Destruyen joya arquitectónica del casco antiguo de Panamá

PATRIMONIO.

Hotel Central está hecho escombros

José Arcia
jarcia@prensa.com

A pesar que los planos finales de la restauración del Hotel Central, en el Casco Antiguo, no están aprobados, la estructura solo mantiene en pie tres frágiles paredes.

CASCO ANTIGUO.EL PROYECTO NO CUENTA CON PLANOS FINALES APROBADOS POR LAS AUTORIDADES.

Hotel Central, reducido a escombros

El año pasado el Gobierno anunció el anhelado proyecto de restaurar un edificio que se construyó cerca de 1880. Un grupo español propuso una inversión de alrededor de 20 millones de dólares en el inmueble. La alegría de arquitectos restauradores, como Sebastián Paniza, por recuperar el abandonado edificio duró poco. Ahora mira con tristeza el inmueble, porque considera que la historia ha quedado reducida a escombros.

El edificio estuvo abandonado por casi 15 años, sin que se presentara un plan de restauración. Mallas cubren las tres paredes que quedaron del edificio que se podrían desplomar, si no se les coloca soporte.

Del histórico Hotel Central, en el Casco Antiguo, quedan solo tres paredes, medio cascarón. El anhelado proyecto de restaurar ese edificio ha terminado por desconcertar a arquitectos restauradores como Sebastián Paniza.

Él, desde su oficina, ubicada detrás del hotel, ha observado día a día cómo «la historia ha quedado en escombros».

«Estoy perplejo», dijo. El edificio fue categorizado de segundo orden por la Dirección de Patrimonio Histórico del Instituto Nacional de Cultura (Inac).

En un nota fechada 28 de septiembre de 2006 y firmada por el entonces director de Patrimonio Histórico, Domingo Varela, se especifican los elementos estructurales que se deben conservar: el primer patio con elementos originales como la galería de madera con antepecho calada; la gran escalera, con todo sus aspectos decorativos, tragaluz con ventanas pivotadas; y el cielo raso de madera.

También se debe preservar, señala la nota, la fachada hacia la Avenida Central, mantener todas las paredes de calicantos y los elementos de carpintería que sean originales, tanto en el exterior como en el interior de la estructura. Las escaleras del edificio no están, dijo Paniza.

Lo que es peor. La Comisión Nacional de Arqueología y Monumento Histórico (Conamuh) no ha aprobado los planos del proyecto a cargo de los arquitectos Valentín Monforte y Alfredo Villaverde. Hasta el momento lo que existe es un anteproyecto de planos, explicó Luciano Angeloni, presidente de la Conamuh.

Agregó que la semana pasada se iban a discutir los planos, pero se pospuso para la próxima reunión.

Valverde dijo que por el momento no podía emitir ningún comentario porque debía llamar a España para consultar a los inversionistas. Este diario no logró contactar a Monforte.

La directora de Patrimonio Histórico, Lineth Montenegro, en tanto, sostuvo que los trabajos han sido autorizados por su dirección.

Contrario a las críticas, Montenegro considera que las labores que se realizan en el Hotel Central, construido por el año 1880, forman parte de un proyecto que busca recuperar las estructuras originales del edificio. Lo que pasa, explicó, es que el inmueble fue restaurado durante la construcción del Canal de Panamá. Lo que se busca es que se construya con las estructuras francesas y no americanas.

La Conamuh en pleno obligó a los propietarios, un grupo español, a recuperar las estructuras francesas y así se estableció en el anteproyecto de planos que se aprobó, aseguró.

Para Paniza, allí no se está haciendo un trabajo de restauración. «Todo se ha borrado», se quejó, y seguido se preguntó ¿dónde están las autoridades?

Montenegro manifestó que con este edificio se están haciendo «algunos sacrificios», porque se busca recuperar el entorno francés de la plaza Catedral. Señaló que los cuestionamientos se esperaban.

