Ecológico y rentable

Ecológico y rentable
La consigna entre los representantes de diversas industrias en Panamá es buscar alternativas con las que puedan reemplazar el petróleo, al punto de que algunas empresas están utilizando en sus fábricas biocombustibles que les permiten disminuir sus costos operativos
Melissa Novoa
mnovoa@prensa.com 

PROCESO. Con el uso de biodiésel, la empresa Panamá-Boston, S.A. ahorra 45 centésimos por galón. LA PRENSA | Maydée Romero

En el último trimestre de 2007 la empresa Industrias Panamá-Boston S.A. (Pabo), fabricante de aceites vegetales y jabones de lavar, ahorró 45 centésimos por galón de combustible utilizado para calentar sus quemadores y hornos. Reempla-zar diésel con biodiésel en el proceso de producción fue una decisión acertada.

En 2006 el aumento de los precios de los derivados de petróleo se hizo insostenible, por lo que la empresa reorientó su estrategia e inició la fabricación de biodiésel a partir de un subproducto de la refinación de los aceites vegetales que procesan. Así sustituyeron al menos un porcentaje del consumo de diésel en la fábrica y lograron importantes ahorros.

Juan Vincensini, gerente general de la empresa, acepta que el inconveniente de producir biocombustibles es que en gran medida el costo final va a depender de los precios de los insumos, que en los últimos años se han disparado. La compañía importa los aceites crudos de soya, girasol y de maíz, mientras que el de palma lo adquiere en el mercado local.

Previendo los constantes aumentos, la empresa optó por utilizar un subproducto de ácidos grasos que recuperan del proceso de refinación de sus aceites vegetales, porque de depender de los aceites crudos para producir biodiésel, los resultados no serían competitivos.

En los tres últimos meses del año 2007 el costo promedio del galón de diésel era de 2 dólares con 80 centésimos, mientras que el de biodiésel producido por Pabo era de 2 dólares con 35 centésimos. «No solo nos ahorramos 45 centésimos por galón, sino que el ahorro anual proyectado es de 100 mil dólares», asegura.

El reemplazar el diésel en un porcentaje de la operación forma parte de la primera fase de un proyecto que la empresa inició hace dos años y que implementó en 2007. «La idea es que en la medida que podamos producir más ácidos grasos que permitan generar más biodiésel, éste pueda utilizarse eventualmente en nuestra flota vehicular», expresa.

Pero la disponibilidad de suficiente materia prima para ese objetivo no se vislumbra a corto plazo. Como la empresa Pabo, otras industrias están buscando alternativas para no depender tanto del petróleo debido a que la mayor parte de su ciclo productivo está a merced de este combustible.

Por eso los industriales han tomado como un reto hacer cada vez más eficientes sus procesos de producción y buscar opciones que se traduzcan en reducción de costos.

Desperdicios de aserraderos. Bloomberg

Energía de la madera

El proceso de secado en una fábrica china de pulpa moldeada impulsado por carbón, que observaba en un video, llamó la atención de Francisco Mola Davis.

La posibilidad de utilizar en el proceso una alternativa que no fuera petróleo lo hizo pensar en una oportunidad para ahorrar costos. Pero el hecho de que en Panamá no existan yacimientos de carbón ni grandes consumidores del mineral podía hacer que al final resultara muy costoso.

El gerente general de Moldeados Panameños S.A. (Molpasa), empresa cuya actividad es reciclar y transformar desperdicios de papel periódico en la elaboración de empaques, optó por utilizar otro material que también tuviera valor calorífico: desperdicios de madera.

Hace un año y medio compró la maquinaria, negoció con Selloro para adquirir los residuos de su materia prima y comenzó a sustituir el gas licuado de petróleo (GLP), que utilizaba en su proceso de secado, por desperdicios de aserraderos. «Hemos ahorrado una gran cantidad de dinero, el 50% del costo de combustible que registraba la factura de gastos de producción. Además,

si no hubiéramos tenido este sistema, posiblemente no seríamos competitivos en el mercado internacional», expresa el empresario. Molpasa exporta hacia los países centroamericanos y del Caribe, y en ese territorio compite con las empresas mexicanas. En Guatemala, donde Molpasa también tiene una fábrica, utiliza un porcentaje de desperdicios de madera y otro de concha de coco para su proceso de secado.

El inconveniente que ahora enfrenta la fábrica en Panamá es que el año pasado su suplidor de madera cerró su actividad exportadora por el desabastecimiento de su materia prima, lo que afectó el suministro de residuos de madera.

Mola Davis aclara que no es que en el mercado no exista madera, sino que el producto final proveniente de Selloro ya llegaba a Molpasa previamente secado, lo que era más conveniente. «Al traer ahora madera que tiene mucha agua, tenemos que secarla y gastar energía. Además este es un proceso continuo, porque trabajamos las 24 horas, los 365 días del año y solo paramos para darle mantenimiento a la maquinaria. Diariamente se están quemando 14 toneladas de desperdicios de aserraderos», explica.

Por el momento los representantes de la empresa están analizando la posibilidad de aprovechar el exceso de calor que se genera al quemar la madera para secarla antes de introducirla a las calderas. Los resultados de este análisis espera tenerlos en los próximos 60 días.

La empresa está buscando ahorros en todas las áreas en donde pueda hacerlo. Su gerente admite que lo que hace falta es encontrar una alternativa para generar electricidad más barata, y en eso ya están trabajando.

Una opción sería instalar paneles solares. El empresario adelanta que en este tema se están dando los primeros pasos al reunirse con especialistas en el tema para concretar los detalles del proyecto. «Por los vientos que soplan podremos tener al menos una solución parcial con la energía solar», subraya.

Azucareros buscan eficiencia

Para la Compañía Azucarera la Estrella, S.A. y Subsidiarias y Afiliadas (Calesa), continuar quemando petróleo en su proceso de producción se estaba haciendo insostenible. El renglón de combustible en sus gastos operativos ya llegaba a los 300 mil dólares al año. Razón de más para cambiar la hoja de ruta y apuntar al mejor aprovechamiento de la biomasa que se quemaba en sus calderas.

Los ingenieros de la compañía pusieron manos a la obra y, producto de una lluvia de ideas, decidieron implementar un sistema con el cual se pudiera extraer la humedad de la biomasa y no tener que utilizar un combustible suplementario. «Con las tecnologías disponibles hoy día se han podido automatizar las calderas, dosificar mejor el suministro del bagazo, monitorear la producción de vapor y evitar que éste se pierda, lo que ha permitido lograr que el consumo de petróleo sea prácticamente nulo», explica el representante de Calesa, Gaspar García de Paredes.

Utilizar este sistema en los últimos años les ha permitido ahorrar cientos de miles de dólares anualmente. Pabo, Molpasa y Calesa no son las únicas industrias panameñas que han visto en los combustibles alternos la respuesta a sus plegarias. El hecho de que Panamá no sea un productor de petróleo, obliga a depender de la voluntad de los que sí están en este negocio y que fijan los precios conforme a sus intereses, que no necesariamente van de la mano de las necesidades de la mayoría.

El utilizar estos carburantes no solo les reduce a las empresas la cuenta de gastos, sino que les ayuda a tener un menor impacto en el medio ambiente, cumpliendo de esta manera con la responsabilidad social empresarial.