Están destruyendo la mejor reserva biológica del país

El artículo denominado Los destructores del Ambiente escrito por Carlos Gonzalez, quien es uno de los abogados del buffete de la compañía de AES Changuinola, y que como abogados que son están tratando de defender lo indefendible.  Hablemos claro: los proyectos hidroeléctricos que defiende este señor están dentro de la Reserva de la Biósfera La Amistad y áreas anexas de la Comarca Ngobe Buglé.  Esta área es de rica biodiversidad y de gran valor estratégico para el país para la conservación de su diversidad biológica y pureza de sus aguas dulces.

El artículo abajo desplegado debe leerlo de manera inversa a como está escrito.  Ha sido un buen intento de confundir a los que no conocen el detalle de lo que están devastando en el Valle del Río Changuinola y otras áreas del país sometidos a este estalinismo hidroeléctrico en nombre de la especulación y la codicia que es ciega a los daños ambientales que estos proyectos causan, tal y como lo plasma el señor Gonzalez en su artículo.

AES a 30% de avances de obras, según declaraciones de ellos mismos, aún no presentan ni siquiera los resultados de la riqueza biológica que sería afectada si el proyecto se concreta.  Además y lo que es grave, se están violando los derechos humanos de los pobladores indígenas, ya que por coacción los están haciendo firmar para ceder sus tierras para el proyecto.  El proceso de evaluación ambiental ha sido totalmente corrupto y el de fiscalización aún peor.  El gobierno de Panamá es juez y parte en este proyecto.

Burica Press

DESARROLLO.

Los destructores del ambiente

Carlos Ernesto González Ramírez
opinion@prensa.com

Hay personas que se oponen a la construcción de hidroeléctricas en Panamá. Alegan oponerse por la protección al medio ambiente o sostienen que el uso del agua por las hidroeléctricas destruye su calidad y limita su uso. Los hay, también, que se oponen alegando destrucción del nacimiento de los ríos, o por el impacto en las poblaciones adyacentes.

Yo me atrevo a asegurarles a estas personas que se equivocan. No es cierto que las hidroeléctricas sean inversiones destructoras de la naturaleza (si se llevan a cabo en apego a las normas vigentes para la protección del medio ambiente). Tampoco destruyen el acceso y la calidad del agua de los ciudadanos. Y no afectan los ecosistemas de forma negativa.

El impacto que estas inversiones tienen es perfectamente mitigable en términos ecológicos. En términos humanos, en aquellos casos en donde hay afectados por los embalses, es indispensable que estas personas sean debidamente compensadas, porque asumen un sacrificio para beneficio de todos los demás panameños.

Reserva de la Biósfera donde AES pretende construir dos represas grandes Chan 75 y Chan 220. Otro grupo promotor promueve el tercer proyecto denominado Chan 500/4. El espejo de agua continuo a lo largo de toda la cuenca media del Río Changuinola serían de alto impacto ambiental sin duda alguna.

Estas afirmaciones no las hago como técnico ni experto. Me baso en la experiencia que tenemos todos los panameños de convivir con una obra de infraestructura entre las más grandes del mundo y de ver que, a lo largo de casi 100 años, su construcción ha significado una bendición para los ecosistemas que le son circundantes. Claro, me refiero al Canal de Panamá.

Cuando se construyó el Canal, se removieron 204.9 millones de metros cúbicos de tierra y piedras, murieron alrededor de 25 mil personas (según cálculos de Gorgas) y se construyó un lago artificial de 423 Km2. Por si fuera esto poco, se desplazaron cuarenta y tres sitios poblados, entre los que se encontraban: Gatún, con 8 mil 887 habitantes; Emperador, con 7 mil 152 personas; Gorgona (mudado completamente al lugar en donde está ubicado hoy), con 3 mil 444; y así, una larga lista de poblaciones que quedaron ya sea inundadas o movilizadas por decisión del Gobierno de Estados Unidos. Es decir, se causó un impacto impresionante en el medio ambiente y, en términos humanos. Si comparamos las cifras de desplazados con la población total del país en la época, nos daremos cuenta que fue de una magnitud inimaginable hoy en día.

Estos datos demuestran el absurdo de la oposición, de algunos grupos organizados, a la construcción y desarrollo de hidroeléctricas. Bajo los criterios que ellos utilizan para oponerse a las mismas, el canal no se hubiese construido. Sin embargo, hoy podemos ver que esa obra también ha servido para preservar ecosistemas. Ha servido para proteger el agua, porque sin ella no funcionaría el Canal (al igual que las hidroeléctricas) y ha mejorado la calidad de vida de los panameños en su conjunto.

Si el Canal no se hubiese construido, probablemente hoy en día gran parte del área inundada serían pueblos y áreas de cultivo extensivo. Sin duda, gran parte de la biodiversidad que allí vemos habría desaparecido y, tal vez, la ciudad de Panamá tendría dificultades en el suministro de agua potable. Es más, es muy posible que las fuentes de agua estuvieran todas contaminadas.