La norma establece que se debe conservar la escalera. Patrimonio Histórico dice que se busca recuperar el estilo francés, pero la estructura ya desapareció. Parte de la vista interior del edificio, previo a que comenzaran los trabajos de restauración. Eran elaboradas estructuras de madera.

 

Texto: José Arcia

 

Análisis del paisaje en los estudios de impacto ambiental en Panamá

Análisis del paisaje en los estudios de impacto ambiental en Panamá

Introducción

El siguiente contenido donde se analiza el paisaje como un componente clave dentro del proceso de evaluación de impactos ambientales fue incorporado del Manual Operativo de Evaluación de Impacto Ambiental de la República de Panamá que estuvo vigente hasta septiembre de 2006. Aún así este texto y herramientas de evaluación siguen siendo válidos y casi son ignorados en la mayoría de los estudios de impacto ambiental que se presentan ante la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM).

Hasta el momento seguimos a merced de la anarquía y la corrupción en el proceso de evaluación de impacto ambiental, ya que las consultas interinstitucionales y de la sociedad civil son ignoradas a conveniencia, con más razón en el tema de destrucción de paisajes únicos culturales y naturales. Este componente de los Estudios de Impacto Ambiental subvalorado en nuestra sociedad refleja de estamos a muchas décadas de alcanzar un mínimo de cultura ambiental en la sociedad en general que promueva el verdadero desarrollo humano sostenible y evite la destrucción ambiental como valor de desarrollo.

Panamá La Vieja es un ejemplo de paisaje cultural destruido desde mediados del siglo XX por el precarismo, la construcción de la Vía Cincuentenario y por las torres de apartamentos y edificios de complejos industriales que se permitieron en las inmediaciones visibles de este monumento histórico. En la actualidad sigue siendo destruida por la proliferación de moles en las inmediaciones, que evidentemente han cambiado y siguen cambiando un paisaje cultural que debió ser protegido.

Torre de Panama La Vieja y Torre de Costa de Este

Foto: Eduardo Bethancourt. Dos torres. Una del siglo XVII y otra del siglo XXI. Nótese como un lugar histórico es afectado en el contexto paisajístico con la mole que está eregida detrás. Lamentablemente esta es una de muchas otras torres que copan el paisaje de Panamá La Vieja. Fuente: www.panoramio.com

 

La construcción del Corredor Sur al frente, cumplió un cometido fundamental de la destrucción del paisaje cultural y natural de Panamá La Vieja. Poco o nada se dijo al respecto en ese momento. La sociedad civil ambiental era muda y muy débil.

La destrucción del paisaje natural es lo más evidente en el país con proyectos que no consideran el recurso paisaje como valor a ser afectado, sin embargo, los promotores y urbanistas y expertos de turismo saben que el paisaje es uno de los principales motores de atracción de inversiones y de promoción de nuestro país. Nadie le interesa invertir seriamente en un país destruido ambientalmente y carente de bellezas escénicas naturales y culturales.

Casos emblemáticos de proyectos aprobados irregularmente por ANAM que promueven la destrucción de paisajes naturales excepcionales en áreas protegidas y corredores biológicos, figuran las siguientes:

  1. Proyecto Hidroeléctrico Chan 75, Bosque Protector de Palo Seco y Reserva de la Biósfera
  2. Proyecto Hidroeléctrico Chan 140, Bosque Protector de Palo Seco y Reserva de la Biósfera
  3. Proyecto Hidroeléctrico Chan 220, Bosque Protector de Palo Seco y Reserva de la Biósfera
  4. Proyecto Hidroeléctrico Bonyic en territorio Naso, Bosque Protector de Palo Seco y Reserva de la Biosfera
  5. Proyecto Minero de Cerro Petaquilla y Molejón
  6. Proyecto Residencial Red Frog Beach Fase I y II, área de amortiguamiento del Parque Nacional Marino Isla de Bastimentos y Reserva de la Biosfera.
  7. Proyecto Residencial Isla Viveros en el Archipiélago de Las Perlas
  8. Proyectos Residenciales variados en los bosques de las áreas revertidas de Panamá y Colón
  9. Proyecto de Autopista Panamá Colón, Parque Nacional Soberanía

