Día de la Tierra, momento para la acción

Día de la Tierra, momento para la acción

Según el último informe GEO del Programa de las Naciones Unidas para el Ambiente (PNUMA) la importancia del medio ambiente es a menudo subestimada por todos nosotros, aun a pesar de su incalculable valor para la supervivencia y el desarrollo humano. El colapso del pilar ambiental es muy posible que ocurra, a menos que se reconozca la urgencia de emprender acciones, desde el nivel local al mundial, para encarar los efectos de las acciones humanas.

Reserva de la Biósfera La Amistad Panamá, sector norte visto desde Bocas del Toro en dirección sur (Al fondo el Volcán Barú)

Hoy, en el día de la Tierra de 2010 todos los ciudadanos debemos estar absolutamente seguros que tenemos enormes cantidades de contaminantes en la atmósfera que respiramos; que hemos empobrecido a nivel de tierras degradadas un enorme espacio antes útil para la vida y la existencia de actividades; estamos destruyendo y agotando los bosques y lo que nos provee; estamos extinguiendo especies y amenazamos con nuestro estilo de vida y de alto consumo la diversidad biológica; seguimos contaminando y disminuyendo las aguas dulces; hemos agotado los recursos marinos a niveles graves. Nuestra gula está acabando con nuestro planeta y no hemos sido capaces de detener estas malas acciones que nos consumen a si mismos.

El medio ambiente se encuentra sitiado dice la PNUMA y lo dice todo el mundo, pero poco estamos haciendo y mucho estamos permitiendo. Es hora de promover cambios tanto a corto como a largo plazo, el desarrollo sostenible seguirá siendo una mentira, perteneciente a un confuso y lejano horizonte si no nos comprometemos como ciudadanos a hacer los cambios. No podemos permitir que nuestros gobiernos, buenos o malos hagan lo que les parece a libre discreción, sino lo que corresponde.

Todos los expertos ambientales de mundo coinciden que es necesario un enfoque equilibrado en dirección al desarrollo sostenible. Las tres dimensiones, la social, la económica y la ambiental son igualmente esenciales y nunca excluyentes. Cuándo vamos a aprender esto?

Nuestros gobiernos, producto de la falta de visión, planificación, avaricia, ignorancia, corrupción y su falta de asesoramiento técnico siguen dejando por fuera la dimensión ambiental a conveniencia de ellos y sus socios co-gobernantes, lo que está llevando a una política sin salida que nos está conduciendo inevitablemente al colapso de los otros dos pilares del desarrollo sostenible.

Estas palabras se repiten y se repiten cada día, cada mes y cada año y nadie escucha, ni mucho menos nadie actúa. Es hora que Panamá cambie, pero para eso debemos ser una sociedad democrática, visionaria y comprometida con el bien común. No podemos ser ecologistas por un lado y consumistas por otro. No podemos ser una sociedad hipócrita y egoísta, ya que por ello no vemos, ni creemos en los tres pilares del desarrollo sostenible. Si no creemos en el desarrollo sostenible, mucho menos vamos a creer en un mundo nuevo y mejor para el planeta y por ende para los humanos que la habitan y que su supervivencia depende de su buen estado de salud.

Solicito una reflexión profunda de lo que estamos haciendo como individuos y solicito nos tracemos metas personales, institucionales y organizativas para lograr los cambios que nuestra madre tierra reclama. Sirva este día de la Tierra para proponer lo que todos queremos, un planeta para vivir y no para ser depredado por nuestro egoísmo, ni abandonado por nuestra ignorancia. No derrochemos energía, no compremos lo que no necesitamos, no participemos de la destrucción del planeta.

Ariel Rodríguez V.
Arielrod24@gmail.com

XII Día Mundial de acción contra las represas y por los ríos, el agua y la vida

14 DE MARZO: XII DÍA MUNDIAL DE ACCIÓNCONTRA LAS REPRESAS Y POR LOS RIOS, EL AGUA Y LA VIDA

Burica Press –Medio Ambiente

La Red de lucha contra las represas más importante de América Latina exigió a los gobiernos de la región suspender los proyectos hidroeléctricos y de abastecimiento de agua que implican severos impactos sociales y ambientales.

