ONU: 2011, Año Internacional de los Bosques

2011, Año Internacional de los Bosques

La ONU impulsará diversas iniciativas para frenar el creciente deterioro de los recursos forestales del planeta

Los bosques tendrán en 2011 su Año Internacional. La Asamblea General de las Naciones Unidas organizará diversas actividades para concienciar a la sociedad de los problemas que sufren los recursos forestales de todo el planeta y frenar su deterioro. Cada año desaparecen más de 13 millones de hectáreas de bosques en todo el mundo, una superficie equivalente a la cuarta parte de la península Ibérica. Los consumidores pueden asumir varias medidas para combatir esta deforestación, que afecta a la biodiversidad y al bienestar de miles de millones de personas.

Objetivo del Año Internacional de los Bosques

El Año Internacional de los Bosques pretende llamar la atención de todos los ciudadanos del mundo durante 2011. Su objetivo es aumentar los esfuerzos de recuperación y conservación de las masas arbóreas mundiales y recordar que son parte esencial del desarrollo sostenible del planeta, gracias a los beneficios económicos, socioculturales y ambientales que proporcionan.

Sus responsables realizarán a lo largo de todo el año diversas actividades para implicar a instituciones, empresas y ciudadanos y llamar la atención sobre las mayores amenazas que sufren los recursos forestales. Se promoverán iniciativas para aumentar la ordenación sostenible, la conservación y el desarrollo de todo tipo de bosques, incluidos los árboles fuera de ellos. Además, se intercambiarán conocimientos sobre estrategias que han frenado la deforestación y la degradación forestal.

Con esta edición, será ya la segunda que los bosques son protagonistas de un Año Internacional: en 1985 el Consejo de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) pidió a sus Estados Miembros que tomaran conciencia de la necesidad de proteger esta parte esencial de la naturaleza.
Por qué hay que proteger los bosques

Según estimaciones de la FAO, cada año desaparecen más de 13 millones de hectáreas de bosques en todo el mundo, una superficie equivalente a la cuarta parte de la península Ibérica. Los expertos señalan diversas causas, todas ellas provocadas por los seres humanos: la sobreexplotación y la tala ilegal, la conversión a tierras agrícolas y ganaderas, la recolección insostenible de la madera, la gestión inadecuada de la tierra, la creación de asentamientos humanos, las explotaciones mineras y petrolíferas, la construcción de embalses y carreteras, las especies invasoras, los incendios forestales, los cultivos para agrocombustibles, la fragmentación de los ecosistemas o la contaminación atmosférica.

Mención aparte merecen los bosques vírgenes conservados en su estado original, que desaparecen a gran velocidad en todo el mundo. Conocidos como bosques primarios, cubren un 10% de la superficie terrestre, aunque se estima que cada año se pierden o modifican unos seis millones de hectáreas. La organización ecologista Greenpeace asegura que solo se conservan el 20% de los bosques primarios originarios, que el 80% ya se ha destruido o alterado y que el 20% restante está en peligro. Por su parte, los árboles singulares, algunos con más de mil años de edad o del tamaño de un rascacielos, tampoco disfrutan de una mejor situación.

En España, la mitad de la superficie forestal está desarbolada y la actividad humana amenaza la calidad biológica de los bosques que perviven. Así lo señala el informe «Los bosques que nos quedan. Propuestas para su restauración», elaborado por expertos de la organización conservacionista WWF y de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM).

Los bosques son mucho más que madera. Más de 1.600 millones de personas en los países más pobres del mundo sobreviven por los alimentos, los materiales, el agua o las medicinas que consiguen gracias a ellos. Algunos son pueblos indígenas únicos en peligro de desaparición. Además, son el hogar del 80% de la biodiversidad mundial de plantas y animales y, por ello, su destrucción pone en peligro la supervivencia de muchas especies. Los bosques tropicales son el caso más extremo, debido a la gran cantidad y variedad de seres vivos y a las deforestaciones masivas que padecen.

Los recursos forestales juegan también un papel clave en el cambio climático. Los árboles son uno de los principales sumideros de carbono, al absorber el dióxido de carbono (CO2). Por ello, la deforestación causa hasta un 20% de las emisiones mundiales de CO2, una cifra similar a la generada por el sector del transporte, según datos del Banco Mundial.
Qué pueden hacer los consumidores

Todavía hay tiempo de actuar. Los bosques cubren más del 30% de todo el territorio mundial y contienen más de 60.000 especies de árboles, muchas de ellas todavía sin descubrir. El Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) ha calculado que para compensar la pérdida de árboles sufrida el decenio pasado habría que repoblar un área equivalente a la superficie de Perú con unos 14.000 millones de árboles anuales durante diez años consecutivos.

