Terra nullius, pueblos indígenas de Australia y Panamá
Por: Ariel Rodríguez Vargas*

Las tierras del clan Eora en esa fecha bordeaban aquellas partes del embarcadero donde la invasión británica inició. Los Eoras debieron seguramente quedar pasmados con la visión de un gran número de personas y artefactos extraños, quienes de inmediato comenzaron a destruir el entorno, derribando árboles, despejando arbustales, levantando tiendas y haciendo caminos de acceso al agua dulce, y muchas otras cosas más. No paso mucho tiempo hasta que la confrontación fue inevitable. Ya para los meses de marzo y mayo de 1788 el nuevo Gobernador de la región indicaba que los aborígenes “nos rechazan más que cuando desembarcamos la primera vez”. Los aborígenes de Botany Bay estaban especialmente resentidos por la manera como los británicos ocuparon sus tierras. Cook disparó contra ellos cuando llegó, sin embargo, el gobernador Phillips intentó negociar con ellos, sin embargo el descontento creció.
Luego de dos años de los asentamientos británicos en Australia, las relaciones entre los aborígenes de los alrededores de Sydney se rompieron completamente y los aborígenes iniciaron una guerrilla contra los británicos que duró dos años. El líder aborigen que encabezó esta lucha fue Pemulwuy que fue asesinado por fuerzas británicas en 1802.
En otras regiones como Cumberland Plains inició otra lucha con el pueblo aborigen Dharuk. Desde 1788 hasta 1830 los Eora, los Dharuk y otros pueblos aborígenes costeros del norte y del sur de Sydney perdieron sus tierras, mientras que sus más bravos guerreros y cazadores nativos fueron asesinados y sus familias diezmadas, asesinadas o contagiadas de nuevas enfermedades. Solo un pequeño núcleo de población aborigen sobrevivieron en su propia tierra.
Genocidio es término correcto para definir lo que se dio con la ocupación británica en Australia y que marcó el patrón de ocupación completa de este vasto territorio en los siguientes cien años de su llegada. Hasta finales del siglo XIX los aborígenes de Australia lucharon vehemente de manera infructuosa por no perder sus tierras. Muchos de los héroes que defendieron con sus vidas su terruño permanecen en el olvido y sus hazañas no fueron recogidas por la historia. Sólo algunos nombres de líderes aborígenes muertos en combate son los más conocidos: Pemulwuy, Brian Moru, Musquito, Dundalli, Pigeon. En esta lucha no sólo perdieron sus tierras, sino que perdieron sus vidas de manera masiva, ya que de una población estimada en un millón de personas a la llegada de los británicos, sólo sobrevivieron un aproximado de cincuenta mil personas, o sea fueron exterminados por enfrentamientos y enfermedades en un 95 por ciento.
El término leguleyo para apropiarse de las tierras australianas fue el de terra nullius, que significa tierra sin personas, antes del establecimiento de los europeos. Esto significó en las leyes inglesas que el nuevo continente estaba sin un sistema reconocible de gobierno y sin ninguna forma de comercio o evidencia de propiedad de la tierra. A pesar que los pueblos aborígenes habitaban la tierra, los británicos consideraron que estas estaban bajo los términos de terra nullius, y se sintieron con el derecho de reclamar para sí dichas tierras. No se sintieron en la necesidad de hacer un tratado, ya que consideraban que no había una forma de gobierno reconocible con los cuales negociar. Igualmente consideraron que los acuerdos comerciales no podían darse de venta o negociación de la tierra, ya que según ellos dichas tierras no tenían dueño que pudiera vender o defender estas tierras.
El capitán James Cook no dudó en reclamar la mitad del continente de Australia sobre la base de terra nullius para el Imperio Británico después de su viaje de 1769 hasta la costa este. Pasaron muchos años para que los británicos llegaran a conocer el sistema de tenencia y uso de tierra y gobierno de los pueblos aborígenes, la cual estaba basada en creencias religiosas y lazos. Este principio se basa en que la tierra pertenece a los aborígenes y los aborígenes pertenecen a la tierra. Y esta unión o lazo es permanente.
