Estudio de Impacto Ambiental en el Canal destaca la falta de transparencia
Entre fuegos artificiales y explosiones de dinamita, el gobierno trató de disimular sus negocios, poco transparentes, relacionados con la construcción del tercer juego de esclusas en el Canal. Según el presupuesto aprobado, Panamá invertirá más de $5 mil millones en la ampliación en los próximos siete años.
Pocos días antes de las celebraciones del 30º aniversario de la firma de los Tratados del Canal Torrijos-Carter (1977), el vicepresidente de la República, Samuel Lewis N., dio a conocer las oportunidades maravillosas que ofrece el Canal a los capitalistas españoles que “han olisqueado el olor a dinero ocho mil kilómetros al oeste”. (Cita textual de El País de Madrid).
Lewis destacó 8 maravillas que merecen enumerarse: 1. “La operación saldrá por más de 4,000 millones de euros. Algo menos de la mitad lo pondrá Panamá”; 2. El “proyecto empleará a 40,000 trabajadores”; 3. “..El gran éxito del país es su estrategia sostenida de desarrollo”; 4. “En Panamá se están construyendo más viviendas que nunca”; 5. “Panamá es uno de los países que tiene mayores estándares en cuanto a la protección del medioambiente”; 6. “El boom inmobiliario ha (promovido) áreas que permanecían como atractivas, pero estaban sin explotar”; 7. “Nuestro turismo no es masivo, sino de calidad”; y 8. “Las encuestas demuestran que la preocupación en torno a la corrupción ha ido bajando”.
El vicepresidente está viajando mucho. ¿Será que las 8 maravillas son de algún libro imaginario o se equivocó de discurso o de país? Cada una de las afirmaciones de Lewis parece revelar un deseo de enmascarar la realidad y de anunciarle a los inversionistas extranjeros y nacionales verdades a medias.
En este escrito nos detendremos en la quinta maravilla: “Panamá es uno de los países que tiene mayores estándares en cuanto a la protección del medioambiente”. Esta afirmación no es una media verdad, es absurda. La propia ANAM se encuentra incapaz de poner orden en lo que se refiere a la destrucción sistemática del ambiente. La primera prioridad es de los inversionistas, como diría el renunciado director del IDAAN, Juan J. Amado.
Con relación al Canal, se está destruyendo la cuenca del río Chagres a una velocidad no prevista por los estrategas de la ampliación. Para estudiar esta situación, el 2 de septiembre se realizó un foro donde se dio a conocer el estudio de impacto ambiental realizado por la URS Holding Inc. En la presentación no se incluyó la metodología y tampoco se identificaron los impactos ambientales.
Según los ambientalistas que asistieron “el dato más destacado de esta jornada es la aseveración de la ACP de que dentro de un futuro cercano se requerirá de una fuente adicional de agua dulce (para la operación del Canal)”. Los asistentes también se sorprendieron cuando los funcionarios de la ACP dijeron que “el lago Miraflores se ha convertido en un lago salobre, por efecto del uso intensivo de las esclusas actuales”. Durante el debate nacional sobre la ampliación, a mediados de 2006, los ambientalistas acusaron a la ACP de ocultar la salinización del lago Miraflores y la necesidad del uso del río Indio como fuente adicional de agua para satisfacer las demandas del tercer juego de esclusas. En aquel entonces los argumentos fueron negados tajantemente e, incluso, se pagaron avisos en los medios para hacer los desmentidos.
Sería oportuno que el vicepresidente Lewis revisara sus datos. Existen serias dudas de su transparencia en el manejo de la información, que sigue siendo más propaganda que realidad confiable.
* Marco Gandásegui Jr. El autor es profesor de la Universidad de Panamá e investigador asociado del CELA.
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