Los consumidores pueden contribuir a recuperar la masa boscosa del planeta de diversas maneras. La más activa es plantar un árbol con sus propias manos. La pionera en este sentido fue la Campaña de los mil millones de árboles, promovida por la Premio Nobel de la Paz Wangari Maathai. En España, iniciativas como las de la Fundación Más Árboles, Apadrina un árbol, Acciónatura, Ecologistas en acción o Arba también instan a los ciudadanos a que contribuyan a la reforestación del planeta. Otra opción es ayudar a las asociaciones ecologistas o que trabajan con árboles, aprender más sobre ellos y apreciar su importancia, o denunciar posibles casos de talas indiscriminadas o cualquier otro problema que les afecte.

Los consumidores también pueden presionar a las instituciones para que emprendan medidas que defiendan los bosques, como la creación de espacios protegidos y corredores entre estas áreas, el apoyo a prácticas eficientes y una gestión forestal sostenible o la repoblación con especies autóctonas de las zonas deforestadas.

Pueden asumir hábitos de consumo que eviten la utilización insostenible de los bosques. Se puede empezar por aplicar las tres erres (reducir, reutilizar y reciclar) en los productos procedentes de la madera y otros involucrados en la deforestación, como los combustibles o los productos agroganaderos. También es posible consumir productos con etiquetas ecológicas (en el caso de la madera, el sello FSC) o realizar actividades de ecoturismo.

Fuente: http://www.consumer.es/web/es/medio_ambiente/naturaleza/2010/11/24/197304.php

Bosque Húmedo Tropical semicaducifolio del Parque Natural Metropolitano, pulmón verde de la ciudad de Panamá

2010: Año Internacional de la Biodiversidad llega a su término

El Año Internacional de la Biodiversidad llega a su término; hubo logros alcanzados y nuevas perspectivas para la conservación de la biodiversidad en los próximos años. Ha habido nuevos compromisos de alto nivel, pero se duda de acciones concretas. La valoración económica de la biodiversidad parece un camino a seguir desde la perspectiva de los grandes tomadores de decisión. Europa lidera esta iniciativa.

A nivel mundial se ha celebrado los resultados de la conferencia del Convenio sobre la Diversidad Biológica, que se reunió en Nagoya, Japón, a finales de octubre. Los gobiernos aprobaron un “gran plan” de diez años para restaurar el mundo natural. Un nuevo acuerdo sobre el manejo de los recursos genéticos del planeta representó un hito importante, y se avanzó hacia la concertación de un nuevo acuerdo para financiar la conservación de la biodiversidad.

Ahora nos corresponde ver el resultado real en las áreas protegidas, las especies y hábitats amenazados, la financiación de la conservación, entre otras cosas.

Esperanzas tenemos y ojalá no se desvanezcan en el camino.

Burica Press

2010, Año Internacional de la Diversidad Biológica

Biodiversidad 2010

2010, Año Internacional de la Diversidad Biológica

En el mensaje del Día Internacional de la Diversidad Biológica del 22 de mayo de 2009, Ban Kimoon, Secretario General de la ONU» anunció que el 2010 había sido designado el Año Internacional de la Diversidad Biológica y  que  este ano se espera desarrollar sesiones de alto nivel  en la ONU como la décima reunión de la Conferencia de las Partes en el Convenio sobre la Diversidad Biológica, que se celebrará en Nagoya, Japón. Indicó que con estos actos ayudarán a elaborar futuras estrategias para conservar los ecosistemas del planeta.

El control de las especies exóticas invasoras y abordar las otras causas de la pérdida de la diversidad biológica es una tarea cada vez más urgente. Por ello, instó a todos los gobiernos, organizaciones y personas del mundo a que renovar sus esfuerzos para proteger la vida en la Tierra.

La Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, consciente de la necesidad de una educación eficaz para concienciar al público con miras a alcanzar los tres objetivos del Convenio y la meta relativa a la diversidad biológica fijada para 2010, declaró el año 2010 Año Internacional de la Diversidad Biológica en la resolución A/RES/61/203 Documento PDF de fecha 20 de diciembre de 2006.