El paisaje como recurso natural o cultural y la valoración de sus impactos

El análisis de los impactos ambientales en el paisaje debe tratarse como cualquier otro recurso a ser afectado por una acción humana determinada. El paisaje puede ser estudiado desde dos aspectos distintos:

a) Donde el valor del paisaje corresponde al conjunto de interrelaciones del resto de los elementos (agua, aire, plantas, rocas, etc.) y su estudio precisa de la previa investigación de éstos.

b) Donde el paisaje engloba una fracción importante de los valores plásticos y emocionales del medio natural, por lo cual es recomendable su estudio a base de cualidades o valores visuales.

Los parámetros a utilizar varían de un área a otra y de acuerdo a los objetivos planteados en cada estudio. Por ello existen distintas técnicas utilizadas para inventariar, identificar y posteriormente evaluar el estado del paisaje. Principalmente se abordan a través de sus cualidades de visibilidad, fragilidad y calidad:

a) Condiciones de Visibilidad. La visibilidad engloba a todos los posibles puntos de observación desde donde la acción es visible. Su determinación delimita los posibles impactos que puedan derivarse de la alteración de las vistas de los puntos de observación con un nuevo elemento artificial.

Algunas de las técnicas utilizadas son: observación directa in situ, determinación manual de perfiles, métodos automáticos, búsqueda por sector y búsqueda por cuadrículas. Sus usos dependen de las características de cada lugar y de la información disponible. Existen métodos manuales que producen mapas de visibilidad o se puede utilizar un computador.

b) La Fragilidad del Paisaje. Este concepto corresponde al conjunto de características del territorio relacionadas con su capacidad de respuesta al cambio de sus propiedades paisajísticas. La fragilidad se perfila como una cualidad o propiedad del terreno que sirve de guía para localizar las posibles instalaciones o sus elementos, de tal manera de producir el menor impacto visual posible. Normalmente, los factores que influyen en la fragilidad son de tipo biofísico, perceptivo e histórico-cultural. Además de estos factores puede considerarse la proximidad y la exposición visual.

c) La Calidad del Paisaje. Existe cada vez más un creciente reconocimiento de la importancia de la calidad estética o belleza del paisaje, exigiendo que estos valores se evalúen en términos comparables al resto de los recursos. La percepción del paisaje depende de las condiciones o mecanismos sensitivos del observador, de las condiciones educativas o culturales y de las relaciones del observador con el objeto a contemplar.

Territorio Naso Teribe en Bocas del Toro

Foto: Biodiversidadpanama. Río Teribe, subcuenca del Río Changuinola, Bosque Protector de Palo Seco y área núcleo de la Reserva de la Biósfera La Amistad Panamá. En este entorno aguas arriba se han obtenido los permisos del gobierno, más no así de los Nasos para construir vías de acceso y construcción de una represa en Bonyic. 

Si bien es cierto que la calidad formal de los objetos que conforman el paisaje y las relaciones con su entorno, pueden describirse en términos de diseño, tamaño, forma, color y espacio, existen grandes diferencias al medir el valor relativo de cada uno y su peso en la composición total. Para ello, se han establecido una serie de métodos; entre los que se destacan:

Métodos directos

La valoración se realiza a partir de la contemplación de la totalidad del paisaje.

i) De subjetividad aceptada. Es la más simple a pesar de ser la menos objetiva de los términos, pero se acepta por el grado de subjetividad que posee el paisaje. El resultado puede corresponder a una parcelación del territorio clasificado en categorías de calidad visual; por ejemplo: excelente, muy buena, buena, regular y mala.

ii) De subjetividad controlada. Este método se basa en una escala universal de valores del paisaje, de tal forma que se permite establecer cifras comparables en distintas áreas. Para estos efectos las categorías y valores suelen ser: espectacular, soberbio, distinguido, agradable, vulgar y feo. Se realiza con la participación de personal especializado y se utilizan escalas universales para lograr que la valoración subjetiva sea comparable entre sitios distintos.

