
«Es hora de pelear, así sea con sangre, nuestra agua». Esta es sólo una de las frases de protesta que en Cabildo Abierto, celebrado en el corregimiento de Las Margaritas de Chepo, expresaron los moradores que no permitirán que se construya un proyecto hidroeléctrico, justamente en el río Mamoní, el cual abastece a la población de la región con agua potable.
En el país hay más de 90 proyectos hidroeléctricos que se han presentado ante la Autoridad Nacional del Ambiente. Muchos de ellos esperan aprobación, están en vía de presentar un estudio de impacto ambiental, o bien, ya fueron aprobados.
Estos proyectos tienen en común que en los poblados en donde se planean ejecutar los rechazan, ya que los afectados alegan que se altera el modus vivendis de los lugareños y se erosiona el ambiente.
Un ejemplo de ello es la situación que se vive en las provincias de Bocas del Toro y Chiriquí, donde la mayoría de las zonas afectadas son las comarcas indígenas y zonas protegidas.
En estas regiones se planean establecer 59 de los proyectos ya mencionados y según explicó Julio Yao, experto en la temática y miembro del movimiento de defensa y recuperación de Tierras y aguas, es preocupante la situación que se ha generado.
En detalle.
El proyecto que se plantea para el distrito de Chepo lo planea ejecutar la empresa de distribución de energía Elektra Noreste.
Lorena Fábrega, vocera de la entidad, explicó a que se trata de la construcción de una pequeña hidroeléctrica en la sección del río que es conocida como «El Salto».
Este proyecto tiene un costo aproximado de 21 millones de dólares y se prevé que podrá generar 9.9 MW de energía.
No obstante, documentos en línea de la ANAM indican que la empresa también tiene otra concesión en esta zona, casi en el nacimiento del río y que es conocida como Mamoní Arriba. Este segundo proyecto planea generar 5.3 MW de energía.
Fábrega explicó que por ahora se ocupan en realizar los estudios de impacto ambiental en la zona de El Salto, para luego presentarlos ante la ANAM y de allí realizarán un foro con la comunidad para que expongan sus inquietudes.
Añadió que previo al estudio realizaron una encuesta que reveló que el 63% de la población está de acuerdo con que se realice el proyecto, siempre y cuando les beneficie. No obstante, la historia parece ser otra, ya que durante el cabildo celebrado el sábado, los moradores organizaron un Comité Cívico Pro Defensa del Río Mamoní (COCIPRORIMA) y rechazar la construcción de la hidroeléctrica.
En este comité, participan casi todas las autoridades del distrito, entre ellas el diputado Tomás Gabriel Duque Mantovani, quien se declaró en contra del proyecto. Anunció que durante esta semana protestarán y no se descartó el cierre de la vía Panamerica. Además, visitarán las instalaciones de Elektra Noreste y acudirán a la Defensoría para elevar sus denuncias.
En defensa del vida y del ambiente
Julio Yao, es de la opinión que las empresas deben respetar los derechos de los afectados, contemplar la mitigación social y logar una armonía entre la población, el ambiente y el desarrollo nacional.
Sin embargo, cree que el problema con la construcción de las hidroléctricas, que a su criterio, forman parte del Plan Energético entre le Pacto Andino y Centroamérica para satisfacer las demandas de energía, es que esta interconexión afectará a las áreas indígenas, se destruyen las áreas protegidas, al paso de que se enriquecen a los promotores privados y empresas extranjeras.
“El recurso agua les pertenece a todos los panameños y no puede ser entregado a la voracidad de una minoría codiciosa y antinacional, menos a empresas extranjeras que no ofrecen un beneficio recíproco, justo o igualitario. Debe existir la voluntad para explorar otras opciones más rentables y amigables con el ambiente.
Entre beneficios y preocupaciones
Ni el ofrecimiento de 200 empleos y apertura de caminos de acceso que se generarán con la construcción de la hidroléctrica, que durará tres años, pueden cambiar la opinión de los moradores de Chepo.
Para los chepanos y especialmente, los margariteños como la maestra María Luisa Rodríguez, la hidroeléctrica es sinónimo de destrucción, contaminación y muerte.
Ella, ya sabe de esto.
En la década del 70, cuando se construyó la hidroeléctrica de Bayano lo vivió porque su familia tenía terrenos allí.
Curiosamente, le fueron otorgadas a su familia tierras en el Mamoní y por ello prevé que se repetirá la historia.
“Siempre prometen que estos proyectos son necesarios para que la energía eléctrica sea más barata, pero yo no he visto nada de eso. En cambio, los aumentos siguen y el pobre es el más afectado. Ahora quieren tomarse el río Mamoní”.
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