Ciudad de Panamá un dechado de corrrupción y mal gusto urbanístico

Las autoridades guardan silencio

Caos urbanístico

En la ciudad de Panamá, las violaciones a las normas de construcción son el resultado de los cinco años de Jaime Salas como ingeniero municipal.

INFRACCIÓN. La construcción de un hotel, en calle 49, Bella Vista, se ha tomado el espacio público, lo que impide el libre y seguro tránsito. Esta acción viola un Acuerdo Municipal de 2006, cuyo cumplimiento debe ser vigilado por el Ingeniero Municipal. LA PRENSA/Carlos Lemos

Mónica Palm
UNIDAD DE INVESTIGACIÓN

mpalm@prensa.com

La ciudad de Panamá es un caos urbanístico, una mezcla –a partes iguales– de cemento y violaciones a las disposiciones que regulan las obras de construcción y los espacios públicos, en un sector que mueve millones de dólares en inversiones.

Los responsables directos de semejante anarquía son el alcalde Juan Carlos Navarro y el ingeniero municipal Jaime Salas.

El poderío de este último se puede cuantificar en los 18 mil permisos de construcción que –según sus propios cálculos– ha expedido como ingeniero municipal.

“Estamos hablando de 3 mil 500 millones de dólares de inversión que pasaron por esta dirección durante estos cuatro años y medio que tenemos”, señaló.

Este diario tiene semanas de investigar las violaciones en materia de desarrollo urbano, sin respuesta de las autoridades municipales.

Jaime Salas da la cara por una ciudad donde se multiplican las obras de construcción que violan abiertamente las leyes de desarrollo urbanístico

Una ciudad depredada

En la capital no se construye, demuele u ocupa nada si el Ingeniero Municipal no otorga un permiso. He aquí el resultado de cinco años de gestión.

Plaza Independencia. Se permitió la construcción, pese a que su promotor agregó pisos y destruyó fachadas y patios internos, lo que está prohibido por ley.1208208
Puente vehicular Sobre el río Matasnillo. Es un proyecto de los dueños del Multicentro, para conectar el ‘mall’ con una pequeña calle en Marbella.

TEXTO: Mónica Palm
FOTOS: CARLOS LEMOS

panorama@prensa.com

El sitio web de la Alcaldía de Panamá, en el link correspondiente a Ingeniería Municipal, dice que “impulsa y fortalece el ordenamiento del desarrollo urbanístico y la infraestructura municipal, mediante el control y aplicación de las normas de Desarrollo Urbano”.

Pero un vistazo por las calles de la ciudad muestra que, en la práctica, sucede otra cosa. Un recorrido da ejemplo del caos.

Por todas partes hay incumplimiento de las normas de construcción. Violaciones que se repiten una y otra vez. Si se hiciera un balance de nuestra realidad urbana, ¿cómo se habría de valorar el desempeño de Jaime Salas, ingeniero municipal por los últimos cinco años? ¿Cuál sería su legado, a 34 días de dejar la jefatura de la Dirección de Obras y Construcciones Municipales?

Las Torres de Babel

A lo largo de Avenida Balboa y Punta Pacífica se construyen las torres más altas de Latinoamérica. La mayoría tiene un volumen que sobrepasa la línea de construcción o invade el espacio público, incumpliendo todas las disposiciones relacionadas con el libre y seguro tránsito peatonal por las aceras.

El Acuerdo Municipal 148 de 2006 obliga a los constructores a colocar vallas perimetrales, e instalar redes de retención de escombros, mallas de protección y cobertizos sobre las aceras, “para garantizar la libre y segura circulación de los peatones”. Eso no lo saben, por ejemplo, en el proyecto hotel Emperador en Bella Vista, calle 49, donde no se tomaron estas medidas; más bien, lo contrario: en la entrada montaron una puerta cochera que invade por completo el espacio público.

El mismo acuerdo dispone que las aceras solo pueden utilizarse “temporalmente” para cargar y descargar materiales, “guardando un espacio que no ocupe más de 1.20 metro lineal del largo de la acera por el 40% de su ancho”. Y si no hay acera, toda la carga y descarga deberá realizarse dentro de la propiedad. No obstante, en un lugar tan a la vista de las autoridades como Obarrio, este diario constató que una obra que se levanta en la cuadra lateral al Parque Harry Strunz, se ha apropiado de parte de él para colocar ahí sus materiales.

Se supone que todo esto lo debe vigilar la Dirección de Obras y Construcciones Municipales. Los infractores se exponen a multas que van de 50 dólares a 100 mil dólares, y no podrán reanudar la obra hasta pagar y rectificar. Las multas las impone el Ingeniero Municipal.

Salas no precisó a cuánto asciende lo recaudado durante su gestión, que empezó el 2 de septiembre de 2004. Aunque le prometió a este diario que haría llegar la cifra Eso nunca sucedió.