Del 14 al 22 de marzo, en la Semana del Agua, se harán cientos de actividades de protesta en todos los países de Latinoamérica, reclamando por ríos libres, reparación y restauración de daños ocasionados por las grandes represas y por el agua como derecho humano y bien común.

El Día Mundial de Acción contra las Represas fue fijado en Curitiba, Brasil, en 1997, al culminar el «Primer Encuentro Internacional de Pueblos Afectados por Represas». Cada año, desde entonces, organizaciones de todo el mundo realizan actividades y movilizaciones en simultáneo para la fecha. Este año, las actividades y protestas contra las grandes represas en América Latina se realizarán durante toda la semana, hasta el 22 de marzo, instaurado como Día Mundial del Agua.

En su última asamblea, la Red Latinoamericana sobre Represas (Redlar), exigió al presidente de Colombia, Álvaro Uribe, el desmantelamiento inmediato de la represa Urrá I y, la reparación de los daños ocasionados al Río Sinú, a la cultura y formas de vida del pueblo Embera Katío, del pueblo Zenú, y a los pescadores y campesinos de la Cuenca Baja del río Sinú, consecuencia directa de la construcción y puesta en marcha de la central hidroeléctrica, así como la cancelación del proyecto Río Sinú (Urrá II) que condenaría al exterminio del Pueblo Emberá Katío del Alto Sinú.

“Los gobiernos de la región deben implementar una matriz energética sustentable que no signifique la imposición, agresión, genocidio y destrucción de las culturas y el medio ambiente, y deben priorizar una política de eficiencia energética regional”, sostuvo Elba Stancich, de Taller Ecologista (Argentina), integrante del equipo de coordinación de Redlar.

Eugenio Guido, de la Federación Costarricense para la Conservación del Ambiente (Fecon) y co-coordinador de Redlar, sostuvo que “los gobiernos tienen la obligación de respetar y reconocer legalmente los procesos consultivos y plebiscitos comunitarios sobre los proyectos hidroeléctricos, como los realizados en Pacuare (Costa Rica), en Ixcán (Guatemala) y en Misiones (Argentina) por la represa de Corpus”.

Para esta Red “es fundamental que se detenga la criminalización de las luchas y protestas sociales y ambientales, así como la necesidad del esclarecimiento y la sanción penal a los autores de los asesinatos de dirigentes sociales y populares que lucharon por los derechos humanos, culturales, ambientales y territoriales de sus pueblos”, señaló Bertha Cáceres, del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), también de la coordinación de Redlar.

Finalmente, los miembros de Redlar realizaron un llamamiento a que el conjunto pleno de las sociedades y los representantes que las gobiernan, se comprometan con un modelo energético sustentable y éticamente responsable con la naturaleza y la gente.

NOTAS

(1) http://www.redlar.org.ar: audios y actividades sobre el Día de Acción Internacional.

http://www.internationalrivers.org/en/day-of-action: información sobre acciones globales:

(2) Redlar (Red Latinoamericana contra Represas y por los Ríos, sus Comunidades y el Agua). La Red está compuesta por más de 260 miembros de organizaciones sociales, indígenas, ambientalistas, de derechos humanos, de mujeres, redes, frentes, y movimientos de 18 países de América Latina, que involucran a más de un millón de personas. Fue constituida en 1999, en San Pablo, Brasil.

Selvas un nuevo símbolo del debate sobre los bosques lluviosos (Inglés)

New Jungles Prompt a Debate on Rain Forests

Tito Herrera for The New York Times

NEW GROWTH Marta Ortega de Wing once raised pigs in Chilibre, Panama, on land now reverting to nature, a trend dimming the view of primeval forests as sacred.

