Día de la Tierra sin respuestas presidenciales

DÍA DE LA TIERRA SIN RESPUESTAS PRESIDENCIALES

Por: Ariel R. Rodríguez Vargas

Biólogo y ecologista

El día 12 de marzo de 2008 arribaron de diversos partes del país más de un centenar de líderes comunales campesinos, ecologistas e indígenas. Venían a denunciar que su país está siendo vendido a pedazos con ellos incluidos, como si fueran elementos silvestres en medio del paisaje vendido, concesionado o regalado a especuladores que revolotean como grandes amigotes del Palacio de Las Garzas (Edificio de los Coragyps es un mejor término). Vinieron grupos Nasos Teribes y Ngobes desde Bocas del Toro; Ngobes desde Chorcha y Tabasará; campesinos desde Cañazas, Cobre, Gatú y de una decena de pueblos rurales más, incluyendo los legendarios defensores de Cerro Quema en la Península de Azuero. Su principal propósito fue que el resto del pueblo panameño comprendiera que están en serios problemas que mantiene sus vidas en una zozobra, y que mucha gente en Panamá desconoce la magnitud del problema, e incluso lo ignoran completamente.

Tuvieron que hacer un enorme esfuerzo de comunicación para convencer a sus propios amigos de otros sectores del país, que igualmente desconocían la magnitud de lo que le sucede a los compañeros de otros sectores. Cada uno hacía ver como crítico su situación. En realidad todos tenían razón. Todos están siendo sistemáticamente siendo vulnerados sus derechos de decisión y autodeterminación. Cada caso conocido conmovía y movía las fibras del corazón y llevó a que lo que sería un campamento campesino e indígena de tres días a un mes de duración. Tenían mucha fé que su presidente, Martín Torrijos, le resolvería sus penas y de un plumazo actuaría de inmediato para disminuir sus angustias y pesares que datan de años y que ante la inminencia del avance de muchos proyectos mineros e hidroeléctricos hoy están desesperados.

El campamento campesino tomó cuerpo y se consolidó, el gobierno en el Palacio de los Coragyps, se acostumbró de mala manera a la presencia de los defensores de los ríos, aguas, tierras y ecosistemas de la patria en la Plaza de la Catedral en San Felipe a sólo 150 metros de la entrada de la Presidencia. Los campistas cada día que pasaba, no perdían la esperanza de ser atendidos por el Primer Mandatario de su país. Estaban seguros que algo les resolvería. No pensaban por un instante que una de las primeras frases de Martín al atenderlos fuera (palabras más, palabras menos): No se puede lo que ustedes me están pidiendo. Diría él para sus adentros: me están pidiendo mucho, ya que no es fácil aplicar la ley para salvar los ríos y su rica biodiversidad porque no es una prioridad de mi gobierno. El desarrollo es la prioridad de mi gobierno y está por encima de cualquier consideración ambiental.

El presidente les dijo: por qué mejor no aceptan un dinero del gobierno para que se regresen cuanto antes a sus campos. Cuánto necesitan para irse? Nosotros con gusto se lo damos cuando nos los pidan.

Evidentemente que el Presidente quería simplemente deshacerse de los campesinos e indígenas, ya que no está en capacidad de solucionar ninguna de las solicitudes presentadas. Prefirió escudarse e invitarlos a participar en el Diálogo de Concertación Nacional recientemente discutido con tal que que los proyectos en marcha sigan avanzando, ya que la participación de estas personas es muy probable que no se concrete y si se diera, los resultados se verían cuando ya él está instalado como Expresidente en una casota en República Dominicana, trabajando de asesor del nuevo gobierno de dicha isla.

Los campesinos e indígenas ecologistas le replicaron que en realidad lo que pedían era que se respetara algo sencillo: la Ley General de Ambiente y sus regulaciones, que de aplicarse en derecho como ellos esperaban, muchos de estos proyectos que le avasallan, por inercia se caerían por estar amparados en la ilegalidad obvia. Para sorpresa de ellos, el Presidente no le pareció suficiente no respetar la ley para mantener vivos los proyectos. No se puede.

!Se imaginan al Presidente de Panamá paralizando proyectos por muy ilegales que sean: simplemente esto es mucho pedir en un país donde la corrupción le ordena a los órganos del Estado hasta donde deben llegar y hasta donde deben actuar. Qué verguenza me dió escuchar estos testimonios. Un presidente incapaz de detener la ilegalidad, la especulación y la violación de los derechos humanos de humildes panameños!

Feliciano Santos, no quiere que a él y su familia los desalojen a la fuerza de isla Carenero  en el Archipiélago de Bocas del Toro por el mal denominado turismo residencial que ha llevado a que los precios de las tierras se disparen y los especuladores pesquen en este mar revuelto de venta y reventa de las tierras insulares y costeras.

A Kunny no le deja dormir que los mineros han desempolvado el proyecto de explotación de Cerro Quema, ya que fue testigo hace décadas de la masiva destrucción de ecosistemtas terrestres y la contaminación de fuentes de agua.

Francisco Santos y Benito Santos, han llorado cada vez que cuentan cómo su tierra de cultivo tradicional han sido invadida y destruida a la fuerza por la Corporación AES (AES Panama y AES Changuinola) y que las fincas de mucha otra gente han caido, una a una en las fauces de la voracidad insaciable de esta transnacional que se ha instalado de manera ilegal en medio de un área protegida y área tradicional Ngobe para instalar una cascada de tres grandes represas.

A Wenny Bagamá oriunda de las arboladas y frescas sombras de los árboles de la orilla del Rio Tabasará, desde hace 10 años no la deja dormir la idea de ver su río represado para que un especulador se enriquezca con un recurso natural de los Ngobes del área. Ahora se pregunta lo mismo que Berediana: Qué vamos a hacer ahora si existen proyectos en cada río de este país.

Ninguna de las crudas vicisitudes planteadas al presidente, vicepresidentes, ministros y asesores son dignas de consideración cuando un gobierno es parte interesada en los proyectos y no en las necesidades de la gente y en la custodia del Estado de Derecho que se le ha negado a toda esta gente panameña por los intereses creados de los inquilinos de Edificio de los Gallotes.

Por tanto de moraleja de lo ocurrido nos queda como lección saber que no podemos, ni debemos esperar nada de los gobiernos envueltos en la corrupción y en el oportunismo de lucrar mientras se administra el Estado. Los gobiernos lo componen personas que sólo responden a sus propios intereses, y no de sus gobernados. Muy sencillo, no se le puede pedir peras al olmo. Esta cruda verdad no la sabían los optimistas indígenas y campesinos que pensaban que con reunirse sólo una vez con el Presidente, su vertical actuación le haría acudir, amparado en la ley, al socorro de estas personas y los ecosistemas que defienden. Esto nunca ocurrió. Sencillamente estamos en un país tercermundista con gobernantes cuartomundistas! La esperanza es que tenemos ciudadanos con inquietudes ambientales de primer mundo.

Y el ambiente en el día de la tierra 2008: muy bien gracias y usted.