Empresarios siguen burlando leyes ambientales

Algunos pseudos inversionistas inescrupulosos parecen haber descubierto una fórmula mágica cuando quieren emprender sus proyectos millonarios en detrimento de un importante recurso que pertenece a todos los panameños: el medio ambiente. Resulta que para ellos sale más rentable pagar la multa por destruir un manglar o una zona boscosa, que levantar un estudio de impacto ambiental y cumplir con las medidas de mitigación.

En otras palabras, sale más costoso acatar la ley que pagar la ridícula sanción pecuniaria por violarla. Así, el empresario puede echar abajo un bosque de inmensa riqueza, y luego simplemente pagar el monto de la multa que más que una sanción se convierte en una válvula de escape. Isla Viveros era una isla verde, con una vida silvestre de la que quizá ya nunca sabremos porque ahora ha desaparecido.

Por ello, es necesario acabar con esta «fórmula mágica» y legislar para crear sanciones ejemplares, para que la burla de hoy se convierta en un verdadero escarmiento que erradique definitivamente esta práctica nefasta.

La Prensa, 21 de enero de 2008.

El canto de la capisucia

EL CANTO DE LA CASCÁ

Hace algunos años, estando en el campus central de la Universidad de Costa Rica, mientras repasaba algunos ensayos sobre la tierra de José “Pepe” Figueres, distrajo mi atención las referencias que encontré sobre el ave nacional del hospitalario y hermoso país centroamericano. En el texto se explicaba que uno de los símbolos de la nación recaía sobre un ave llamada yigüirro. Al principio me extraño, porque lo que mis ojos observaban era un pájaro que generalmente pasa desapercibido en nuestro interior panameño. Su nombre científico es Turdus grayi, pero los istmeños le conocemos como cancanela, platanera, cascá, cascata, cascocha, capisucia, primavera, etc.
Turdus grayi
No deja de ser aleccionador que los ticos seleccionaran un ave que los panameños catalogaríamos como el más humilde de los emplumados nacionales; quizás porque el color pardo que posee la avecilla contribuye a acentuar la imagen de pájaro venido a menos. Meras apariencias, porque la impresión inicial cambia al escuchar los trinos que es capaz de sacar de su garganta nuestro plumífero amigo. En verdad, pocas especies ornitológicas pueden ofrecer una muestra tan variada de gorjeos; porque aquello es música para reyes oficiada por un excelso intérprete vestido como plebeyo.
Hay en el canto de la platanera una mezcla de alegría y melancolía que concita en el hombre del campo los sentimientos más encontrados. Estado anímico que encuentra su explicación en la íntima relación entre el ave y el hombre, jamás superada por otra especie similar en el Istmo.
Los que vivimos en el campo sabemos que al escuchar a nuestro mirlo pardo su canto es el detonante de una mutua complicidad emocional que retrotrae al hombre a su lejana infancia; transcurrida, quizás, junto al arrullo del viento y la protección materna, mientras se jugaba bajo el frondoso árbol de mango.
Los vínculos entre ave y hombre son tan estrechos, que aquélla construye su nido próximo a la casa, en la maceta que pende en la terraza o entre el zinc y la viga que sostiene la techumbre. Hermoso ejemplo de armónica convivencia, relación exenta de violencia y de mutua complacencia; porque la cascá deambula por el patio, como Pedro por su casa, apoderándose del platón de agua que ex profeso ha colocado la solidaridad humana para auxiliarle durante los abrasadores días de marzo y abril.
La cascá es ave de buenos augurios, muy distinto al mochuelo o al búho, que muestran el lado agorero y supersticioso de nuestra cultura. Al contrario, la cascocha se constituye en infalible mensajero del estado del tiempo; porque tan pronto el labriego escucha su canto, agricultor y ganadero admiten el arribo de la estación invernal.
Tomando en consideración los nexos entre hombre y ave, casi podríamos plantear la existencia de una sociología de la ornitología o de una ornitología sociológica. Un enfoque que trascendería la etologìa o ciencia de la conducta animal; porque no sólo registramos los hábitos del ave en sí, igualmente constatamos la presencia de una intricada trama que funde humanismo, cultura y vida animal.
La también llamada capisucia parece cantarle a una época y un momento muy especial de nuestra convivencia social. Su canto trasciende el llamado reproductivo de la especie canora y promueve en el ser la cogitación que funde filosofía, sentimiento y religiosidad. Podemos así comprender al coterráneo que le llena de congoja el insistente canto del ave; cascata que le regala sus notas desde la rama del mamón o sencillamente posada sobre el alambrado que circunda el potrero.
Admiramos en el pájaro su acendrado amor por el trabajo; un trajín que recuerda la ética laboral del hombre del campo. Como aquélla, éste se levanta temprano, recoge sus aperos de labranza y se marcha a la huerta como si los días no bastaran y su compromiso laboral estuviera impregnado de religiosidad. En cambio, la cascá deriva su sustento del consumo de frutas de temporada, gusanos e insectos que acosa persistentemente entre las matas de hierba del campo o la ciudad.
Humilde y pobre se nos muestra la platanera. El nido lo construye sobre la rama del árbol, así como en cualquier espacio que encuentre en la residencia de su amigo campesino. Ella, en su aposento de barro y paja, se instala a la vera del camino o en la espesura del bosque. Y tal pareciera que la casa de quincha interiorana se hizo emulando la simple y cómoda residencia del ave.
Al parecer, existe un profundo mensaje en el estilo de vida de la avecilla. La cascata posee una extraordinaria capacidad de adaptación al medio y así como mora en el monte, también se le encuentra en los núcleos urbanos. Sin embargo, a diferencia del hombre, no desnaturaliza sus raíces y es capaz de vivir en la ciudad a ritmo de cascá. Parda en la ciudad y parda en el campo, sin falsos oropeles y siempre canturreando la tonadilla que ha sido la razón de ser de su vida.
En las provincias del interior panameño, la cascá, la titibúa y el chango, forman una trilogía que incide en la cosmovisión del hombre del campo. Son tan familiares para él como el cacarear de las gallinas, el agudo sonido que emite el azulejo o el nervioso caminar de la tortolita o tierrerita sobre los callejones por los que transita nuestra gente interiorana.
La aves en mención son parte del entorno campestre. Con ellas construye el orejano no pocas vivencias y sólo lamentamos que el fenómeno sea tan poco valorado por disciplinas como la biología, ecología y sociología.
En efecto, admitamos que la destrucción ambiental no es sólo un asunto de árboles, mares y ríos. El día que ya no exista la cascá, platanera o capisucia, desaparecerá una parte importante de nuestra naturaleza humana. Entonces comprenderemos, tardíamente, que la cultura no es únicamente una hechura del hombre.
Los panameños deberíamos percatarnos que el canto de la cascá, sin proponérselo, pregona a los cuatro vientos la defensa de nuestra maltrecha identidad cultural; idiosincrasia que mantiene arraigados nexos con el medio ambiente que le cobija.
Así como el trino de la cascocha no debe cesar, igualmente el hombre contemporáneo debería contagiase de su terquedad canora, adecuada integración al ambiente e inquebrantable devoción al trabajo.En las faldas del Cerro El Barco, Villa de Los Santos, a 22 de abril de 2004