La Asamblea designó a la secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica como centro de coordinación del Año Internacional de la Diversidad Biológica, e invita a la secretaría a que coopere con otros órganos pertinentes de las Naciones Unidas, los acuerdos multilaterales sobre el medio ambiente, las organizaciones internacionales y otros interesados, con miras a lograr que se preste más atención en el plano internacional a la cuestión de la pérdida continua de la diversidad biológica.

El 19 de diciembre de 2008, la Asamblea instó a todos los Estados Miembros a cumplir los compromisos asumidos a fin de reducir de manera significativa para 2010 el ritmo de pérdida de la diversidad biológica, para lo que tendrán que prestar la atención debida a esta cuestión en sus políticas y programas pertinentes (resolución 63/219 Documento PDF). Invitó a los Estados Miembros a establecer comités nacionales que incluyan a representantes de comunidades locales y aborígenes, para celebrar el Año, e invitó a las organizaciones internacionales a sumarse a las conmemoraciones.

Fotografías de Flora y Fauna.

Fuente: ONU. Edición: Burica Press

Hidroeléctricas, derechos humanos y biodiversidad

Hidroeléctricas, derechos humanos y biodiversidad

Ariel Rodríguez Vargas

Yo leo, veo y escucho a mucha gente justificar la violación a los derechos humanos (DD.HH) de los indígenas Ngobes del Valle del Río Changuinola, bajo el pretexto que la construcción de represas para hidroeléctricas es lo mejor que puede hacer el país para solventar sus necesidades futuras de energía eléctrica “limpia” y disminuir los precios de la misma. Ante este aparente beneficio para muchos y perjuicio para pocos (3000 a 5000 indígenas), indican que simplemente no existe opción: los indígenas deben sacrificarse una vez y ceder sus tierras y cultura al desarrollo nacional! Yo como académico que he estudiado el problema energético del país, rechazo por falsas estas justificaciones erradas y no sustentadas con una Evaluación Ambiental Estratégica de la política energética de Panamá, que debe ser el requisito mínimo para justificar obras de alto impacto ambiental y social en regiones prístinas de rica biodiversidad.

Cuando se habla en términos jurídicos de la violación a los DD.HH, nos referimos a un acto del Estado por acción u omisión contra los derechos civiles de una persona o hacia un grupo de personas. Por ello, es que las organizaciones que interpusieron sendas demandas ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA, lo hicieron contra el Estado Panameno, por violar los DD.HH del pueblo Ngobe en el Valle del Río Changuinola al concesionar áreas protegidas pertenecientes, jurídicamente, a los Ngobes aunque no tuvieran documentos sobre derechos posesorios o títulos de propiedad de dichas tierras. Ellos son ciudadanos indígenas ocupantes históricos de dichas tierras y tienen derechos consagrados en normas internacionales que Panamá está obligada a acatar, pero sobre todo ellos debieron ser informados de manera libre y previa a la toma de decisión del Estado en relación a las políticas y planes energéticos en la zona y las implicancias de dichas decisiones en las vidas e intereses de estos nobles pueblos. Esto nunca ocurrió y el gobierno nacional, aún hoy, se niega a hacerlo, bajo la premisa que los indígenas no tienen derechos para reclamar estas tierras y que las concesiones e indemnizaciones forzadas que han hecho sólo es aporte social empresarial de buena fé a sus desdichas formas de vida! Ellos pretenden hacer ver que el desarrollo a los indígenas los ha traído la empresa promotora de la obra, pero que como magnánimos benefactores sociales de la obra hidráulica se les ha olvidado nombrar a los indígenas afectados como accionistas de este jugoso proyecto de energía. Parece que la lista de beneficencia tiene sus beneficiarios reales, que no viven ni conocen la hermosa área ngobe que va a ser destruida de manera significativa.

Producto de lo anterior, hace aproximadamente un mes, la CIDH ha emitido una medida cautelar que ordena la paralización de las obras que realiza la empresa AES en la zona, pero el Gobierno panameno insiste en continuar y hacer un borrón y cuenta nueva de todas las violaciones a los DD.HH que ya ha cometido en la zona. Esto en términos jurídicos se llama impunidad de acciones. Finalmente todos los panamenos tendran que pagar las millonarias indemnizaciones por no acatar fallos jurídicos internacionales de estricto cumplimiento. La empresa promotora no tendrá que pagar nada.