iii) De subjetividad compartida. Es similar al método de subjetividad aceptada. En este caso la valorización es desarrollada por un grupo de profesionales que deben llegar al consenso, con lo cual se eliminan posturas extremas dentro del grupo. Se utiliza un proceso interactivo hasta conseguir el consenso de los participantes por medio de dinámicas de grupo. En síntesis se somete a discusión la apreciación estética del paisaje.

iv) De subjetividad representativa. En este caso, la valoración se realiza por una cierta cantidad de personas que son representativas de la sociedad. Se hace a través de encuestas, lo que permite una ordenación de los paisajes seleccionados. Se utilizan fotografías como apoyo.

Métodos indirectos

Incluyen métodos cualitativos y cuantitativos que evalúan el paisaje, analizando y describiendo sus componentes. Algunos de los métodos considerados son:

i) Métodos de valoración a través de componentes del paisaje. Se usan las características físicas del paisaje; por ejemplo: la topografía, los usos del suelo, la presencia del agua, etc. Cada unidad se valora en términos de los componentes y después los valores parciales se agregan para obtener un dato final. La diferencia entre los distintos métodos radica en la selección de los componentes y la forma de valorarlos.

ii) Métodos de valoración a través de categorías estéticas. Cada unidad se valora en función de cada una de las categorías estéticas establecidas, agregando o compatibilizando las valoraciones parciales en un valor único para cada unidad. Se utilizan categorías como unidad, variedad, contraste, etc. Su punto central se relaciona con la selección de los componentes a utilizar y con los criterios que los representan.

iii) Métodos mixtos. Estos métodos combinan los dos anteriores, valorando directamente por medio de un análisis de componentes que averigua la participación de cada uno en el valor total.

Referencias:

Resolución AG-0292-01 de 10 de septiembre de 2001. «Por la cual se adopta el Manual Operativo de Evaluación de Impacto Ambiental».

Autor:

Ariel Rodríguez Vargas
FCNET, Universidad de Panamá
Edición digital para dominio público: Centro de Estudios de Recursos Bióticos.

San Felipe y su derecho a tener playas libres de construcción

CASCO VIEJO. PROCURADOR RECLAMA FINCAS PARA EL ESTADO.

San Felipe, eje de una polémica

El pedido de Oscar Ceville incluye al ex Club Unión, que un inversor compró en abril pasado por $7.5 millones.

Están en igual situación al menos 10 fincas del Casco Viejo, ubicadas entre el mar y la antigua muralla.

LA PRENSA/Víctor Arosemena

PROPIEDAD. La Constitución de 1941 estableció que las áreas de playa o ribera del mar son bienes de dominio público.

Santiago Fascetto
sfascetto@prensa.com

El antiguo Club Unión en San Felipe supo esconder muchos misterios: por sus lujosos salones se decidió una porción del destino de Panamá. Hoy sus ruinas también esconden un secreto.

Según el procurador de la Administración, Oscar Ceville, el terreno debió pasar al Estado en 1961. Y para hacer realidad esa disposición instó –en una nota fechada el 24 de julio de 2007– a la Dirección de Catastro del Ministerio de Economía y Finanzas para que reclame esa parcela. El viejo Club Unión no sería el único que permanece en la nebulosa legal: hay unas 10 fincas más, ubicadas entre la antigua muralla que rodeaba a San Felipe y el mar.

Vea San Felipe: entre lo público y lo privado

INVESTIGACIÓN. PROCURADOR DE LA ADMINISTRACIÓN PIDE RECUPERAR PARA EL ESTADO MILLONARIOS TERRENOS.

San Felipe: entre lo público y lo privado

El director de Catastro, Mariano Quintero, dijo que estudiará la situación de las fincas sobre el mar.

En el centro de la pelea se encuentra uno de los edificios más representativos de la zona: el ex Club Unión.