Publicado en ÁGORA Y TOTUMA, Año 13, # 189, 30/IV/2004

Fuente digital: milciadespinzon.blogspot.com

Arrasan Isla Viveros: historia vieja

ECOSISTEMAS. CONSTRUCCIÓN EN VIVEROS CONTINÚA A TODA MARCHA.

Arrasan con isla

La compañía que desarrolla el proyecto fue multada por segunda ocasión por tala no autorizada.

Gremios ambientalistas consideran que se debió aplicar una sanción más fuerte y paralizar la obra.

 

LA PRENSA/Carlos Lemos
Isla Viveros Panama
CON LICENCIA. La Anam sostiene que solo ha dado permiso para intervenir 27 hectáreas en la isla.

Rafael E. Berrocal R.
rberrocal@prensa.com

El desarrollo de la isla Viveros parece no estar teniendo compasión con la vegetación del lugar ubicado en el archipiélago de Las Perlas. La empresa que desarrolla el proyecto por 100 millones de dólares, Viveros Development, ha vuelto a ser multada por la tala no autorizada de más de dos hectáreas en el lugar.

Esta vez la sanción aplicada por la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam) es de solo 9 mil 214 dólares, que se suman a la primera multa de 40 mil dólares también por tala no autorizada en el lugar. El monto de las sanciones incluyen la indemnización por daños ambientales.

Lizandro Arias, director de la Anam para la región metropolitana, señaló que las inspecciones en ese proyecto son constantes ya que el mismo se encuentra dentro de un área ecológica delicada.

Arias indicó que en la primera violación que cometió Viveros Development, la Anam ordenó la paralización del proyecto por siete meses hasta que cumplieran con algunas correcciones, entre ellas la colocación de mallas para que la erosión de la tierra no fuera a afectar las cristalinas aguas marinas.

La empresa alega estar cumpliendo con las normas ambientales y continúa adelante con el desarrollo del proyecto que contempla la intervención directa de 27 hectáreas, incluyendo la construcción de una pista aérea, canchas de golf, carreteras, hotel, residencias, muelles y marina.