Además estamos estupefactos del desastre ecológico que representan estas aberrantes estructuras hidráulicas en medio de una Reserva de la Biosfera y área clave para la conservación de los ecosistemas acuáticos y terrestres del Parque Internacional La Amistad, Sitio de Patrimonio Mundial de la Humanidad, donde igualmente el Estado panameno también pretende ignorar esta situación y que simplemente se concrete la destructiva obra y dejar que el tiempo y la impunidad hagan su trabajo.

Justificar lo injustificable, aunque fueran ignorantes de ello, no exenta a los funcionarios a no respetar las leyes y tampoco los exenta de responsabilidades civiles y éticas, especialmente cuando se atenta contra los derechos humanos convencionales y los derechos ambientales de tercera generación.

Nuevas especies registradas en la Reserva Forestal La Tronosa

A pesar de la deforestación, este paraíso terrenal sigue ofreciendo bellezas al visitante

Detectan nuevas especies en la reserva La Tronosa

El puerco de monte, saíno y conejo son las especies más amenazadas en esta zona, según estudio realizado por la Universidad de Panamá con apoyo de la JICA.

EXÓTICA. Orquídeas de rara belleza nacen en esta reserva de gran feracidad. ESPECIAL PARA LA PRENSA/Alcibiades Cortez

ALCIBIADES CORTEZ
LA TRONOSA, LOS SANTOS

nacionales@prensa.com

Una evaluación de la biodiversidad en la Reserva Forestal La Tronosa, en la provincia de Los Santos, revela la existencia de nuevas especies de fauna y registra nuevos sitios de petroglifos en Panamá.

Además, se advierte que el mono aullador de Azuero (Alouatta coibenisis), endémico en el área, es la especie en mayor riesgo de extinción en la península de Azuero.

La citada evaluación recopila investigaciones biológicas, ecológicas, socioeconómicas y culturales realizadas por el Proyecto de Estudio y Valoración para promover la Conservación de la Biodiversidad (Probio), en dicha reserva.

Las investigaciones fueron realizados por la Universidad de Panamá (UP), durante 2006 a 2008, con fondos aportados por el Gobierno nacional y la Agencia de Cooperación Internacional de Japón (JICA).

Esta reserva fue creada el 2 de diciembre de 1977. Su extensión original era de 22 mil hectáreas. A partir de 2007, sus limites fueron reducidos a una superficie de 16 mil 181 hectáreas, de las cuales 15 mil han sido taladas y el resto son bosques.

La principal amenaza de esta zona son la quema y tala, mientras que sus zonas más elevadas se han transformado paulatinamente en áreas deforestadas.

El inventario de flora y fauna muestra la existencia de 179 especies arbóreas, 140 de aves, 54 de mamíferos, 42 de anfibios y reptiles, 24 de escarabajos, 18 de abejas, 15 de peces y 173 de avispas, de las cuales tres especies son nuevas para la ciencia.

También se ampliaron sus registros arqueológicos, al identificarse 26 lugares, de los cuales 15 corresponden a sitios de asentamiento precolombino, y se descubrieron 13 nuevos petroglifos.

Mario Arosemena, coordinador de investigaciones de fauna de la UP, y quien participó en la investigación, afirmó que la densidad de abejas y otros insectos es baja frente a la densidad de aves y mamíferos que registran de media a una alta biodiversidad, pese a la intensa deforestación en la zona.

Añadió que en la investigación se detectaron guacamayas azules, jaguares, pumas, saínos, y en algunos reductos boscosos, en potreros, se escucha al mono aullador de Azuero (Alouatta coibenisis), una especie endémica en la región.

El objetivo de la investigación es determinar qué hay y qué se puede hacer para evitar la desaparición de algunas especies que son exclusivas de Panamá y otras únicas a nivel mundial.

Amable Gutiérrez, jefe regional de Áreas Protegidas de Vida Silvestre de la Autoridad Nacional del Ambiente (Los Santos), coincidió con Arosemena en que desde que fue creada la Reserva, ha registrado variaciones negativas, pero aun así, el estudio demuestra que mantiene una rica biodiversidad.

