Terra nullius, pueblos indígenas de Australia y Panamá

Terra nullius, pueblos indígenas de Australia y Panamá

Por: Ariel Rodríguez Vargas*

Parece que pocas tierras le ha quitado la conquista europea a los pueblos aborígenes americanos. Pero la realidad es igual o peor a lo que a continuación describimos de la historia de la pérdidas de las tierras nativas de Australia a manos de los británicos invasores a finales del siglo XVIII. En Panamá al sol de hoy el dilema de pérdidas de tierras y acoso sobre comunidades y tierras indígenas están por todos lados: Los Nasos y Bribris reclaman sus comarcas, no tierras colectivas titulables. Los Ngobes reclaman sus áreas anexas invadidas hoy por colonos y corporaciones, los Kunas reclaman sus tierras en Madugandí y Santa Isabel, los Emberá y Wounan reclaman las tierras en Majé y Darién también invadidas por colonos y corporaciones. La historia sigue e incluye pueblos campesinos excluidos socialmente.
Leyendo el libro Australian Aboriginal Culture, preparado por la Australian Info Internacional (Ed. 1995) podemos conocer un poco la historia de Australia previo a la llegada de los ingleses al continente habitado más austral del mundo. La llegada de James Cook el 18 de enero de 1788 a este vasto continente “marcó el inicio de un cambio abrupto en la historia humana del continente australiano”, de acuerdo al contenido de esta publicación. Ocho días después del arribo, el 26 de enero de 1788 una bandera fue ondeada, con discursos y proclamaciones y fuego de morteros, se estableció la nueva colonia Británica.

Las tierras del clan Eora en esa fecha bordeaban aquellas partes del embarcadero donde la invasión británica inició. Los Eoras debieron seguramente quedar pasmados con la visión de un gran número de personas y artefactos extraños, quienes de inmediato comenzaron a destruir el entorno, derribando árboles, despejando arbustales, levantando tiendas y haciendo caminos de acceso al agua dulce, y muchas otras cosas más. No paso mucho tiempo hasta que la confrontación fue inevitable. Ya para los meses de marzo y mayo de 1788 el nuevo Gobernador de la región indicaba que los aborígenes “nos rechazan más que cuando desembarcamos la primera vez”. Los aborígenes de Botany Bay estaban especialmente resentidos por la manera como los británicos ocuparon sus tierras. Cook disparó contra ellos cuando llegó, sin embargo, el gobernador Phillips intentó negociar con ellos, sin embargo el descontento creció.

Luego de dos años de los asentamientos británicos en Australia, las relaciones entre los aborígenes de los alrededores de Sydney se rompieron completamente y los aborígenes iniciaron una guerrilla contra los británicos que duró dos años. El líder aborigen que encabezó esta lucha fue Pemulwuy que fue asesinado por fuerzas británicas en 1802.

En otras regiones como Cumberland Plains inició otra lucha con el pueblo aborigen Dharuk. Desde 1788 hasta 1830 los Eora, los Dharuk y otros pueblos aborígenes costeros del norte y del sur de Sydney perdieron sus tierras, mientras que sus más bravos guerreros y cazadores nativos fueron asesinados y sus familias diezmadas, asesinadas o contagiadas de nuevas enfermedades. Solo un pequeño núcleo de población aborigen sobrevivieron en su propia tierra.

Genocidio es término correcto para definir lo que se dio con la ocupación británica en Australia y que marcó el patrón de ocupación completa de este vasto territorio en los siguientes cien años de su llegada. Hasta finales del siglo XIX los aborígenes de Australia lucharon vehemente de manera infructuosa por no perder sus tierras. Muchos de los héroes que defendieron con sus vidas su terruño permanecen en el olvido y sus hazañas no fueron recogidas por la historia. Sólo algunos nombres de líderes aborígenes muertos en combate son los más conocidos: Pemulwuy, Brian Moru, Musquito, Dundalli, Pigeon. En esta lucha no sólo perdieron sus tierras, sino que perdieron sus vidas de manera masiva, ya que de una población estimada en un millón de personas a la llegada de los británicos, sólo sobrevivieron un aproximado de cincuenta mil personas, o sea fueron exterminados por enfrentamientos y enfermedades en un 95 por ciento.