Un puente brillante

¿Otro legado de Salas? Una servidumbre privada, encima de un río.

Luna Brillante, S.A., operadora del Multicentro, construye un puente vehicular sobre la desembocadura del río Matasnillo para unir así el boulevard Elhayek (a un costado del centro comercial y del hotel Decápolis) con una pequeña calle sin salida, denominada Barreduela A, en Marbella.

Se trata de la misma empresa que, en el año 2003, intentó construir una rampa de acceso al Multicentro, hasta que un fallo de la Corte Suprema frustró sus planes.

La construcción del puente se da sobre fincas que pertenecen a Luna Brillante. En Barreduela A –originalmente, un conjunto de apenas 11 casas y un edificio de 12 apartamentos– la empresa compró varios dúplex que ya demolió. Ahí levantó los pilotes del puente.

Los vecinos alegan que la calle es muy estrecha, con solo dos paños y una función “muy local”. Esa callecita será ahora una de las entradas al hotel y al mall. No es difícil imaginar el congestionamiento vehicular que se avecina.

Patrimonio en peligro

De los desafíos a las normas de urbanismo no se salva ni el Casco Antiguo, desde 1997 declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

En el ocaso de su gestión, Ingeniería Municipal ha permitido que se reanuden las obras de un edificio de seis pisos en San Felipe, a pesar de que la norma dice que en ese sector no pueden haber inmuebles de más de cuatro pisos.

Salas, incluso, ignoró la petición de la Dirección Nacional de Patrimonio Histórico, que el 3 de abril de 2009 solicitó la paralización “indefinida” de las obras, al comprobar que lo que se hacía en campo no se parecía en nada a lo aprobado en planos.

Pero Salas tiene otro criterio. “Lo que está en el plano es lo que ellos tienen construido”, dijo recientemente en una entrevista.

Le sobran las advertencias de la posible falsificación de esos planos. Incluso, hay una denuncia penal en curso abierta en el Ministerio Público.

Pero como la denuncia la puso una asociación sin fines de lucro (Icomos Panamá) y no Patrimonio Histórico, Salas le quita validez.

“Ellos no son parte del proceso… Han presentado una querella en el Ministerio Público, que no sé de qué es”, dijo con desprecio.

La Asociación de Vecinos y Amigos del Casco Antiguo (en formación) advirtió que si persisten las anomalías en el Casco Antiguo, se corre el riesgo de perder la calificación de Patrimonio Histórico de la Humanidad, con su consecuente impacto económico, ya que el barrio representa el segundo destino turístico de Panamá.

Vecina, ¿me pasa el taladro?

Otro resultado de la gestión de Salas: los permisos de ocupación. Entre 2008 y lo que va de 2009, Acodeco recibió 13 quejas de consumidores contra proyectos “que tienen permisos municipales de construcción y no cumplen con los estándares de construcción”.

Diana de la Guardia dice ser una de esas capitalinas que son víctimas de la irresponsabilidad de Jaime Salas.

Como Ingeniero Municipal, otorgó permiso de ocupación –desde julio de 2008– a un condominio frente al mar denominado Ocean One, en Costa del Este. Más de 10 meses después, el edificio no está terminado, según de la Guardia, residente del edificio de 75 apartamentos, aunque solo 28 están ocupados.

De la Guardia convive con electricistas, plomeros y desechos de la construcción, que alegremente almacenan en los lobbys y estacionamientos. No se sabe si algún día terminarán. Lo que más le molesta es que aunque no ha terminado su trabajo, el constructor del edificio ya cobró, puesto que el banco le desembolsó el 100% del monto de la hipoteca.

“Jaime Salas no mide el daño y las consecuencias que tiene el otorgar los permisos de ocupación cuando el apartamento no está listo”, se quejó.

Salas, en su defensa, señaló que el Acuerdo Municipal 116 de 1996 le faculta para otorgar permisos de ocupación “parciales” o cuando el inmueble se encuentre sin terminar “en lo que respecta a acabados”. Lo que no dice es que ese mismo acuerdo, en su artículo 60, excluye los “inmuebles incorporados o por incorporarse al régimen de Propiedad Horizontal”.

Adolfo Linares, presidente de la Cámara de Comercio y también residente en un edificio a medias, pero con permiso de ocupación, consideró que Salas está violando la ley “total, abierta y vulgarmente… Inclusive, es confeso”.

“Él solo puede hacer lo que la ley le permite, y el artículo 60 del Acuerdo 116 es claro al respecto”, acotó.

El promotor del P.H. Ocean One es Saúl Faska, de F&F Properties. Esta misma empresa es la responsable del Star Bay, cuya construcción está vinculada al derrumbe de una acera en Avenida Balboa, y del Porto Fino, en San Francisco, donde recientemente explotó un ducto de gas en el interior de un apartamento.