Cristina Garibaldi, coordinadora del proyecto Probio, explicó que tras esta evaluación se hallaron especies de plantas y animales que están en peligro de extinción.

En el caso de la reserva La Tronosa, lo que resta son fragmentos de bosques en las partes más altas.

En la zona baja, su abundante vegetación ha sido eliminada por las quemas, talas y el avance de la ganadería extensiva, las tres actividades que más inciden negativamente en su contra.

¿Son los bosques secundarios la salvación de la biodiversidad tropical?

Panamá – ¿Son los bosques secundarios la salvación de la biodiversidad tropical?

La controversia está servida: unos alegan que la recuperación de la vegetación es positiva; para otros, ya es muy tarde para que el bosque recupere su balance

Eva Aguilar/DICYT. La pérdida del hábitat natural, el calentamiento global, la caza indiscriminada y el surgimiento de nuevos organismos patógenos y enfermedades, se cuentan entre las causas que amenazan con llevar a las plantas y animales que viven en los trópicos hacia una devastadora extinción. Hasta ahí los investigadores están de acuerdo. No lo están, sin embargo, a la hora de valorar el papel que tiene en las tareas de conservación y recuperación de la biodiversidad, el resurgimiento de áreas boscosas en lugares previamente deforestados y utilizados para actividades humanas.

En el 2006, Joseph Wright, investigador del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales de Panamá (STRI), y Helene Muller-Landau, de la Universidad de Minnesota (Estados Unidos), publicaron un artículo en la revista Biotropica, en el que ofrecían un punto de vista esperanzador en cuanto a la cantidad de bosque y especies que se perderán en las próximas décadas, contrario a la información que se manejaba hasta el momento.

Estudios del año 2003 indicaban que para el 2050 únicamente entre un 5% y un 10% del bosque tropical primario estaría intacto, mientras que entre el 50% y el 75% de las especies se habrían extinguido o estarían a punto de hacerlo. Basándose en proyecciones de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) sobre una inminente migración de la población humana de las zonas rurales a las zonas urbanas, y en la relación entre la densidad de la población y las proporciones de bosque remanente, Wright y Muller-Landau argumentaban que, en realidad, entre un 32% y un 36% de bosque se mantendría en buen estado para mediados del siglo.

Dada la intachable reputación de Wright como investigador, las conclusiones de los científicos fue acogida con regocijo por los medios de comunicación especializados en la divulgación de la ciencia, aunque la comunidad científica se mostró escéptica y extremadamente crítica. Los artículos de respuesta no tardaron en llegar y algunos científicos advirtieron que las proyecciones hechas por Wright y Muller-Landau eran “peligrosas” y debían ser vistas con cautela.

Wright, quien ha trabajado durante 25 años en Panamá, encontró en casa a uno de sus mayores críticos. William Laurance, también investigador del STRI y cuyas investigaciones se han llevado a cabo principalmente en el Amazonas brasileño, considera que se necesita mucho más que una migración humana para revertir mínimamente el daño causado hasta ahora.

“Creo que la industria maderera, la agroindustria, la industria del petróleo y el gas, y la expansión de los biocombustibles también son causas importantes de la pérdida de bosque”, dijo Laurance a DiCYT. “Los análisis de Joe [Wright] dan por hecho que el declive de la población humana permitirá que los bosques se recuperen. Yo no lo creo; por lo menos no en la extensión en la que él lo prevé”.

La controversia sirvió de excusa para reunir recientemente a un grupo de científicos en el Museo de Historia Natural de la Institución Smithsonian en Washington DC. Durante toda la tarde del pasado 12 de enero, expertos en el tema expusieron el resultado de sus propios estudios en varias regiones del mundo, en un esfuerzo por contestar a la apocalíptica pregunta con la que fue nombrado el encuentro: “¿Sobrevivirá el bosque tropical? Nuevas amenazas y realidades en la crisis de extinción de los trópicos”.

Indicios de recuperación

Gracias a los estudios realizados en campo y a la tecnología de satélite, hoy se sabe que, originalmente, el área de bosque que cubría los trópicos era de unos 20 millones de kilómetros cuadrados. De ese total, la mitad ha sido utilizado para actividades humanas como la agricultura, mientras que cinco millones de kilómetros cuadrados han sido talados para abastecer a la industria maderera. Ello sin contar que entre los años 2000 y 2005, del bosque que quedaba intacto, unos 275 mil kilómetros cuadrados (un área mayor que todo el Reino Unido), fueron deforestados.

