El debate energético, una necesidad urgente
15 DE MAYO.Tengo que admitir mi satisfacción al leer en la La Prensa el artículo del representante del BID en Panamá, Marcelo Antinori. En Panamá urge realizar un debate sobre el tema energético. Pero lo más importante es que esta posición es compartida por varios actores de la sociedad civil afectados por el actual lineamiento energético. Para aquellos que siguieron la movilización de campesinos e indígenas que acamparon en la Plaza Catedral, sabrán que el punto número cinco del documento entregado a la Presidencia pedía «abrir una mesa de debate participativo, en igualdad de condiciones para todos los sectores, para la construcción de políticas sociales, ambientales y energéticas».Consideramos que además de los puntos de debate presentados se deben incluir otros aspectos importantes.Así, evaluar la necesidad energética que tendrá el país en el futuro debe ir más allá de considerar un aumento de demanda, sino que también debe contemplar medidas para controlar el consumo.
¿Cuáles son las implicaciones de sostener un crecimiento de 7% de la demanda energética? ¿Tiene el país la capacidad de carga para soportar el efecto acumulado de las decenas de proyectos de generación necesarios para satisfacer este crecimiento continuo? ¿Qué medidas se pueden tomar para disminuir el consumo energético y simultáneamente mejorar la calidad de vida de las personas? Se deben tomar consideraciones como la presentada por el arquitecto mexicano Luis Carlos Herrera, en el foro «Desarrollo Sostenible, construyendo para el planeta»: implementar diseños de construcción que reduzcan el consumo desmedido de energía, entre muchas otras.Además de incluir el tema de reducción de consumo, el debate energético debe incluir discusiones profundas sobre los derechos de la población a ser «sacrificada».
¿Qué garantías se tienen actualmente del consentimiento previo, libre e informado de las comunidades afectadas? ¿Cuáles son las consecuencias de que el Estado se desligue de toda responsabilidad en las negociaciones con las comunidades? Debido a que una cantidad significativa de los proyectos propuestos se realizan en territorios indígenas, ¿qué está haciendo Panamá para asegurar el respeto de las tradiciones y la supervivencia de usos culturales? ¿Cuáles son las implicaciones de efectuar proyectos en sus territorios sin respetar el derecho a la autodeterminación de los pueblos?Resulta importante que los estudios de factibilidad no solo evalúen si el proyecto es viable económicamente y técnicamente, también debe incluir una evaluación social y ambiental.
Por lo tanto, se debe discutir sobre la mejor manera de cuantificar los costos de aspectos como la pérdida de especies acuáticas, la pérdida de tierras agrícolas productivas, la pérdida de usos culturales, la fragmentación de bosques, cambios en la distribución de usos del agua, entre muchos otros. El debate debe permitir el análisis del impacto acumulado de los proyectos, y no solo de los individuales.¿Alguien sabe qué porcentaje del agua nacional quedará embalsada -o controlada- si se realizaran los proyectos?Concordamos con el Sr. Antinori, se está incrementando la «polarización» y «politización» de los actores, lo cual no beneficia a nadie.Sin embargo, hay que dejar claro que esta situación se ha debido en gran parte a la renuencia del Estado panameño de realizar un debate amplio e informado antes de empezar a implementar forzosamente sus lineamientos energéticos.
Lucía L. Lasso
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