A lo anterior habría que sumarle el impacto económico negativo de la no construcción del canal. Seríamos un país pobre, con infraestructura pobre y sin las opciones que tenemos hoy en día. Esta realidad es similar a lo que significaría, guardadas las proporciones, que detuviéramos la construcción de hidroeléctricas: un tope energético que implicaría un tope de crecimiento económico.

Peor aún, desde el punto de vista de aquellos conservacionistas que se oponen a cualquier tipo de inversión (los cuales, es preciso destacar, no son todos los conservacionistas), su propósito se desvirtuaría, ya que todos los otros tipos de generación de energía son más contaminantes. Generarían más contaminación o afectarían más la vegetación (leña, como en Haití) o destruiría más medio ambiente.

Podemos añadir a lo dicho, el incremento desmesurado del costo energético, la escasez del mismo y lo negativo que representa, para el desarrollo económico en su conjunto, la falta de certeza del suministro energético. Solo pregúntenle a un nica o a un californiano lo que significó o significa vivir con apagones diarios. Cuántos trabajos se perdieron y cuánto ha caído la productividad del ciudadano en conjunto.

Es innegable que Panamá es uno de los países más privilegiados del mundo en biodiversidad y riqueza natural. Esta biodiversidad debemos conservarla. Pero esta conservación no puede darse sin tomar en cuenta el desarrollo humano, el cual requiere de inversión de capital, de mecanismos que incrementen nuestra productividad y de infraestructura. Por tanto, el secreto está en mantener nuestro desarrollo a la vez que conservamos nuestra biodiversidad. Es, simplemente, el desarrollo sostenible.

La inversión en generación hidroeléctrica, por empresas serias y responsables, es uno de los mejores ejemplos de desarrollo sostenible. Es generación de energía limpia y seguridad de conservación y progreso para la población. El que diga otra cosa, hay que mandarlo a que conozca el Canal de Panamá.

El autor es miembro de la Fundación Libertad

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RÍOS EN GALICIA HAN SUFRIDO IRREPARABLES DAÑOS.

Una salvajada ecológica

Juan B. Gómez
opinión@prensa.com

Dice el señor Carlos Ernesto González Ramírez, en un artículo publicado en La Prensa el 21 de julio pasado: “ Yo me atrevo a asegurarles a estas personas [las que nos oponemos a la construcción de hidroeléctricas] que se equivocan. No es cierto que las hidroeléctricas sean inversiones destructoras de la naturaleza [si se llevan a cabo en apego a las normas vigentes para la protección del medio ambiente…]. Y no afectan los ecosistemas de forma negativa”

Vamos a ver todas estas cosas con calma, señor González Ramírez. Tengo en mi poder una caudalosa información que nos ha entregado un amigo español en la que se expresa todo lo contrario.

En esta valiosa documentación van enumerando, uno a uno, cómo se han destruido los ríos en Galicia, luego de instaladas las hidroeléctricas. Leamos:

“En pleno río Limia, un río histórico, Energía Orensana S.A. mete una minicentral que es una auténtica salvajada. No respeta nada, ni el caudal ecológico, ni tiene escalas ni nada que se le parezca… es la explotación a costa de todo. Una vergüenza…”

Y lo mismo ha ocurrido en todos los ríos en que se han construido hidroeléctricas. El río Tuño (“da pena verlo, ha quedado inservible”); el Edo, “esta minicentral es penosa. Las escalas son una burla al ciudadano”. El Cerves. El Deva. El Barbantiño…

Sería muy largo enumerar todos los desastres ecológicos, turísticos y sociales que trajo a la región de Galicia la instalación de las hidroeléctricas. Pero ahora los gallegos quieren salvar la situación y dicen:

“El Ministerio de Medio Ambiente frena 4 minicentrales hidroeléctricas en Burgos y Orense” (viernes, 18 de enero, 2008).

“El Ministerio de Medio Ambiente frena dos minicentrales hidroeléctricas en la demarcación del Ebro”.

“Fenosa renuncia a minicentrales en el Ulla por la presión social”.

“La Xunta frena nueve minicentrales concedidas por el PP en el río Ulla”.

“La Xunta revisa el Plan Hidroeléctrico y pone en jaque 71 minicentrales”.

“Los ríos gallegos, en general, no soportan ninguno el impacto ambiental de las minicentrales, debiera pararse su construcción y desmantelar la mayoría de las que hay construidas, aunque el mal sea ya irreversible”.

“Las minicentrales que se construyen son la mayoría privadas y por lo tanto sujetas a obtener el máximo lucro”.