Sin embargo, hay indicios de recuperación. ¿Cómo, dónde y en qué cantidad está ocurriendo este fenómeno?

De acuerdo con Gregory Asner, del Departamento de Ecología Global del Instituto Carnegie para la Ciencia (Estados Unidos), unos 350 mil kilómetros cuadrados, es decir, un 1.7% del área original de bosque maduro que fue alterado durante las últimas décadas, se encuentra en proceso de recuperación, especialmente en América Latina y Asia.

Durante su participación en el simposio, Asner señaló que, si bien los bosques secundarios están resurgiendo con bastante éxito en América del Sur y en Centro América, los brotes se registran muy separados unos de otros, lo que, por el momento, no ayuda a solucionar el problema de la fragmentación. El científico señaló, además, que la recuperación está ocurriendo principalmente en terrenos elevados y montañas, como respuesta a la migración humana hacia zonas urbanas.

Asner, sin embargo, se apura a señalar que a pesar de estos indicios, “la deforestación continúa siendo el patrón dominante en los trópicos”. Y agrega que es probable que muchas más áreas de las que se conocen hasta el momento estén experimento un proceso de recuperación forestal, pero por el momento ni siquiera la tecnología de satélite es capaz de captar esta tendencia, por lo que son necesarios más estudios de campo.

El trabajo de acercar a los asistentes al simposio a una realidad más concreta correspondió a Robin Chazdon, de la Universidad de Connecticut, quien hizo un recuento de los resultados de sus estudios en Costa Rica.

Chazdon ha encontrado que en Mesoamérica, donde el 80% de los bosques han sido talados para la práctica de la agricultura, los bosques secundarios pueden ser espacios ricos en biodiversidad, si bien esta se presenta en proporciones menores a las que pueden encontrarse en un bosque intacto.

La investigadora señala, por ejemplo, que 176 especies (59%) de árboles que crecen en bosques maduros fueron encontradas en bosques secundarios, mientras que de 123 especies de árboles consideradas como “especialistas” del bosque primario, 94 crecían en forma de pequeños tallos en bosques secundarios. La cuenta final es que un 90% de los árboles que sobreviven en bosques primarios, crecen igualmente en bosques secundarios, al menos en pequeña escala.

“Aunque algunos números no nos permitan pensar que los bosques secundarios son importantes, 42 países tropicales tienen hoy un área mayor de terreno degradado y bosques en recuperación que la que tienen de bosque primario”, señaló Chazdon. “Por lo tanto, para una gran parte de los trópicos, estos bosques secundarios es lo único que tienen”.

Obras en construcción

Entonces, ¿son los bosques secundarios una oportunidad para salvar a los trópicos? Está claro que depende de a quién se le pregunte.

William Laurance considera que si bien trabajos como el de Chazdon tienen fundamentos sólidos, Costa Rica es un país en el que la situación de los bosques es bastante esperanzadora, algo que, agrega, no ocurre en otros lugares como Brasil, donde los terrenos que empiezan a recuperarse se talan y queman casi inmediatamente. Esto no permite que las especies más vulnerables vuelvan a encontrar nichos que cubran todas sus necesidades.

“Muchos estudios señalan que menos de la mitad de las especies que viven en bosques maduros pueden sobrevivir en bosque secundarios, si bien esto depende de la edad del nuevo bosque. Los bosques en recuperación también son objeto de una intensa caza indiscriminada”, dice Laurance. “Por estas razones el bosque secundario es muy pobre a la hora de conservar a las especies más vulnerables de los trópicos como los pájaros que se alimentan de insectos y frutas, los primates y otros animales de gran tamaño”.

Chazdon, por su parte, señala que “los bosques secundarios son una obra en construcción”; algunos de ellos tienen menos de 20 años por lo que no ha habido tiempo suficiente para que acumulen especies. Pero hace un llamado a darles una oportunidad y utilizarlos como puentes para conectar y expandir las áreas de bosque intacto que han quedado separadas.

“Las tierras que han sido intervenidas no pueden sustituir al bosque intacto. Pero podemos crear estrategias para complementar los esfuerzos de conservación en las áreas protegidas, con estas como la espina dorsal y los áreas en recuperación como el resto del esqueleto”, concluyó la investigadora.

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