Published: January 29, 2009

CHILIBRE, Panama — The land where Marta Ortega de Wing raised hundreds of pigs until 10 years ago is being overtaken by galloping jungle — palms, lizards and ants.

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The New York Times

Jungle is developing again on old holdings around Chilibre.

Instead of farming, she now shops at the supermarket and her grown children and grandchildren live in places like Panama City and New York.

Here, and in other tropical countries around the world, small holdings like Ms. Ortega de Wing’s — and much larger swaths of farmland — are reverting to nature, as people abandon their land and move to the cities in search of better livings.

These new “secondary” forests are emerging in Latin America, Asia and other tropical regions at such a fast pace that the trend has set off a serious debate about whether saving primeval rain forest — an iconic environmental cause — may be less urgent than once thought. By one estimate, for every acre of rain forest cut down each year, more than 50 acres of new forest are growing in the tropics on land that was once farmed, logged or ravaged by natural disaster.

“There is far more forest here than there was 30 years ago,” said Ms. Ortega de Wing, 64, who remembers fields of mango trees and banana plants.

The new forests, the scientists argue, could blunt the effects of rain forest destruction by absorbing carbon dioxide, the leading heat-trapping gas linked to global warming, one crucial role that rain forests play. They could also, to a lesser extent, provide habitat for endangered species.

The idea has stirred outrage among environmentalists who believe that vigorous efforts to protect native rain forest should remain a top priority. But the notion has gained currency in mainstream organizations like the Smithsonian Institution and the United Nations, which in 2005 concluded that new forests were “increasing dramatically” and “undervalued” for their environmental benefits. The United Nations is undertaking the first global catalog of the new forests, which vary greatly in their stage of growth.

“Biologists were ignoring these huge population trends and acting as if only original forest has conservation value, and that’s just wrong,” said Joe Wright, a senior scientist at the Smithsonian Tropical Research Institute here, who set off a firestorm two years ago by suggesting that the new forests could substantially compensate for rain forest destruction.

“Is this a real rain forest?” Dr. Wright asked, walking the land of a former American cacao plantation that was abandoned about 50 years ago, and pointing to fig trees and vast webs of community spiders and howler monkeys.

“A botanist can look at the trees here and know this is regrowth,” he said. “But the temperature and humidity are right. Look at the number of birds! It works. This is a suitable habitat.”

Dr. Wright and others say the overzealous protection of rain forests not only prevents poor local people from profiting from the rain forests on their land but also robs financing and attention from other approaches to fighting global warming, like eliminating coal plants.

But other scientists, including some of Dr. Wright’s closest colleagues, disagree, saying that forceful protection of rain forests is especially important in the face of threats from industrialized farming and logging.

The issue has also set off a debate over the true definition of a rain forest. How do old forests compare with new ones in their environmental value? Is every rain forest sacred?

“Yes, there are forests growing back, but not all forests are equal,” said Bill Laurance, another senior scientist at the Smithsonian, who has worked extensively in the Amazon.

He scoffed as he viewed Ms. Ortega de Wing’s overgrown land: “This is a caricature of a rain forest!” he said. “There’s no canopy, there’s too much light, there are only a few species. There is a lot of change all around here whittling away at the forest, from highways to development.”

While new forests may absorb carbon emissions, he says, they are unlikely to save most endangered rain-forest species, which have no way to reach them.

Everyone, including Dr. Wright, agrees that large-scale rain-forest destruction in the Amazon or Indonesia should be limited or managed. Rain forests are the world’s great carbon sinks, absorbing the emissions that humans send into the atmosphere, and providing havens for biodiversity.

At issue is how to tally the costs and benefits of forests, at a time when increasing attention is being paid to global climate management and carbon accounting.

Just last month, at climate talks held by the United Nations in Poznan, Poland, the world’s environment ministers agreed to a new program through which developing countries will be rewarded for preventing deforestation. But little is known about the new forests — some of them have never even been mapped — and they were not factored into the equation at the meetings.

