la cobertura boscosa.
– Ganadería Extensiva.
La ganadería extensiva surge como la actividad económica de mayor arraigo en la periferia del parque nacional, debido a la cultura de producción que están imponiendo los gestores de la colonización espontánea que se está desarrollando hacia las «nuevas tierras» de la vertiente atlántica del país.
Dada la limitada capacidad agrológica de los terrenos de extrema pendiente en que se desarrolla la ganadería extensiva en el Parque Nacional Chagres, los efectos adversos que produce están asociados a la deforestación para habilitar los terrenos y sus consecuentes secuelas relacionadas con la erosión de los suelos, la alta tasa de sedimentación en los lagos, y por ende, la afectación en el régimen hidrológico del área protegida.
Dentro del Parque Nacional Chagres se detectaron unas 3,543 cabezas de ganado en una superficie de 4,324 has., de pastos (Díaz, I., 1998), indicando una carga animal de 0.82 cabezas/ha., característica de una ganadería extensiva de baja carga animal, no llegando al promedio de 1.00 cabezas/ha., pese a que la zona no tiene un verano tan riguroso como en el Arco Seco, lo que indica que tampoco se están utilizando pastos adecuados para el tipo de suelos de la zona.
También cabe señalar que se han detectado ganaderos que no poseen tierras propias dentro del área, por lo que se estarían alquilando las tierras para el pastoreo (Díaz, I., 1998), lo que agregaría otro ingrediente a resolver en el conflicto del uso de los suelos y el régimen de tenencia dentro del PNCH.
Sin embargo, la actividad ganadera tiene su preponderancia en el PNCH, debido a que el ganado bovino es un bien que se puede mantener en condiciones biofísicas adversas, requiere poca mano de obra y mínima tecnología, pero con grandes potencialidades de movilización hacia los centros de acopio. Dicha situación convierte al ganado bovino en el único producto agropecuario susceptible de generar ingresos con menores riesgos posibles. Por lo tanto, los terrenos con pastizales donde se desarrolla la actividad ganadera, han motivado la apertura de un singular mercado de tierras en la región, en el que estaría eventualmente inmersa la administración del área protegida.
Las áreas más críticas del frente ganadero dentro del PNCH, con más de 50 cabezas de ganado, están localizadas en la Costa Arriba (Cuango, La Línea, Brazo de Cedro, La Unión, Brazo de Tigre, Río Zaino, Nombre de Dios, Aguas Claras), Boquerón Arriba, Mono Congo, Nuevo Caimitillo, Quebrada Ancha, San José de Río Indio, San Juan de Pequení, Santa Librada y Santo Domingo (Urrutia, A., 2003).
La reciente actualización del status de la actividad ganadera realizada por el equipo de planificación del PNCH y los técnicos del área protegida en el 2004, indica que hay un incremento de la población ganadera, dentro y en la periferia del área protegida.
En tal sentido, se estima que actualmente hay una población de 4,528 cabezas de ganado distribuidas en unas 180 fincas localizadas dentro del PNCH, lo cual se traduce en un incremento de un 21% respecto a las cifras de 1998.
Por consiguiente, se deberá brindar un tratamiento especial a la actividad ganadera dentro del Parque Nacional Chagres, el cual estaría procurando la disminución de dicha actividad dentro del área protegida, incorporando otras alternativas de producción y el desarrollo de nuevas tecnologías para la producción ganadera en la zona de amortiguamiento del PNCH.
En tal sentido, se recomienda efectuar un estudio que diagnostique el estado de la actividad ganadera, establezca un catastro ganadero y proponga los mecanismos técnicos, económicos y legales para disminuir el hato ganadero en un periodo perentorio en el área protegida, y por ende, los riesgos ambientales ligados a dicha actividad.
Impactos ambientales por obras de desarrollo
Las crecientes infraestructuras de viviendas demandadas para suplir los requerimientos de los poblados localizados dentro y en la periferia del PNCH, constituyen un serio problema en materia de impermeabilización de los suelos, causando mayor escorrentía, una sensible erosión y la contaminación de las aguas.
Los recientes estudios del Proyecto MASAR/MIDA-BM han identificado a los actuales caminos rurales dentro de la Cuenca del Canal como los mayores causantes de la erosión y sedimentación hacia las fuentes de aguas superficiales, ya que los diseños, trazados e infraestructuras de las carreteras y caminos vecinales no están siguiendo las normas técnicas para evitar la erosión, debido a los cortes de caminos en contra de las pendientes, la falta de drenajes y alcantarillas, uso de materiales de base de poca consistencia, o sin los mismos, y generalmente, localizados a pocos metros del cauce de los ríos y quebradas.
Por otro lado, la potencial amenaza que conlleva la construcción de caminos rurales y/o vecinales en el área protegida, es la inducción a la colonización espontánea u ocupación de nuevas tierras, con los consiguientes cambios en el paisaje, la fragmentación de los hábitats, afectación a la conectividad, el cambio en los patrones de comportamiento de las especies, y por consiguiente, la pérdida de la biodiversidad en el PNCH.
Las actuales concesiones de las minas de manganeso dentro del PNCH, no están operando; sin embargo, deben ser objeto de una normativa especial y/o restricción de uso, sobretodo las minas de extracción de manganeso a cielo abierto.
La extracción de oro por los métodos tradicionales de lavado manual parecen haberse trasladado al área limítrofe del PNCH, en el distrito de Santa Isabel; sin embargo, deben mantenerse los operativos de vigilancia por parte de los guardaparques del PNCH, a fin de evitar la referida práctica, sobretodo, la realizada utilizando bombas a presión de agua para impactar las paredes del cauce de los ríos y proceder más fácilmente con el lavado del oro.