El término leguleyo para apropiarse de las tierras australianas fue el de terra nullius, que significa tierra sin personas, antes del establecimiento de los europeos. Esto significó en las leyes inglesas que el nuevo continente estaba sin un sistema reconocible de gobierno y sin ninguna forma de comercio o evidencia de propiedad de la tierra. A pesar que los pueblos aborígenes habitaban la tierra, los británicos consideraron que estas estaban bajo los términos de terra nullius, y se sintieron con el derecho de reclamar para sí dichas tierras. No se sintieron en la necesidad de hacer un tratado, ya que consideraban que no había una forma de gobierno reconocible con los cuales negociar. Igualmente consideraron que los acuerdos comerciales no podían darse de venta o negociación de la tierra, ya que según ellos dichas tierras no tenían dueño que pudiera vender o defender estas tierras.

El capitán James Cook no dudó en reclamar la mitad del continente de Australia sobre la base de terra nullius para el Imperio Británico después de su viaje de 1769 hasta la costa este. Pasaron muchos años para que los británicos llegaran a conocer el sistema de tenencia y uso de tierra y gobierno de los pueblos aborígenes, la cual estaba basada en creencias religiosas y lazos. Este principio se basa en que la tierra pertenece a los aborígenes y los aborígenes pertenecen a la tierra. Y esta unión o lazo es permanente.

Por eso cuando observamos la violación flagrante de los derechos humanos de los pueblos indígenas en Panamá en relación a la expulsión forzada de sus tierras para proyectos hidroeléctricos o mineros, vemos como un espejo lo ocurrido a los indígenas de Australia, lo que sucede en estos tiempos a los Ngobes del gran Valle del Río Riscó en su confluencia con el Río Changuinola, Nance de Riscó, Lazo, Charco La Pava y Changuinola arriba entre otros, en donde se ha dado una asociación entre la Corporación AES (AES Changuinola) y el gobierno panameño para hacer efectiva la expulsión de esta etnia de sus tierras; o en el caso de la comunidad Naso de Bonyic donde la Corporación Empresas Públicas de Medellín también pretende entrar a la fuerza para hacer un proyecto hidroeléctrico en medio del territorio ancestral Naso Tjer Di. Todo esto nos indica, en pleno siglo XXI, que el Estado de Derecho, se ha perdido y el Estado arbitrario se consolida para robar tierras y aguas que no le pertenecen más que a sus verdaderos dueños: los aborígenes panameños. En Australia hace sólo unos días el Gobierno pidió perdón por todo el daño irreparable causado.

Por su parte el descaro y violación a los derechos humanos está institucionalizado a tal punto que ANAM se ha atrevido a incorporar el concepto de terra nullius en un documento oficial con tal de validar el despojo tenencial indígena en marcha: “existe una confusión por parte de los pobladores que creen tener derecho posesorio, pero en realidad lo que se da es derecho ‘sobreentendido’ (sin validez legal de propiedad) para la ocupación de la tierra, por lo tanto, se entiende que no es una propiedad privada y no se tienen derechos legales sobre estas tierras y no se puede vender, ceder o hacer cualquier tipo de tramite referente a estas” Montano, Minerva. 1999. Diagnóstico de Aspectos Sociales, Ambientales, Culturales y Económicos del Bosque Protector Palo Seco, Bocas del Toro. ANAM-PANAM. Con este párrafo racista las tierras que eran «inadjudicables» para las poblaciones indígenas que residían allí antes de la creación del área protegida se «concedieron» (con gente y todo) a una multinacional promotora de hidroeléctricas!