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Tito Herrera for The New York Times

FADING WAYS Gumercinto Vásquez said it was hard to find work in Chilibre because so many farms had been abandoned.

Dr. Wright and other scientists say they should be. About 38 million acres of original rain forest are being cut down every year, but in 2005, according to the most recent “State of the World’s Forests Report” by the United Nations Food and Agriculture Organization, there were an estimated 2.1 billion acres of potential replacement forest growing in the tropics — an area almost as large as the United States. The new forest included secondary forest on former farmland and so-called degraded forest, land that has been partly logged or destroyed by natural disasters like fires and then left to nature. In Panama by the 1990s, the last decade for which data is available, the rain forest is being destroyed at a rate of 1.3 percent each year. The area of secondary forest is increasing by more than 4 percent yearly, Dr. Wright estimates.

With the heat and rainfall in tropical Panama, new growth is remarkably fast. Within 15 years, abandoned land can contain trees more than 100 feet high. Within 20, a thick rain-forest canopy forms again. Here in the lush, misty hills, it is easy to see rain-forest destruction as part of a centuries-old cycle of human civilization and wilderness, in which each in turn is cleared and replaced by the other. The Mayans first cleared lands here that are now dense forest. The area around Gamboa, cleared when the Panama Canal was built, now looks to the untrained eye like the wildest of jungles.

But Dr. Laurance says that is a dangerous lens through which to view the modern world, where the forces that are destroying rain forest operate on a scale previously unknown.

Now the rain forest is being felled by “industrial forestry, agriculture, the oil and gas industry — and it’s globalized, where every stick of timber is being cut in Congo is sent to China and one bulldozer does a lot more damage than 1,000 farmers with machetes,” he said.

Globally, one-fifth of the world’s carbon emissions come from the destruction of rain forests, scientists say. It is unknown how much of that is being canceled out by forest that is in the process of regrowth. It is a crucial but scientifically controversial question, the answer to which may depend on where and when the forests are growing.

Although the United Nations’ report noted the enormous increase of secondary forests, it is unclear how to describe or define them. The 2.1 billion acres of secondary forests includes a mishmash of land that has the potential to grow into a vibrant faux rain forest and land that may never become more than a biologically shallow tangle of trees and weeds.

“Our knowledge of these forests is still rather limited,” said Wulf Killmann, director of forestry products and industry at the United Nations agriculture organization. The agency is in the early phases of a global assessment of the scope of secondary forest, which will be ready in 2011.

The Smithsonian, hoping to answer such questions, is just starting to study a large plot of newly abandoned farmland in central Panama to learn about the regeneration of forests there.

Regenerated forests in the tropics appear to be especially good at absorbing emissions of carbon, but that ability is based on location and rate of growth. A field abandoned in New York in 1900 will have trees shorter than those growing on a field here that was abandoned just 20 years ago.

For many biologists, a far bigger concern is whether new forests can support the riot of plant and animal species associated with rain forests. Part of the problem is that abandoned farmland is often distant from native rain forest. How does it help Amazonian species threatened by rain-forest destruction in Brazil if secondary forests grow on the outskirts of Panama City?

Dr. Wright — an internationally respected scientist — said he knew he was stirring up controversy when he suggested to a conference of tropical biologists that rain forests might not be so bad off. Having lived in Panama for 25 years, he is convinced that scientific assessments of the rain forests’ future were not taking into account the effects of population and migration trends that are obvious on the ground.

In Latin America and Asia, birthrates have dropped drastically; most people have two or three children. New jobs tied to global industry, as well as improved transportation, are luring a rural population to fast-growing cities. Better farming techniques and access to seed and fertilizer mean that marginal lands are no longer farmed because it takes fewer farmers to feed a growing population.

Gumercinto Vásquez, a stooped casual laborer who was weeding a field in Chilibre in the blistering sun, said it had become hard for him to find work because so many farms had been abandoned.

“Very few people around here are farming these days,” he said.

Dr. Wright, looking at a new forest, sees possibility. He says new research suggests that 40 to 90 percent of rain-forest species can survive in new forest.

