Tribuna abierta
Urge legislar sobre las vallas publicitarias
La ley señalaría responsabilidades de los funcionarios y sanciones para los que la incumplan
Publicado originalmente en La Prensa el 25 de febrero de 2002.
En Panamá, sobre publicidad en vallas y letreros, incluyendo los luminosos, hay lagunas sustanciales o normas obsoletas que no toman en cuenta las nuevas realidades del país y lo que sucede en el ámbito internacional . Como ejemplo del desorden en el tratamiento del tema, mencionemos lo que está sucediendo en las cercanías de la ciudad de Panamá, en donde se concentra la mitad de la población nacional, particularmente en las áreas de bosques protegidos. Después de la reversión de las tierras de la Zona del Canal, las carreteras que atraviesan esa parte del país han sufrido el desorden de las vallas publicitarias y los letreros que se colocan sin ninguna regulación, según el criterio limitado únicamente a lo fiscal, de las autoridades municipales pertinentes. En la ampliación a cuatro vías de una gran parte de la Carretera Interamericana, ha sucedido el mismo fenómeno. Además de perturbar bosques protegidos y parques nacionales como el de Campana, han aumentado en los últimos años los accidentes automovilísticos en dicha vía. Igual sucede, crecientemente, en la Carretera Transístmica hacia Colón y en la Vía Interamericana hacia el Darién. La contaminación visual de las áreas de bosques protegidos y parques nacionales ha aumentado de manera exponencial, sin que las autoridades nacionales hagan nada para frenarla y lo mismo sucede con el peligro de distracción de los automovilistas en las carreteras nacionales.
Perturbación visual

La publicidad con vallas se ha convertido en un verdadero problema ambiental y de urbanismo. Todo el mundo coloca vallas "legales" e ilegales en todas partes, sin considerar el efecto nocivo y de mal gusto visual que provocan en nuestras ciudades, avenidas y pueblos.
Cada vez se ven más afectados los usuarios por la invasión de dicha publicidad que, a más de incrementar la contaminación visual y propiciar una amenaza potencial a su seguridad, se convierte, para muchos panameños, en una molestia constante, en particular la publicidad luminosa que afecta sus vidas en sus residencias y en sus lugares de trabajo y esparcimiento.
Panamá ha adoptado en los últimos tiempos políticas apropiadas, y ha puesto en marcha proyectos para mejorar su medio ambiente. Ha creado parques nacionales, ha declarado monumentos históricos y conjuntos patrimoniales. Igualmente, hemos propuesto políticas y programas de desarrollo turístico, pero ocultamos o perturbamos los atractivos mediante dichos dispositivos de publicidad. Pero más grave resulta la creciente publicidad en carreteras y autopistas que, al distraer al conductor, promueven accidentes de tránsito cuya cifra aumenta en razón más que proporcional con el crecimiento demográfico. ¿Cuántas tragedias humanas de panameños y de visitantes no se habrían registrado si se hubiese legislado, con oportunidad, en el tema de las vallas publicitarias en las carreteras nacionales? ¿Cuánto luto no se hubiese evitado si se hubieran adoptado las normas que se aplican en los países más desarrollados que vivieron, anticipadamente, lo que estamos experimentando en Panamá?
¿Cuántos recursos se han perdido a causa de los accidentes automovilísticos de distracción provocados por vallas publicitarias?
Es verdad que tanto los municipios como ciertas empresas encuentran ingresos en la instalación de dichas vallas y letreros, y que esa actividad crea un cierto número de empleos. Pero, también actividades nefastas como la venta sin cortapisas de productos dañinos o peligrosos beneficiaba y todavía produce ingresos a ciertos empresarios, a colectividades locales y hasta a Estados soberanos. De todas maneras, la restricción de la publicidad, en consonancia con el bien público, no hará que desaparezca por completo.
Simplemente, ella se redirigirá hacia otros soportes que no produzcan daño a la colectividad y a las personas, tal como ha sucedido en otros lugares en donde se ha legislado en el sentido que se propone. El resultado final será que, después de un período de ajuste, se mantendrán los mismos ingresos y el mismo número de empleos. Por igual, los municipios pueden encontrar fuentes de recursos alternativas al ver que sus riquezas patrimoniales, sus paisajes, sus monumentos y sus sitios son cada vez más atractivos para los visitantes y los turistas.