Estimada Ligia Castro y Señor Martín Torrijos y gabinete en pleno, ustedes no pueden concesionar a nombre del Estado panameño tierras que genuinamente pertenecen a etnias panameñas, ya que aquí no existe terra nullius como han pretendido hacer ver. Recuerden que la Declaración Universal de los Pueblos Indígenas se opone por completo al principio de terra nullius en las áreas indígenas y la Constitución Nacional y el Derecho Internacional garantiza a los indígenas el derecho a la tierra.

Por tanto, entre la historia de los pueblos aborígenes de Australia y lo que pasa en Bocas del Toro, existe un claro paralelo, donde AES Corporation (AES Changuinola) y la ANAM han pretendido desconocer la existencia de las poblaciones índigenas de la Cuenca Media del Río Changuinola, y no han querido reconocer que sus prácticas agroforestales constituyen un uso sostenible de los recursos naturales, sino que mas bien han querido hacer ver que los indígenas no son dueños, ni están utilizando la tierra (terra nullius).

Que la historia o la justicia los juzgue por permitir que consorcios y empresas se tomen a la fuerza tierras en Bocas del Toro que en buena lid son indígenas y que además, son tierras protegidas para la conservación a largo plazo de la biodiversidad completa, verbigracia: Bosque Protector de Palo Seco, Parque Internacional La Amistad y Humedales de San San Pond Sak entre otros. Los panameños latinos e indígenas merecemos y exigimos respeto. Alto a la invasión de tierras indígenas y áreas protegidas de Panamá.

*El autor de Biólogo, Académico y Ecologista
Panamá, 21 de febrero de 2008


El cobre no se come

El cobre no se come

Pedro Sittón Ureta

ABOGADO

Hace ya algo más de una década pude leer, pintada en una de las paredes de un restaurante popular en Buenos Aires, una frase que rezaba más o menos así: “Cuando se haya cortado el último árbol, contaminado el último rió y pescado el último pez, te darás cuenta que el dinero no se puede comer”.

Esa frase viene a mi memoria con claridad en estos momentos, ya que su fuerza me impactó positivamente y fue la chispa necesaria que me hizo entender que la naturaleza ha de conservarse y protegerse, no como una cuestión de moda sino de principios frente a los grandes intereses económicos y políticos que sólo piensan en sus ganancias y dividendos.

Traigo a colación la cita arriba transcrita, ya que en los momentos actuales observo la danza de millones que se está utilizando para comprar la conciencia ciudadana y crear con ello una atmósfera favorable a un proyecto manifiestamente riesgoso para el ecosistema panameño, como lo es la explotación de la mina de Petaquilla.

Lo más preocupante del caso se da cuando los defensores oficiosos y gubernamentales, sin moral alguna por carecer de principios éticos que respalden su actuar y a la vez con claros intereses personales, atacan con saña a los que de alguna manera expresamos nuestra preocupación en torno a los riesgos del mencionado proyecto.

Triste es ver cómo esa danza de millones está beneficiando a unos pocos en detrimento de los pobladores, la fauna y la flora de las comunidades aledañas al proyecto en cuestión y que pareciera poco importarle a las autoridades estatales que están más interesadas en ocupar cargos directivos dentro de la empresa explotadora de la mina y ver cuánto serán los “mameyes” que ganarán por permitir que la misma contamine el ambiente, que ejercer efectivamente sus funciones de servidores públicos en defensa del interés colectivo nacional.

“A la sombra de la ignorancia trabaja el crimen”, nos decía Bolívar, y pareciera ser que este es el lema que utilizan los allegados a la empresa explotadora de la mina que a través de mentiras y falsedades han tratado engañar a los diferentes sectores de la sociedad y atraer a los todavía indecisos.

Es sumamente despreciable la actitud de los abogados de la empresa explotadora de amenazar con presentar demandas temerarias en contra de los moradores para acallar la voz de un pueblo que sabe muy bien, por más que le quieran decir lo contrario, que el cobre como el dinero no se pueden comer.

Usted Decide, El Panamá América