Dr. Laurance focuses on what will be missing, ticking off species like jaguars, tapirs and a variety of birds and invertebrates.

While he concedes that a regrown forest may absorb some carbon, he insists, “This is not the rich ecosystem of a rain forest.”

Still, the fate of secondary forests lies not just in biology. A global recession could erase jobs in cities, driving residents back to the land.

“Those are questions for economists and politicians, not us,” Dr. Wright said.

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Piense en el Planeta, consuma menos

Piense en el planeta y modere el consumo

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció que una de las causas del deterioro ambiental es el consumo irresponsable de determinados bienes y servicios. Por ello es importante que cada persona reflexione sobre la importancia de consumir de forma equilibrada.

«Por consumo responsable entendemos la elección de los productos no solo con base en su calidad y precio, sino también por su impacto ambiental y social», señaló María José Troya, directora de la Tribuna del Consumidor, quien puntualizó que con pequeños cambios en los hábitos de compra se puede cuidar al planeta.

Consumismo es un término que se utiliza para describir los efectos de igualar la felicidad personal a la compra de bienes y servicios o al consumo en general. El caso es ejemplificado por la frase Cuanto más consumo, más feliz soy. También se refiere al consumo desmedido de bienes y servicios en la sociedad contemporánea que impacta seriamente en los recursos naturales y el equilibrio ecológico.  Prueba de esto es el hecho de que el consumo de recursos de la sociedad estadounidense, de aplicarse en todo el planeta, requeriria los recursos de dos planetas más iguales a la Tierra para sustentarlo.  El consumismo inicia su desarrollo y crecimiento a lo largo del Siglo XX como consecuencia directa del capitalismo y de la mercadotecnia asociada; ésta última tiene como uno de sus objetivos crear nuevas necesidades en el consumidor de modo de aumentar las ventas de los productos. El consumismo se ha desarrollado principalmente en el mundo occidental haciendo popular el término antropológico social sociedad de consumo, que se refiere al consumo masivo de productos y servicios por una sociedad determinada.

Consumismo es un término que se utiliza para describir los efectos de igualar la felicidad personal a la compra de bienes y servicios o al consumo en general. El caso es ejemplificado por la frase Cuanto más consumo, más feliz soy.

David Pallares se considera un consumidor responsable. Desde que regresó de Europa, tras estudiar un posgrado en ese continente, realiza sus compras de manera «ecológica». «Prefiero comprar los productos que vienen en envases grandes, retornables y de vidrio para no generar basura extra con botellas pequeñas, de plástico, difíciles de degradar», explicó.

El consumo responsable también puede trasladarse a los servicios básicos. Agua y energía eléctrica son dos bienes fundamentales que se deben preservar, utilizándolos solamente cuando sea necesario. Por esto vigile que las llaves de agua y los focos no estén encendidos innecesariamente.

En la adquisición de cosméticos y productos de higiene personal se puede consumir ecológicamente, si se opta por comprar artículos naturales, que no tengan ingredientes como el petróleo, en cuya extracción se vulnera el medioambiente. Igualmente, al escoger desodorantes y fijadores para el cabello, no compre los envases de spray, ya que utilizan gases propelentes que dañan la capa de ozono.

La diseñadora gráfica María Soledad Ríos ha entrado en la onda del consumo responsable. Desde hace tres años realiza sus trabajos en papel reciclable y, cada vez que puede, sugiere a sus clientes hacer lo mismo. «El papel reciclable no es caro y además es muy bonito para utilizarlo en sobres y tarjetas personales», indicó.