LA PRENSA/Víctor Arosemena

PLAYA. La propiedad donde funcionaba el ex Club Unión se encuentra fuera de los primeros límites originales de San Felipe.

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La ley prohíbe que los cambios aumenten la altura y el tamaño del edificio, pero pretenden construir cuatro pisos.

Santiago Fascetto
sfascetto@prensa.com

Una atmósfera indescifrable rodea las ruinas de la construcción blanca. Como si una muda ligazón al pasado de Panamá lo mantuviera en pie, a pesar del abandono. Pero el edificio del ex Club Unión en el Casco Viejo no solo refleja la imagen de otro tiempo, sino que además representa algo menos romántico: al Estado holgazán.

Desde 1961 la finca 14861, sobre la que está construida el edificio, debió pasar al Estado por estar constituida sobre áreas de playa o ribera de mar, según lo estableció la Constitución Política de 1941. Así lo ratificó el 3 de marzo de 1997 la ex procuradora de la Administración Alma Montenegro de Fletcher. Igual postura tomó su reemplazo, Oscar Ceville, el 24 de julio pasado.

Sin embargo, ningún gobierno se interesó en su suerte. Y el millonario terreno continuó en manos privadas.

Aparte de la finca del ex Club Unión, Ceville reclamó para el Estado alrededor de 10 parcelas que se encuentran entre la antigua muralla de la ciudad colonial –hoy casi desaparecida– y el mar.

El funcionario emitió su opinión a pedido de la Oficina del Casco Antiguo (OCA), quien le remitió una nota el 10 de abril último. ¿El motivo? La sociedad Propiedades de la Bahía –del inversor estadounidense Paul Stallings– había comprado el terreno por 7 millones y medio de dólares y deseaba construir un hotel de lujo. Por eso, la OCA quería asegurarse de que fueran viables los planos a pesar de que el inmueble encerraba una contradicción: se hallaba sobre la ribera del mar (en terreno público) pero, por otro lado, estaba inscripta en el Registro Público a nombre de un particular.

Ceville zanjó esa incoherencia de un plumazo: reclamó a la Dirección de Catastro del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) que presente una acción judicial para intentar recuperar los terrenos. «Basados en la opinión del Procurador, vamos a empezar una investigación para identificar qué fincas se encuentran sobre la ribera del mar», anunció su director, Mariano Quintero, quien conoció el escrito de Ceville por La Prensa.

En un cajón

A pesar de la opinión de Ceville, la Oficina del Casco Antiguo continuó con el trámite de factibilidad de los planos que presentó la firma Propiedades de la Bahía. El escrito del Procurador incomodaba y su destino estuvo cantado: terminó congelado en un cajón del elegante edificio de la calle 3.

Sin el documento en el horizonte, el director del organismo que decide sobre San Felipe, Ariel Espino, aprobó el anteproyecto que presentó la empresa el 20 de agosto pasado.

Espino, además, dejó esperando al cartero: nunca informó a la Dirección de Catastro de la situación. «Lo que dice el Procurador es que es muy posible que eso [la finca del ex Club Unión] sea del Estado y el MEF tiene que hacer esto y aquello, pero mientras eso no ocurra esa propiedad sigue siendo de un particular», se justificó (ver recuadro).

Se esconden los archivos.

En la Dirección de Catastro hay un antecedente respecto de los terrenos en San Felipe: es la circular que envió el 9 de marzo de 2005 a esa dependencia el antiguo director nacional de Patrimonio Histórico, Domingo Varela. La inquietud de Varela era la misma: ¿Se puede aprobar un proyecto turístico en el ex Club Unión cuya finca se encuentra sobre la ribera del mar por fuera de los límites de la antigua muralla? En aquella época el grupo hotelero Decameron analizaba levantar un hotel allí.

Varela se quedó esperando una respuesta que nunca llegó. O sí, pero sin ir hasta el fondo del asunto. El entonces director de Catastro, Benjamín Colamarco, hizo lo más fácil: el 22 de marzo de 2005 se limitó a informar que la finca en cuestión estaba inscrita por un particular. Y nada más.