“El número de minicentrales, de momento 300 en Galicia, es de locos. Son todas subvencionadas, por lo tanto es un auténtico negocio y por el contrario el control, al menos de las de Orense, es nulo. Son los amos y hacen lo que les viene en ganas con el río. No hay vigilancia de ningún tipo y producen la muerte del río en muchos kilómetros”.

“Desaparece la trucha y otras especies”.

“El lugar queda desgraciado turísticamente e incluso las orillas se vuelven lugares peligrosos”.

“Ultimamente empieza uno a enterarse de que las construcciones producen mortandad en muchos kilómetros, por ejemplo fallos con el cemento”.

“El 10% del caudal ecológico, generalmente es de vergüenza y no permite vivir ni a las ramas”.

“Inunda los cauces de arena por los desmontes, y dejan el río inservible en varios kilómetros”.

“Podredumbre es todo lo que queda debajo”.

“Las especies migratorias, truchas, salmón, anguilas, se les corta el ciclo, además muchas mueren en las turbinas de la central”.

“Las desgracias están preparadas en cualquier río que tenga una presa”.

A propósito de esto último, decía Carmencita Tedman (líder del movimiento por la conservación del medio ambiente) que ella retaba a que le señalaran un solo río en donde hubieran construido una hidroeléctrica que no hubieran destruido su curso. Todos quedan destruidos.

Podría seguir argumentando sobre lo peligroso que es, para nosotros los chiricanos y todos los panameños, que se construyan hidroeléctricas por todas partes. En Chiriquí ya se han otorgado 56 concesiones.

Y lo más peligroso es que vengan millonarios como Carlos Slim a comprar la energía para llevarla a otros países.

Para terminar, me permito decirle al señor González Ramírez, que no veo la relación que puede tener el temor que se destruyan nuestros ríos y la construcción del Canal de Panamá, o las torres gemelas o las pirámides de Egipto.

En los primeros tiempos de la historia la prescripción de crecery multiplicarse era buena. Hoy es nefasta y obedecerla sería desastroso.

El humorista español Julio Canba dijo en su obra Los perros de mister crutz: “Todos sabemos que la propiedad privada, por unas razones o por otras, es en nuestros días punto menos que intransmisible en casi todo el mundo, y que de padres a hijos solo se transmiten ya el bosio, la tuberculosis, el cretinismo, el genio y demás taras fisiológicas de la triste humanidad”.

Y Mark Van Doren decía en La profesión de Don Quijote: “Lo que realmente importa en últimos términos es manifestar grandeza de ánimo”.

De lo anterior se saca la siguiente conclusión: es muy importante pensar bien las decisiones que se toman, sobre cosas tan importante como es el caso de la construcción de hidroeléctricas, que sin duda destruirían los ríos chiricanos.

El autor es periodista

Boqueteños defienden su Río Caldera

Boqueteños en ‘pie de guerra’ contra obras hidroeléctricas

Raúl López
periodistas@estrelladepanama.com

“Ni una hidroeléctrica más”. Esa es la consigna no sólo de los ambientalistas, sino también del propio alcalde del distrito de Boquete, en Chiriquí, Manolo Ruiz. Ayer en un foro convocado por la Alcaldía y grupos defensores del medio ambiente, ratificaron una vez más su oposición a que se construyan nuevas hidroeléctricas en este punto de la provincia de Chiriquí. Incluso plantearon que el río Caldera, sea considerado un patrimonio y reserva hidrológica del país.

Ezequiel Miranda, presidente de la Asociación para la Conservación de la Biosfera, señaló que muchos de los proyectos hidroeléctricos en sus estudios de impacto ambiental, señalan que son categoría dos, para evitar la consulta pública.

“No vamos a seguir permitiendo que se juegue con nuestros recursos naturales, porque son parte de la comunidad”. Agrega que en el plan de ordenamiento territorial de Boquete, se establece que en este distrito no se debe construir ninguna hidroeléctrica.

Explica que las aguas del río Caldera, ya abastecen varios proyectos hidroeléctricos, algunos que ya fueron construidos y otros en pleno desarrollo; razón que consideran de peso para poner un alto. “Creo que este río ya cumplió con una cuota importante para la generación de energía eléctrica”.

Por su parte, el alcalde Ruiz, dijo estar claro en que los boqueteños rechazan los proyectos hidroeléctricos y espera que las autoridades nacionales respeten esta posición. Especificó que en estos momentos existe el interés de construir una hidroeléctrica en el corregimiento de Los Naranjos, pero que tanto él como los concejales de este distrito se oponen rotundamente. A pesar que ya se hizo un acuerdo municipal para declarar el río Caldera, patrimonio y reserva hidrológica, el cual será enviado próximamente a la Asamblea Nacional.

Dijo además que la primera dama, Vivian Fernández de Torrijos, le entregó en meses pasados a este distrito, La Bandera Azul Ecológica, la cual están dispuestos a devolver, si se insiste en autorizar la construcción de hidroeléctricas en Boquete.