Entendemos que otros países del área, como Costa Rica, se han adelantado y han adoptado legislación sobre esta materia que debería aplicarse a toda el área centroamericana. Ojalá que Panamá demuestre, en esta ocasión su voluntad de modernidad y de progreso por lo menos comparable a la de sus vecinos.
Propuesta
Una forma concreta de enfrentar el problema es mediante la adopción de legislación, tal como ha sido probado en otros países, sobre la publicidad en vallas y letreros para reordenarla de manera más racional, en consonancia con las necesidades prioritarias de seguridad de las personas y de protección del medio ambiente. Los puntos esenciales de dicho proyecto serían, a mi juicio, los relativos a la seguridad ciudadana, en particular de los conductores de automotores y, luego, los que tratarían sobre la contaminación visual rural y urbana. Así, estarían prohibidas las vallas publicitarias y letreros y preletreros que pueden ya sea reducir la visibilidad o la eficacia de las señales reglamentarias, ya sea a encandilar a los usuarios de las vías públicas, ya sea atraer su atención en condiciones peligrosas para la seguridad de las carreteras. Las condiciones y normas que deben respetar los dispositivos luminosos y espejos reflectores visibles desde las vías públicas serían fijadas por decretos apropiados.
Según la propuesta que hice a la Asamblea Legislativa estarían prohibidas en la ley que se adoptara sobre la materia la publicidad y las vallas publicitarias, letreros y preletreros que, por su forma, sus colores, su texto, sus símbolos, sus dimensiones o su emplazamiento puedan ser confundidas con las señales reglamentarias de la circulación vial adoptadas oficialmente en la República de Panamá. Estaría prohibido colocar afiches o marcas sobre las señales reglamentarias y sus soportes así como sobre cualquier otro equipamiento relativo a la circulación vial. Esta prohibición se aplicaría también sobre los monumentos naturales, las plantaciones, los postes de transporte y distribución de energía eléctrica, los postes de telecomunicaciones, las instalaciones de iluminación pública y los equipamientos públicos que se refieren a la circulación vial, ferroviaria, fluvial, marítima o aérea, las aceras, calzadas y de una manera general sobre todas las obras situadas en la ruta o en las áreas que la dominan, incluyendo el derecho de vía. En el interior de las aglomeraciones, las vallas publicitarias y letreros y preletreros visibles desde la vía rápida estarían prohibidos a cada lado de esta, sobre una anchura de 40 metros medidos a partir del borde exterior de cada calzada. Dicha prohibición se extendería a: 1) las zonas de protección delimitadas alrededor de las áreas clasificadas de carácter histórico o cultural o alrededor de los monumentos históricos; y 2) los parques nacionales y monumentos naturales. Sólo se podría salvar esta prohibición instituyendo zonas de publicidad restringida. La publicidad estaría igualmente prohibida: 1) En los monumentos históricos y las zonas de protección delimitadas alrededor de los mismos. 2) A menos de 100 metros y en el campo de visibilidad de los inmuebles clasificados como monumentos históricos. 3) En las zonas de protección del patrimonio arquitectónico y urbano.
También, fuera de las aglomeraciones urbanas, tal como las definiría el Ministerio de Vivienda, las vallas publicitarias y letreros y preletreros visibles desde una vía rápida, autopista o carretera de cuatro carriles, estarían prohibidas a cada lado de esta, sobre una anchura de 200 metros medidos a partir de borde exterior de cada calzada. Mientras que fuera de las aglomeraciones, las vallas publicitarias y letreros y preletreros visibles desde las carreteras nacionales y las vías comunales estarían prohibidas a cada lado de estas sobre una anchura de 20 metros medidos desde el borde exterior de la calzada. Finalmente, toda publicidad exterior estaría prohibida sobre los inmuebles declarados monumentos históricos, sobre los monumentos naturales, en los parques nacionales y las reservas naturales y en los árboles.
Por su parte la publicidad luminosa estaría prohibida sobre los techos de los inmuebles o frente a las ventanas de los inmuebles residenciales y no debería estar situada en un plan paralelo al de una pared o de la baranda del balcón de una residencia. En este orden de ideas, se otorgaría dos años de plazo máximo para que se ajustaran los actuales usuarios a la legislación propuesta y quedaría, en manos de los municipios, decidir sobre el monto de la autorización para colocar vallas y letreros publicitarios, lo mismo que su recaudación. La ley contemplaría, de manera clara y apropiada, las sanciones para los que la incumplan, ya sea los propietarios de las vallas publicitarias como sus fabricantes y también las sanciones para autoridades encargadas de su aplicación cuando eludan su responsabilidad.