Cuando este diario le preguntó por Salas, Faska dijo tener muy buena opinión de la gestión de éste como Ingeniero Municipal.

¿Por qué el gremio constructor lo protege? ¿Qué responsabilidad le cabe al alcalde Juan Carlos Navarro? ¿Cómo llegó a ser Ingeniero Municipal? ¿Es compatible su cargo, con la operación de un negocio particular, vinculado al sector?

ENFOQUE
Una ciudad rebajada a la mediocridad

Brooke Alfaro*
brooke@cwpanama.net

OPINIÓN. En los últimos cinco años, los funcionarios del Mivi y del Municipio de Panamá han violado normas vigentes en materia de desarrollo urbano, dejando de lado su obligación de planificar para un ordenado crecimiento urbano.

Muchas veces parecieran estar al lado y en complicidad con algunos promotores interesados solo en lucrar. Por ello vemos cómo una bella ciudad es hoy un ejemplo de mediocridad, en la que la calidad de vida empeora a diario. No han implementado un existente Plan Metropolitano de Desarrollo, lo dejaron engavetado o es manipulado a su conveniencia. Por ejemplo, el Plan, aprobado por Decreto Ejecutivo, señala que los manglares y humedales de Tocumen y Juan Díaz son reservas ecológicas y áreas verdes no desarrollables, pero increíble como suena, lo violan para permitir en muchas de estas áreas un desarrollo residencial. Y no fue por falta de terreno. ¿A conveniencia de quién lo hicieron? Ciertamente no de la ciudad.

Perdimos una oportunidad de oro para hacer algo exquisito en Amador. Punta Pacífica parece un gueto de lujo, sin un solo parquecito público. Se nos fue Bella Vista y con ello parte de nuestra identidad y herencia histórica. San Francisco se transforma de forma caótica. Se irrespetan las normas del Casco Antiguo y áreas revertidas, etc.

Nunca antes se han visto tantas comunidades organizadas para tratar de proteger los barrios donde viven. De poco ha servido. Las “consultas públicas” son un show, pues al final el Mivi y el Municipio hacen lo que les viene en gana, como vimos recientemente en las áreas revertidas.

Allí todas las comunidades rechazaron múltiples proyectos por ilegales e impopulares, pero los funcionarios, sin ninguna pena, procedieron a cambiar la ley. Por ello ya no tendremos en Panamá una “ciudad jardín” y muchos bosques urbanos serán reemplazados por barriadas de lujo y edificios altos.

Como sociedad civil debemos demandar un ordenamiento territorial para la ciudad. En caso contrario, seguiremos teniendo áreas diseñadas para densidades bajas con grandes edificios y los consecuentes tranques y colapso de la infraestructura. Seguiremos teniendo ministros que regalan valiosos terrenos de parques públicos para hacer clubes privados; más hoteles que obstaculizan la vista a la bahía y troncan vías primarias; menos áreas verdes, y más Figalis brotando impunemente por todos lados.

*El autor es arquitecto y pintor

Hotel el emperador En calle 49, Bella Vista. Un ejemplo de apropiación del espacio público. Ingeniería Municipal tiene poder para imponer las sanciones que contempla el Acuerdo 148 de 2006. Midrasha talmud torah Sinagoga en Bella Vista, en fase de ampliación y remodelación. La nueva infraestructura se toma espacio público.
Marina Park En el corregimiento de Bella Vista. El piso superior invade la línea de construcción. Punta Marina Edificio de dos torres de 57 y 47 niveles, en la calle Heliodoro Patiño, en Punta Paitilla. Empezó su cons- trucción, aunque sus promotores aún no tienen concesión para rellenar fondo de mar.
Burges Es un bar, en la planta baja de un edificio en calle 47, Bella Vista. Ahora mismo se construye una tarima en el área de estacionar. Colinda con una escuela. Desconocido Frente a la cinta costera, a dos cuadras del restaurante Boulevard. Casi ponen el ‘lobby’ en la Avenida Balboa. Sin letreros a la vista que indiquen el nombre del proyecto. Otra violación a las normas.
El llantero Solo se le autorizó acceso para la actividad comercial desde Vía Israel. Cuando la empresa incumplió y abrió un ingreso por las calles 68 y Flor del Espíritu Santo, Salas se negó a cerrar el acceso, como pidió el director de Desarrollo Urbano. Ocean One Edificio en Costa del Este. Tiene permiso de ocupación desde julio de 2008. 10 meses después, no está terminado. En la foto, el estado de una de las cocinas. Se expidió el permiso, aunque la ley exige un acabado al 100%.
PLaza panamá Frente a Niko’s Café, en Vía Israel. La losa superior sobrepasa la línea de construcción. H-Tech En calle 53, urbanización Obarrio. Su volumen superior sobrepasa la línea de construcción.
Bella Mare Torre de apartamentos en Punta Pacífica. La losa de los pisos superiores está fuera de la línea de construcción. Venetian Tower En Punta Pacífica. Al igual que Bella Mare, la losa de estacionamientos se sale de la línea de construcción permitida.

