IMPACTO AMBIENTAL
Boquete y el deterioro ecológico
Eduardo A. Esquivel (opinion@prensa.com)
En la últimas décadas, las tierras altas de la provincia de Chiriquí, principalmente en el área de Boquete, han sido objeto de un serio impacto ambiental negativo por dos causas principales: la numerosa presencia de inversionistas extranjeros y el cambio climático.
La numerosa presencia de extranjeros, la mayoría jubilados y con recursos económicos, ha causado un impacto no solo ambiental sino socio–económico enorme. No solo por el exagerado valor de las tierras, sino porque esto ha provocado que muchos propietarios de fincas cafetaleras o áreas boscosas vendan sus tierras. Y estas, la mayoría de las veces, se asignan a proyectos residenciales o urbanísticos a costa de la ecología y el ambiente local.
La cobertura vegetal que protege la cuenca del río Caldera se ha deteriorado en más del 50% en los últimos 20 años por esta causa. Paralelamente, el cambio climático trae consigo más lluvias y fuertes vientos que agravan la situación, ya que encuentra a la cuenca del Caldera desprotegida, sujeta a fuertes escorrentías y erosión. Y está claro que esta situación se va a ir empeorando con el tiempo.
Al parecer, la Anam no ha actuado correctamente en el ordenamiento ambiental de esta zona. Las cabeceras del río Caldera están severamente deforestadas debido a que se permite la construcción de residencias campestres y sectores turísticos en estos lugares.
No existe ningún proyecto de reforestación con especies nativas de la zona. Esto también afecta a la escasa fauna, que se ve acorralada en las escasas áreas protegidas por los propietarios que no han querido vender sus tierras. Debido al alto valor de las tierras, el Parque Volcán Barú es constantemente afectado por supuestos propietarios que quieren vender estas áreas a extranjeros.
La deforestación de esta región protegida parece hacerse con total impunidad. Lo sucedido hace poco en diversos parajes de Boquete, y en el mismo pueblo, con la crecida del río, es solo el principio de una catástrofe que podría borrar al pueblo y otras áreas del mapa. Y es obvio que no existe solución de ingeniería posible para este problema.
Las autoridades ambientales deben ser mucho más estrictas con los permisos y los estudios de impacto ambiental. Se debe prohibir cualquier tipo de proyecto a más de un kilómetro de las fuentes del río Caldera, para proteger su servidumbre y reforestar masivamente toda la cuenca.
Es necesario comprender que si aquí esta generación cambió sus tierras por dinero, la próxima aprenderá que el dinero no se come. Y ya será demasiado tarde.
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