Las fundas de plástico generan una importante cantidad de basura y, en su fabricación, se producen gases altamente tóxicos para el planeta. Usted puede reutilizar las bolsas que le proporcionan en el supermercado y las tiendas, ya sea para hacer nuevas compras o para botar los desperdicios. (DP)

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Consumismo también se refiere al consumo desmedido de bienes y servicios en la sociedad contemporánea que impacta seriamente en los recursos naturales y el equilibrio ecológico. Prueba de esto es el hecho de que el consumo de recursos de la sociedad estadounidense, de aplicarse en todo el planeta, requeriría los recursos de dos planetas más iguales a la Tierra para sustentarlo. El consumismo inicia su desarrollo y crecimiento a lo largo del Siglo XX como consecuencia directa del capitalismo y de la mercadotecnia asociada; ésta última tiene como uno de sus objetivos crear nuevas necesidades en el consumidor de modo de aumentar las ventas de los productos. El consumismo se ha desarrollado principalmente en el mundo occidental haciendo popular el término antropológico social sociedad de consumo, que se refiere al consumo masivo de productos y servicios por una sociedad determinada.

Crisis y prioridades para los humanos

Crisis y prioridades

Eduardo A. Esquivel R.

INGENIERO

Hace poco leí un artículo de opinión de alguien que decía que las personas no sabían lo que pasaría si nos quedaramos sin energía eléctrica, en un ataque tangencial en contra de los movimientos ecologistas que se oponen a las represas. Observen que digo «represas», y no «hidroeléctricas», que no es lo mismo. Las enormes «represas» con sus grandes embalses, como Bayano, son de altísimo impacto ambiental y social, y altamente ineficientes. Las enormes hidroeléctricas, con sus pequeños embalses, como Fortuna, tienen un bajo impacto ambiental y una gran eficiencia.

El mencionado autor pronosticaba una catástrofe nacional y colocaba la energía eléctrica en un primer lugar de prioridad para la Nación. Esto me llevó a pensar que, en caso de una real y definitiva crisis existencial del país, ¿cuáles serían las verdaderas prioridades? Desde luego, serían las necesarias para mantener la vida. Así:

1. El Aire. Un ser humano promedio no puede vivir más de cinco minutos sin aire. Desde luego que este elemento difícilmente entrará en crisis, por más que se contamine la atmósfera; así que se considera sólo como referencia. Aunque con el aire contaminado la expectativa de vida se reduce notablemente.

2. El Agua. Un ser humano promedio no puede vivir sin consumir agua más de 10 días. Como prioridad de vida, el agua sólo se considera para beber, no para otros usos. La crisis del agua es real y a corto plazo en Panamá. Sin alternativas.

3. Diversidad biológica: Las plantas y animales forman una parte importante del mecanismo que mantiene la vida. Son necesarios para mantener la atmósfera respirable y el ciclo del agua, entre otras cosas. La destrucción de la biodiversidad es una crisis real. No tiene alternativas.

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Destaque Jos� Corpas (c), se ha destacado en el Gast�n. (Foto: Miguel Cavalli / EPASA)

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4. La comida: Un ser humano promedio sólo puede vivir sin comer, dependiendo de su constitución, de 30 a 50 días. La crisis de los alimentos es real, y a corto plazo ya se siente en Panamá. Es un factor sin alternativas.

5. El Espacio Vital: Un factor poco conocido, pero conflictivo. Es el espacio necesario para que un hombre pueda vivir razonablemente. Su reducción afecta a todos los demás factores básicos. La Teoría de Malthus se basa en este concepto. Es un factor crítico, real, y sin alternativas.

6. La Energía Eléctrica: En caso de ser necesario, un ser humano puede vivir toda su vida sin energía eléctrica. Este factor mejora la calidad de vida, pero no es esencial para ella. Es un factor con alternativas.

7. Vivienda. Al igual que el anterior, la vivienda mejora la calidad de vida, pero no es esencial para la supervivencia básica. Con alternativas diversas.

8. Combustible. Es casi el mismo caso que la energía eléctrica. El ser humano puede vivir sin utilizar gasolina o diesel, de ser necesario. Es un factor con alternativas.

Como conclusión, tenemos que el agua y la comida son los elementos prioritarios que los gobiernos deben asegurar que no se deterioren y así poder mantener la paz social. Los demás elementos son manejables, según las circunstancias.