Gaznatada al alcalde de ciudad de Panamá

Gaznatada al alcalde de ciudad de Panamá

Pintada de verde

DEMAGOGIA. Ayer los panameños celebramos otro aniversario de la fundación de la Muy Noble y Leal Ciudad de Panamá. En el lugar escogido para establecer el primer asentamiento de los aventureros españoles en la costa del Mar del Sur, dicen los cronistas que había abundancia de árboles, peces y mariposas. Hoy, 489 años después, el Patronato de Panamá Viejo avanza con pasos seguros en el proceso de recuperación de un sitio que es Patrimonio de la Humanidad. Desde el punto de vista del entorno natural, ya es más que evidente la recuperación del manglar que, como van las cosas, podría convertirse en el único lugar de la costa del Pacífico donde podamos encontrar esta maravilla de la naturaleza.

¿Cómo lo están haciendo? “Nosotros nos ceñimos estrictamente al plan maestro que se aprobó hace más de 10 años. Aquí no estamos para improvisar…”, responde contundente el actual presidente de la junta directiva del Patronato, Ernesto Boyd. ¡Ay, qué envidia! Si el alcalde capitalino hubiera velado por el cumplimiento de los planes de uso de suelo existentes –o denunciado con energía su violación y modificación– no estaríamos a punto de perder los maravillosos espacios verdes que recibimos con el Canal.

Por el contrario, la improvisación –pero con claros beneficiarios– ha sido la práctica en esta ciudad que, dice el señor alcalde, se ha convertido en tan peligrosa que es imperativo implantar la cadena perpetua para los delincuentes, sin importar su edad. Por lo pronto, y dejando de lado tanta demagogia, valga la pena recordarle al aspirante a Presidente, que su “Gran Ciudad” se ha convertido en el entorno perfecto para el aumento de la criminalidad. Si se privilegian los centros comerciales sobre los espacios públicos, el mensaje es claro: lo importante no es ser ciudadano, sino consumidor. Por eso, la pregunta es evidente: ¿cómo están los parques en las áreas más pobres de la ciudad? ¿Cuántos serán tan ridículamente pequeños como la pomposamente llamada “Plaza de las Américas”?

Lina Vega Abad
lina@prensa.com

Ilegalidad urbanística en la ciudad de Panamá

Ilegalidad urbanística

La primera pregunta que hay que hacerse sobre este problema es en qué consiste y quién la promueve. Lo primero que hay que destacar es que no se trata de lo que comúnmente se entiende sobre la ocupación ilegal (invasión) de la tierra.

Es una nueva modalidad temeraria que se está observando en el país, que consiste en hacerse –mediante compra a precios más o menos especulativos- de tierras, extensas zonas litorales y hasta barrios enteros para luego buscar la forma de construir obras de infraestructura al margen de otras consideraciones como vías de acceso, sistemas de agua y drenaje, etc. Esta modalidad ha sido definida en otros países como «desarrollo pirata».

El resultado de ello es una ciudad mal construida. De allí que se encarece para el Estado panameño el Plan de Ordenamiento Urbano, pues estas personas, construyen muchas veces fuera de los parámetros y principios de la planeación.

La capital panameña da muestras visibles de convertirse en una ciudad desarticulada, carente de equipamientos y espacios libres para el esparcimiento y el tránsito de sus habitantes. Y las consecuencias de esta ilegalidad son fiscales, ambientales y económicas. El Gobierno debe identificar con urgencia a estos «promotores piratas» para ponerle un freno al problema.

El Panamá América, 5 de enero de 2008

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El caos y afeamiento de la ciudad de la debemos al Alcalde Juan C. Navarro que no ha hecho nada para impedir que aquí el MIVI y la gente hagan lo que les da la gana al margen de la ley y los principios mínimos de urbanismo.

Las compañías de distribución eléctrica, telefónicas y de cable igualmente están destruyendo la ciudad ya que están haciendo unas descomunales redes alambrados típicas de puebluchos sin principios urbanísticos.

Y el Alcalde donde está en todo esto?

Definitivamente que amparando la destrucción de la ciudad, cada día más hostil y fea.a

Burica Press felicita a El Panamá América por denunciar las ilegalidades arriba descritas.  en buena hora lo hace y ojalá le diera cobertura permanente con fotos y un breve texto explicativo de las mil y una ilegalidades que existen.

Burica Press