(El autor es geógrafo, historiador y planificador urbano)
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ATENTADO VISUAL
El cáncer de las vallas publicitarias
Omar Jaén Suárez (La Prensa, 31 de agosto de 2009)
opinion@prensa.com
Al fin ha saltado a la luz lo que es notorio desde hace décadas: el grave problema de los excesos de la publicidad en la vía pública que nos afecta cada día más a todos. Hace algunos años realicé investigaciones sobre dicha publicidad y llegué a la conclusión de que las vallas se han convertido, en su mayor parte, en un atentado visual en contra del ambiente y en un peligro para los automovilistas.
El 26 de octubre de 2002 en nota que en calidad de asesor ad honórem dirigí al presidente de la Asamblea Legislativa, Laurentino Cortizo, y para responder a su requerimiento, adjunté un documento con elementos susceptibles de servir de base a un anteproyecto de ley, inspirado en la normativa más avanzada y moderna que ha sido adoptada en países de la Unión Europea y que se ha extendido a todo su territorio; normativa semejante pareciera estar comenzando a adoptarse hasta en Costa Rica y Colombia. En esa ocasión, la Asamblea no pudo actuar, al parecer, triunfó la mafia político-económica de los empresarios de las vallas –que se añade a las de los transportistas y otros elementos nefastos de nuestra sociedad, quienes actúan en contubernio con ciertas autoridades– y desde entonces la situación se ha agravado notablemente.
En aquella ocasión me preguntaba: ¿por qué llenamos el país de letreros y de estructuras ruinosas que afean nuestros paisajes?, ¿cuántas tragedias humanas no se habrían registrado si se hubiese legislado, con oportunidad, en el tema de las vallas publicitarias en las carreteras nacionales?, ¿cuánto luto no se hubiese evitado si se hubiesen adoptado las normas que se aplican en los países más desarrollados que vivieron, anticipadamente, lo que experimentamos hoy en Panamá?, ¿cuántos recursos se han perdido a causa de los accidentes automovilísticos de distracción provocados por vallas? La respuesta la vemos a diario en los titulares de la crónica roja y en la sensación de hastío de los visitantes, panameños y extranjeros, que no comprenden cómo un país puede hacer esfuerzos para atraer turistas y ocultar, desde sus carreteras, la belleza de su medio natural.
Es verdad que tanto municipios como empresas publicitarias encuentran ingresos en la instalación de dichas vallas y letreros y que esa actividad genera empleos. Pero también actividades nefastas, fuera de la ley, como la venta sin cortapisas de productos dañinos crean puestos de trabajo y producen ingresos a ciertos empresarios y a ciertas colectividades locales. Sin embargo, la restricción de la publicidad en consonancia con el bien público, no hará que desaparezca por completo. Esta publicidad se redirigirá hacia otros soportes que no produzcan daño a la colectividad y a las personas, tal como ha sucedido en otros lugares en donde se ha legislado en el sentido apropiado. El resultado final será que, después de un período de ajuste, se mantendrán los mismos ingresos y el mismo número de empleos. Los municipios pueden encontrar fuentes de recursos alternativas al ver que sus riquezas patrimoniales, sus paisajes, sus monumentos y sus sitios son cada vez más atractivos para los visitantes y los turistas. Entendemos que otros países del área, como Costa Rica, se han adelantado y han adoptado legislación sobre esta materia que deberá aplicarse a toda el área centroamericana.
Espero que la administración del presidente Martinelli otorgue al tema la importancia que merece. Una forma concreta de enfrentar el problema es mediante la adopción de legislación, tal como ha sido probado en otros países, sobre la publicidad en vallas y letreros para reordenarla de manera más racional, en consonancia con las necesidades prioritarias de seguridad de las personas y de protección del ambiente. Creo que la denuncia de una situación negativa es necesaria, pero es mejor si va acompañada de una propuesta de solución. En consecuencia, he enviado a varias autoridades, nacionales y municipales, la documentación reunida desde hace años que pudiese servir de base a un anteproyecto de ley que regule la materia, cuya urgencia es más que evidente.
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Burica Press felicita al académico Omar Jaén Suárez por su persistencia en denunciar este cáncer que afea a nuestras ciudades y avenidas.
Burica Press
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