La situación de la finca del viejo club social se repite en unas 10 fincas más. Según la Corte Suprema de Justicia, a pesar de que los terrenos están en manos privadas, en 1961 las «playas, riberas de playa y fondo de mar, en manos de particulares pasaron a ser bienes de dominio público».

Ese fue el argumento que utilizó Ceville y que la Oficina del Casco Antiguo ignoró. Y la Dirección de Catastro ni se enteró.

Para que esos terrenos pasen al Estado, entonces, solo resta que se formalice la titularidad, según Ceville. Los nuevos dueños del ex Club Unión, por su parte, no están tan convencidos de ello. «Existen fincas costeras debidamente constituidas y legalmente inscritas en la república de Panamá, cuyos titulares son particulares y cuyo derecho de propiedad es anterior a las reformas constitucionales», consideró el bufete Fábrega, Molino & Mulino, representante de Stallings, quien le compró el viejo Club Unión a la empresa Hoteles Decameron el 16 de abril de 2007.

¿Más problemas?

La situación de la finca no es el único escollo que deberá sortear Stallings si en algún momento piensa cortar la cinta de su nuevo negocio: según la ley, las restauraciones en el Casco Viejo no pueden aumentar la altura y el tamaño del edificio original. Y los planos que Stallings presentó a la Oficina del Casco Antiguo incluyen volúmenes nuevos. «La parcela y las ruinas son de tamaño diferente y es un problema porque, al tratar de usar el total de la propiedad, se está creando una volumetría que nunca existió», comentó Espino.

«Siempre –amplió–, desde que se hizo el primer proyecto en esa propiedad, se dijo que el edifico existente debía restaurarse y, tomando en cuenta que la finca era mucho más grande que el edificio, se podía añadir una segunda ala que fuera compatible con el diseño». Espino aseguró que en los planos la cuestión está resuelta. Especialistas consultados, sin embargo, opinaron lo contrario.

Ariel Espino: ‘El Casco Antiguo es previo a toda la legislación’

Para el director de la Oficina del Casco Antiguo, Ariel Espino, la situación de las tierras ubicadas entre la antigua muralla y el mar están en un laberinto. Y la salida no está al alcance de la mano. «El Casco Viejo es previo a toda la legislación que tiene que ver con estos temas», dijo. «Por eso –agregó– es una situación bastante anómala donde la interpretación de la ley se complica».

Espino no está convencido, por otro lado, de los resultados de un posible reclamo judicial por parte del Estado. «Es posible que se determine que solo un porcentaje de la finca está en el lecho marino y otro porcentaje no», pronosticó.

Linet Montenegro, titular de la Dirección de Patrimonio Histórico, tiene otras prioridades: cuidar que la herencia que existe no se deteriore. «Nuestra función es recibir un proyecto y ver si cumple con los requisitos». Montenegro insistió en que el MEF ya se pronunció sobre la cuestión en 2005. Sin embargo, esa dependencia nunca dictaminó sobre el fondo del asunto: ¿De quién son los millonarios terrenos?

Para el representante legal de Propiedades de la Bahía esa pregunta no admite doble respuesta. «El Procurador dice que el Estado tiene ciertos derechos sobre la finca, pero para reclamarla tiene que presentar una acción judicial», señaló el abogado José Preciado. «Eso es lo mismo que expropiar la propiedad», añadió. Ayer, Guillermo Cochez (junto con Víctor Martínez) se adelantó y presentó una demanda de bien oculto para ser beneficiario, junto con el Estado, de la recuperación de los bienes.

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La finca nació en 1942.

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La finca sobre la que el Club Unión construyó su primera sede propia, en San Felipe, nació el 18 de noviembre de 1942 de la fusión de dos lotes que le vendió el Municipio de Panamá. Casi 30 años después, la sociedad Club Unión S.A. se desprendió de sus terrenos: fue el 9 de junio de 1971.