La Asociación para la Conservación de la Naturaleza (Ancon) advirtió que el proyecto también le está haciendo un daño enorme a una de las zonas coralinas más importantes del país debido a que la deforestación en la isla genera sedimentación de tierra a las aguas marinas. La institución señaló que por la reincidencia en la tala no autorizada el proyecto debió paralizarse.

«No se puede jugar con nuestro futuro y la naturaleza so pretexto de que inversiones generan unos cuantos empleos temporales y lucran por mucho tiempo a unos pocos», comentó el ecólogo Elvin Britton.

Viveros Development. INVERSIONISTAS ALEGAN ‘CONFUSIÓN’ EN LOS PERMISOS TRAMITADOS CON LA ANAM.

‘Multas no fueron ejemplares’

Por la reincidencia de tala no autorizada en isla Viveros, la empresa fue sancionada con 9 mil dólares. Ambientalistas critican la medida, pero los inversionistas dicen que el proyecto es compatible con el medio ambiente del lugar.

 

LA PRENSA/Carlos Lemos
ALERTA. La compañía ha presentado un proyecto en cuatro partes para intervenir toda la isla, que está ubicada en el archipiélago de Las Perlas.

Rafael E. Berrocal R.
rberrocal@prensa.com

Grupos ambientalistas, como la Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Ancon), califican de irrisoria la multa aplicada por la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam) a Viveros Development por un monto de 9 mil 214 dólares, incluyendo la indemnización ecológica debido a su reincidencia en la tala no autorizada de bosques en diciembre de 2007.

«La multa es irrisoria, debió ser mucho mayor. Incluso se debió considerar paralizar nuevamente el desarrollo de la obra», dijo Alida Spadafora, directora ejecutiva de Ancon, quien sostiene que el proyecto en la isla Viveros está afectando uno de los ecosistemas coralinos más importantes de Panamá.

Según la Anam, Viveros Development solo puede intervenir de manera directa 27 hectáreas de las 81 hectáreas que tiene en concesión en esa isla. Pero las vistas tomadas por La Prensa, el pasado viernes 4 de enero, muestran que el daño puede ser mayor, incluso, resalta entre las islas del archipiélago de Las Perlas.

«Situaciones como estas dan un mal mensaje a la ciudadanía y a otros promotores o inversores para poder hacer lo que les plazca con los recursos naturales», dijo el ecólogo Elvin Britton.

Mientras tanto, el proyecto de desarrollo turístico en isla Viveros continúa a toda marcha. De hecho, la empresa señaló que no apelará a la segunda multa que le aplicó la Anam [la primera también fue por tala no autorizada en el lugar]. Sin embargo, Saly Vargas, representante legal de Viveros Development, dijo que las áreas por las cuales fueron multados eran excedentes de los primeros permisos de tala que la propia Anam ya les había aprobado.

«Hemos hecho el esfuerzo de cumplir con los trámites correspondientes», agregó Roderick García, gerente de mercadeo de la empresa. Viveros Development asegura que el proyecto es compatible con el medio ambiente.

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environment

Groups call Viveros fine ridiculous

ANAM had imposed a fine of less than $10,000 on a developer for violating an environmental impact assessment for the Las Perlas Islas project.

 

CARLOS LEMOS/LA PRENSA
too big: The Viveros Development in Las Perlas Islas was recently fined by Anam for environmental violations for a second time.

Environmental groups, including the Asociación Nacional para la Conservación de la Naturaleza (Ancon), are up in arms over the amount of a fine imposed on a developer working in one of Panama’s most environmentally-sensitive areas.

The Autoridad Nacional del Ambiente (Anam) levied a $9,214 fine against Viveros Development for violating the parameters of its environmental impact statement.

The development, located in the Las Perlas Islas, is being marketed as one of the most upscale, and ambitious, of Panama’s real estate projects. The development includes a golf course, a private airstrip and a marina.

The project is located near some of Panama’s most spectacular coral reefs, which has prompted criticism from various environmental groups. That criticism has grown more voluble since Anam announced the amount of the fine it levied against the project.

«The fine was ridiculous. It had to be much higher,» said Ancon Executive Director Alida Spadafora. «They should have stopped the work.»

According to Anam, the developers can work on only 27 of the island’s 81 hectares. But aerial photographs of the project show that it has far exceeded its boundaries.

«Situations like this send a bad message to other promoters and investors that they can do whatever they want with natural resources,» said ecologist Elvin Britton.

Viveros officials have claimed that they did not violate their agreement with Anam. «We have made every effort to comply with the relevant procedures,» said Roderick García, the development’s marketing manager.

This is the second time that Anam has fined the developer for environemntal violations. The other fine, which totalled $40,000, was for the unauthorized removal of trees.

Together, the two fines amount to .0005 percent of the project’s $100 million cost.

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Ver además:

http://mensual.prensa.com/mensual/contenido/2006/01/12/hoy/negocios/464779.html