Por eso cuando observamos la violación flagrante de los derechos humanos de los pueblos indígenas en Panamá en relación a la expulsión forzada de sus tierras para proyectos hidroeléctricos o mineros, vemos como un espejo lo ocurrido a los indígenas de Australia, lo que sucede en estos tiempos a los Ngobes del gran Valle del Río Riscó en su confluencia con el Río Changuinola, Nance de Riscó, Lazo, Charco La Pava y Changuinola arriba entre otros, en donde se ha dado una asociación entre la Corporación AES (AES Changuinola) y el gobierno panameño para hacer efectiva la expulsión de esta etnia de sus tierras; o en el caso de la comunidad Naso de Bonyic donde la Corporación Empresas Públicas de Medellín también pretende entrar a la fuerza para hacer un proyecto hidroeléctrico en medio del territorio ancestral Naso Tjer Di. Todo esto nos indica, en pleno siglo XXI, que el Estado de Derecho, se ha perdido y el Estado arbitrario se consolida para robar tierras y aguas que no le pertenecen más que a sus verdaderos dueños: los aborígenes panameños. En Australia hace sólo unos días el Gobierno pidió perdón por todo el daño irreparable causado.
Por su parte el descaro y violación a los derechos humanos está institucionalizado a tal punto que ANAM se ha atrevido a incorporar el concepto de terra nullius en un documento oficial con tal de validar el despojo tenencial indígena en marcha: “existe una confusión por parte de los pobladores que creen tener derecho posesorio, pero en realidad lo que se da es derecho ‘sobreentendido’ (sin validez legal de propiedad) para la ocupación de la tierra, por lo tanto, se entiende que no es una propiedad privada y no se tienen derechos legales sobre estas tierras y no se puede vender, ceder o hacer cualquier tipo de tramite referente a estas” Montano, Minerva. 1999. Diagnóstico de Aspectos Sociales, Ambientales, Culturales y Económicos del Bosque Protector Palo Seco, Bocas del Toro. ANAM-PANAM. Con este párrafo racista las tierras que eran «inadjudicables» para las poblaciones indígenas que residían allí antes de la creación del área protegida se «concedieron» (con gente y todo) a una multinacional promotora de hidroeléctricas!
Estimada Ligia Castro y Señor Martín Torrijos y gabinete en pleno, ustedes no pueden concesionar a nombre del Estado panameño tierras que genuinamente pertenecen a etnias panameñas, ya que aquí no existe terra nullius como han pretendido hacer ver. Recuerden que la Declaración Universal de los Pueblos Indígenas se opone por completo al principio de terra nullius en las áreas indígenas y la Constitución Nacional y el Derecho Internacional garantiza a los indígenas el derecho a la tierra.
Por tanto, entre la historia de los pueblos aborígenes de Australia y lo que pasa en Bocas del Toro, existe un claro paralelo, donde AES Corporation (AES Changuinola) y la ANAM han pretendido desconocer la existencia de las poblaciones índigenas de la Cuenca Media del Río Changuinola, y no han querido reconocer que sus prácticas agroforestales constituyen un uso sostenible de los recursos naturales, sino que mas bien han querido hacer ver que los indígenas no son dueños, ni están utilizando la tierra (terra nullius).
Que la historia o la justicia los juzgue por permitir que consorcios y empresas se tomen a la fuerza tierras en Bocas del Toro que en buena lid son indígenas y que además, son tierras protegidas para la conservación a largo plazo de la biodiversidad completa, verbigracia: Bosque Protector de Palo Seco, Parque Internacional La Amistad y Humedales de San San Pond Sak entre otros. Los panameños latinos e indígenas merecemos y exigimos respeto. Alto a la invasión de tierras indígenas y áreas protegidas de Panamá.
*El autor de Biólogo, Académico y Ecologista
Panamá, 21 de febrero de 2008
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