En aquella época los cuarteles dominaban la política de Panamá y el edificio no escapó de ello: su nuevo propietario pasó a ser la Sociedad de Beneficencia de la Guardia Nacional. Lo pagó en 112 mil dólares.

Luego de la invasión de Estados Unidos, el 15 de julio de 1992, la Asociación de Beneficencia de los Miembros de la Fuerza Pública (antes Sociedad de Beneficencia de la Guardia Nacional) traspasó por 340 mil dólares la propiedad a la sociedad Falúa Investments, que por el mismo precio la vendió a Yack Financial el 27 de agosto de 1999.

El nuevo siglo trajo consigo una fiebre inmobiliaria en el istmo. El negocio del ladrillo comenzó a despegar y la finca no fue la excepción. El 23 de mayo de 2003 la compró la sociedad Hoteles Decameron por un millón 800 mil dólares. El grupo hotelero comenzó los estudios para levantar un hotel de lujo. Pero, al tiempo, la idea se desinfló. Ahora la empresa Propiedades de la Bahía, de Paul Stallings, volvió a reactivar la idea. Solo para contar con la tierra pagó 7 millones y medio de dólares.

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Muy buen reportaje de La Prensa, Felicitaciones al periodista Santiago Fascetto.

Burica Press

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SAN FELIPE.

Ariel Espino se aleja de polémica por terrenos

El titular de la Oficina del Casco Antiguo aclaró que la Dirección de Patrimonio Histórico aprueba los planos.

LA PRENSA/Archivo

Viejo Club Unión923753

Santiago Fascetto
sfascetto@prensa.com

El titular de la Oficina del Casco Antiguo (OCA), Ariel Espino, dijo ayer que la Dirección de Patrimonio Histórico –del Instituto Nacional de Cultura (INAC)– es la encargada de aprobar los proyectos del área de San Felipe. «Patrimonio Histórico pone el sello y la firma», se excusó. Espino se alejó así de la polémica por la aprobación de los planos del hotel de lujo que la firma Propiedades de la Bahía analiza construir en el terreno del ex Club Unión.

A pesar de que el procurador de la Administración, Oscar Ceville, le advirtió mediante una nota a Espino –el 24 de julio pasado– que la finca del viejo Club Unión debió pasar al Estado en 1961, la Dirección de Patrimonio Histórico –que maneja Linet Montenegro– ignoró la advertencia y aprobó el proyecto el 20 de agosto último.

Ceville reclamó las tierras para el Estado, basado en un fallo de la Corte Suprema de Justicia de 2005, que ratificó la letra de la Constitución de 1941.

«No estamos escondiendo información», dijo Espino, y luego aclaró: «La duda legal sobre la propiedad de la finca se decide en la justicia, y la presentación debe hacerla el Ministerio de Economía y Finanzas». Aparte del viejo Club Unión, unos 10 terrenos –entre la antigua muralla y el mar– estarían en igual situación.

«La Oficina del Casco Antiguo depende del Instituto Nacional de Cultura, pero no forma parte de su organigrama», se atajó el funcionario. «No somos autónomos pero casi», amplió. Espino detalló que hizo la consulta al Procurador por pedido del ex director del INAC, Domingo Varela. Y no en forma autónoma.

CONSENSO HISTÓRICO

Junto a la situación legal del inmueble, el flamante dueño del ex Club Unión –que pagó 7 millones y medio por la propiedad– enfrenta otro problema: la prohibición legal de aumentar la altura y el tamaño del edificio original.

Pero, según Espino, eso no es un escollo. «La propiedad es muy complicada: por 10 años el consenso en la Dirección de Patrimonio Histórico fue que los dueños debían restaurar el edificio original y añadir un ala nueva», comentó.

«La normativa no dice claramente qué hacer con ese lote, porque esa propiedad sería la excepción y no la regla», destacó en diálogo telefónico con este diario.

La Prensa, 9 de octubre de 2007