Las potenciales opciones de construir represas, con fines de generación hidroeléctrica, abastecimiento de agua potable y/o regadío, en el sector de río Indio-Cerro Azul, e igualmente, la opción de represamiento de ríos dentro PNCH, para apoyar la navegación fluvial en el Canal de Panamá, deberán ser sujetos de la elaboración y aprobación de los correspondientes estudios de factibilidad y de evaluación de impacto ambiental, teniendo como premisa el mantenimiento de la base de los recursos naturales y la conservación de la biodiversidad del PNCH, incluyendo la participación de la agencia administradora del SINAP.
Las anteriores consideraciones señalan la necesidad de establecer un eje estratégico para el manejo del PNCH que conlleve el reordenamiento del espacio poblado y norme las actuales y potenciales obras desarrollo que puedan ser permitidas en el parque nacional.
Presencia humana dentro PNCH
La presencia de la población humana dentro del PNCH se ha considerado como un importante reto para mantener la integridad ecológica del mismo, ya que sus necesidades de sobrevivencia y precarias condiciones de vida obligan a ejercer presión sobre los recursos naturales del área protegida y su zona de influencia.
– Las comunidades dentro del PNCH.
Unas 34 comunidades se encuentran dentro del PNCH, las cuales pertenecen a los corregimientos de Chilibre y Pacora en el distrito y provincia de Panamá y al corregimiento de Salamanca, en el distrito y provincia de Colón. También en el área de Costa Arriba de Colón, la comunidad indígena de Diandí se encuentra dentro de los límites de PNCH, perteneciendo al corregimiento de Palmira, distrito de Santa Isabel. Además, en esta misma área limítrofe hay pobladores que tienen presencia temporal dentro del PNCH, fundamentalmente a través del desarrollo de actividades productivas.
Según datos del Censo de Población del año 2000, las comunidades ubicadas dentro del PNCH albergan un total de 2,737 habitantes. Dichas comunidades son principalmente rurales, presentando los fenómenos de dispersión y concentración de la población.
De acuerdo con datos del Censo de Población del 2000, encontramos que hay una alta dispersión de la población en poblados pequeños que oscilan entre 1 y 20 habitantes, con un máximo de 7 viviendas registradas por asentamiento. Se trata de 14 asentamientos poblacionales, los cuales representan el 43 % del total de las comunidades presentes en el PNCH y el 3% de la población total registrada.
Cabe destacar que 6 de dichas pequeñas comunidades no estaban registradas en los Censos de Población de 1990, lo que puede estar indicando un proceso de colonización a lo interno del PNCH.
En el otro extremo, encontramos 8 comunidades con una alta concentración de población. Los referidos poblados con más de 100 habitantes, concentran el 71.7 % de la población total que habita en el PNCH, siendo característico el caso de Nuevo Caimitillo, que tiene una población de 1,007 habitantes, concentrando el 38 % del total de la población que habita dentro del parque nacional.
La dispersión de la población en comunidades pequeñas, se debe considerar como un factor que contribuye a la extensión espacial del problema de la depredación de los recursos y evidentemente, dificulta el acceso a la asistencia técnica y al control de las actividades antropogénicas por parte de la ANAM.
De otro lado, la concentración de población en las comunidades de más de 100 habitantes, tiende a generar problemas de contaminación por desechos y aguas residuales, si no se atienden los aspectos de infraestructura y servicios básicos que contribuyan a mantener un ambiente comunitario saludable. Sin embargo, dicha concentración poblacional también facilita la atención, tanto en la prestación de servicios básicos, como en la promoción y ejecución de proyectos de producción sostenible y de organización comunitaria.
– Crecimiento de la población.
En términos generales, la población que habita dentro del PNCH se ha incrementado en un 13.4% al año 2000 con respecto a 1990, de acuerdo con los datos de los Censos de Población de la Contraloría de la República.
Las comunidades pequeñas presentan una disminución importante de la población, con una tasa de crecimiento negativa alta de -157 %, mientras que las comunidades grandes de más de 100 habitantes, presentan un incremento de su población del 21 % para el período 1990 – 2000.
Sobre el particular, llama la atención el caso de algunas comunidades que presentan incrementos altos en dicho período. Tal es el caso de Altos de Cerro Azul, que pasó de 27 habitantes según el Censo de 1990, a tener 127 habitantes en el año 2000, lo que representa un incremento del 79 % de su población.
También las comunidades indígenas han incrementado su población. La comunidad Emberá Drua presentó una tasa de crecimiento del 50 % en la década; la comunidad de Paraná Puru registró población por primera vez en el censo del 2000 y actualmente hay una nueva comunidad aún no registrada en los Censos Nacionales, llamada Tusípono. La actividad turística como medio de subsistencia se constituye en foco de atracción para dicha población indígena.
Las comunidades grandes han registrado incrementos de su población entre el 14% y 82%; solamente los casos de Boquerón Arriba y Victoriano Lorenzo han presentado una disminución de la población, con tasas de -27 y -25, respectivamente.
Fuente:
ANAM-TNC-USAID.2005. Plan de Manejo del Parque Nacional Chagres. Autoridad Nacional del Ambiente, República de Panamá.
Las referencias completas que complementan este escrito pueden ser obtenidas en el documento original que reposa en la Autoridad Nacional del Ambiente
Edición digital para dominio público: Centro de Estudios de Recursos Bióticos, Universidad de Panamá. Correo: cereb2@ancon.up.ac.pa
Filed under: Agropecuario, Areas Protegidas, Conservación, Medio ambiente, Parques Nacionales, Planes de Manejo |
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