NEGOCIADOS
Panamá ‘se vende’
Luis A. Sánchez M.
opinion@prensa.com
“Revuelvo la mirada y a veces siento espanto, cuando no veo el camino que a ti me ha de tornar”… Ricardo Miró. Finalmente, después de tantos años, he comprendido el mensaje que quiso transmitirnos Miró al escribir dicha frase. Hoy día, al igual que Miró, revuelvo la mirada y también siento espanto. La diferencia es que el espanto que siento es por el tormentoso camino que veo.
Tal parece que a los encargados de manejar las riendas del Estado solo les interesa su beneficio personal, al punto que no tienen reparo a la hora de vender la patria, si eso significa algunos dólares más para su bolsillo. Tal es el caso de una marina con capacidad para 400 botes (de hasta 300 pies) que se construirá en la comunidad de Bahía Honda, distrito de Soná, por parte de inversionistas inescrupulosos. Esto, con el visto bueno de funcionarios públicos que desconocen lo negativo que dicha construcción representa para el ecosistema.
La fragilidad de los ecosistemas de esta zona es tan sensible que, al menor descuido, podríamos causar daños irreparables y poner en peligro de extinción a muchas especies, sobre todo, de orden marino y endémicas (es decir solo existen en este lugar del mundo), cuyo hábitat es el Parque Nacional Coiba (PNC) y/o su zona de amortiguamiento, que se extiende a lo largo y ancho de la costa Pacífica veragüense.
Desde mediados de la década de 1980, los científicos se percataron que estas actividades causaban alteraciones al ecosistema del PNC y que era necesario regularlas, a través de la docencia comunitaria. Por tal motivo desde la creación del PNC, en diciembre de 1991, se establecen cinco grandes objetivos en el plan de manejo, a fin de evitar el colapso; los cuales, de manera resumida, establecen claramente la necesidad de conservar los ecosistemas insulares, marinos y costeros; promover el manejo y desarrollo de los recursos naturales mediante actividades como el turismo ecológico, interpretación de la naturaleza y educación ambiental.
La idea principal es mitigar las alteraciones al ecosistema por las labores de pesca artesanal y garantizar así la sostenibilidad en el tiempo de los recursos naturales del PNC. En ningún momento se contempla, ni mucho menos recomienda el establecimiento de explotaciones turísticas de alto impacto, como las que se pretenden construir en Bahía Honda.
Permitir el desarrollo de este proyecto sería tirar por la borda todo el esfuerzo y recursos invertidos tanto en el PNC, como en las comunidades a su alrededor, por dos proyectos implementados a principios de esta década: El Proyecto Combate a la Pobreza Rural y Conservación de los Recursos Naturales, costeado por el Estado panameño, mediante el financiamiento del Banco Mundial, y el Programa Araucaria Panamá, costeado por la Agencia Española de Cooperación Internacional y el Estado panameño, mediante el Fondo Mixto Hispano Panameño.
En ambos proyectos, durante mis labores como consultor y promotor comunitario, fui testigo de los esfuerzos de muchos profesionales nacionales y extranjeros por inducir, programar y ejecutar actividades de capacitación sobre alternativas de producción y explotación agrícola, pecuaria, pesquera y elaboración de artesanías, entre otras, que les permitieran generar los recursos necesarios para cubrir sus necesidades cotidianas, siendo respetuosos del medio ambiente.
Los habitantes de estas comunidades se involucraron y comprendieron la importancia del asunto. Entendieron todo ese cúmulo de palabras que pronunciaba esa turba de ingenieros y biólogos que visitó sus casas para explicarles que era hora de hacer un alto y enrumbar la nave, a fin de que sus descendientes también pudieran disfrutar de las bellezas que la naturaleza le regaló a sus comunidades.
He aquí el gran dilema: ¿cómo fue que logramos concienciar a estas personas, que en su mayoría apenas sabía leer y escribir, de la importancia de conservar los recursos naturales, pero hemos fracasado en el intento con abogados y arquitectos, quienes mediante artimañas legales y discursos baldíos pretenden hacernos creer que solo buscan el desarrollo y el bienestar de esa pobre gente? Al final, pienso que entienden perfectamente el mensaje, el punto es que les importa un bledo.
A estos inversionistas solo les importa el dinero, lo que acontezca después no les preocupa. Lo triste del caso es que siempre cuentan con el apoyo de gobiernos corruptos que, cual Judas Iscariote modernos, venden el patrimonio de sus conciudadanos por unas cuantas monedas.
Para muestra un botón: cuando se creó la hidroeléctrica de Bayano, se desalojó a sus habitantes prometiéndoles progreso, bienestar e indemnizaciones. La realidad de esa pobre gente hoy día, 35 años después, es la misma, siguen marginados, no cuentan con energía eléctrica y esperan una indemnización que hace mucho se embolsó el dictador Omar Torrijos y sus compinches. Ahora su heredero pretende repetir la historia (Y me temo que lo va a lograr) con el mismo cuento: “desarrollo, progreso y bienestar social”.
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