Hidroeléctricas destruyen la naturaleza

Es evidente que la Ley General de Ambiente está siendo violada, ya que la normativa anexa a esta ley establece la obligatoriedad de desarrollar una Evaluación Ambiental Estratégica de las políticas y planes macros de desarrollo.  Es evidente que en el tema de energía no existe una politica debidamente aprobada y con el visto bueno de la sociedad civil, ya que tenemos gobiernos autoritarios que no están interesados en cogobernar con la sociedad en la toma de decisiones que nos afecta a todos.

Mientras se siga permitiendo que tecnócratas con intereses creados decidan desde un escritorio lo que se tiene que hacer en el país con los recursos de todos los panamenos estamos cayendo en irresponsabilidad ciudadana.

En el caso de los chiricanos, simplemente se les ha ignorado a conveniencia de los intereses que almuerzan y cenan juntos en la ciudad de Panamá mientras destruyen importantes ríos como el Chiriquí Viejo, Piedras, David, Changuinola, Bonyic y decenas de otros ríos.

Burica Press

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Energía hídrica

Hidroeléctricas retan a la naturaleza

Ambientalistas chiricanos acusan a las autoridades del avance de proyectos sin importarles las afectaciones.

ENERGÍA. En Chiriquí se construyen 15 proyectos hidroeléctricos que entrarán a competir en el mercado, con el objetivo de abaratar la tarifa de energía a la población. ESPECIAL PARA LA PRENSA/Sandra Alicia Rivera

sandra alicia rivera
dolega, chiriquí

nacionales@prensa.com

La construcción de hidroeléctricas en el distrito de Dolega afecta los acueductos y potabilizadoras del Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan), situación que a la larga tendrá efectos negativos en toda la población.

Y la situación se agrava aun más si se toma en cuenta que las autoridades competentes en la ciudad de Panamá otorgan los permisos para construir hidroeléctricas con desconocimiento, sin inspeccionar las áreas y sin consultar a las autoridades locales.

Aunado a la anterior situación, existe un pueblo dormido que no despierta ante los atropellos que cometen las multinacionales en Chiriquí.

Raquel Coba de Boyd, ambientalista de la Asociación Colibrí, dijo que están preocupados porque no solo la hidroeléctrica en el río Cochea perjudica los acueductos y las potabilizadoras, sino también la de Los Anastacios.

En el río Cochea, donde se construye una hidroeléctrica, se encuentra una potabilizadora que provee de agua potable a toda la parte baja de los distritos de Dolega y David, así como el corregimiento de Los Algarrobos.

Coba de Boyd explicó que en la parte media alta del río, los fuertes aguaceros provocan desastres naturales, y que ahora con la construcción de hidroeléctricas la situación será peor.

Los ambientalistas solicitaron al alcalde de Dolega, Lino Pittí, que haga una convocatoria distrital y provincial para que sea el pueblo chiricano el que decida qué hacer con sus aguas. Lo que no se puede permitir es que cada gobierno que llega al poder permita el abuso de los recursos naturales.

Por su parte, el alcalde Lino Pittí se comprometió a conversar con las empresas que construyen hidroeléctricas para tratar de que si se desarrolla el proyecto, tengan toda la documentación en regla; es decir, la aprobación de la Autoridad Nacional de Ambiente (Anam) y de la Autoridad de los Servicios Públicos, así como cumplir con la consulta pública que establece la ley.

“Entendemos la preocupación de los ambientalistas, por lo que vamos a estar pendientes de las afectaciones en bosques, árboles y del recurso agua, aunque ellos pueden interponer un recurso en contra de la empresa, en caso de que exista un abuso al ambiente”, agregó Pittí.

La Prensa intentó conocer la versión del director regional del Idaan, Zenón González, pero este funcionario comunicó que tienen restricciones para ofrecer entrevistas a los medios de comunicación.

En la provincia de Chiriquí operan tres hidroeléctricas y existen 15 en construcción. En 2007 existían 42 estudios de impacto ambiental aprobados por la Anam a empresas interesadas en entrar al mercado energético. Los ambientalistas han denunciado que los proyectos se construyen a costa de la destrucción de la naturaleza.

Putman y la energía

Putnam y nosotros

En Panamá, la necesidad de energía crece al 5% anual y el país necesita duplicar la energía cada 20 años, aproximadamente.

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Mario Alvarado

INGENIERO CIVIL

EL TEMA ENERGÉTICO será determinante en nuestro futuro y no admite políticas irreflexivas y de corto plazo. El alza irreversible del precio del petróleo seguirá presionando todos los aspectos económicos de la vida nacional. La improvisación, el rezago tecnológico y la política de estrechas miras es un lujo que no podemos permitirnos. Es bueno examinar, de manera breve, los requerimientos de energía de nuestro país, a la luz de la situación actual, prevista por Putnam, cuyas estimaciones cobran actualidad.

En 1949, la Comisión de Energía Atómica de Estados Unidos (EE.UU.) decidió analizar las políticas públicas relacionadas con el desarrollo de plantas nucleares y los requerimientos de energía de los venideros 100 años, durante el lapso de 1950 al 2050. El estudio fue desarrollado por Palmer Putnam, ingeniero consultor, en base a un hipotético fideicomiso de los recursos energéticos del planeta. Estimó que la población mundial rondaría los 6000 millones de personas al final del período estudiado.

Esa cifra ya ha sido alcanzada, lo que supone una brutal presión energética sobre los recursos disponibles. Los estudios de la compañía British Petroleum pronostican que para el año 2030 la demanda de energía aumentará en un 60%, básicamente en función de dos economías emergentes: India y China. En Panamá, la necesidad de energía crece al 5% anual y el país necesita duplicar la energía cada 20 años, aproximadamente.

El geólogo y físico Dr. M. King Hubbert estimó que el fin de la era del petróleo llegaría en algún momento entre los años 2090 y 2100. Tradujo sus resultados mediante una gráfica en forma de campana conocida como curva de Hubbert, que se ha ido cumpliendo casi que inexorablemente. Lo interesante de su análisis es el pronóstico que en los próximos 60 años se utilizará alrededor del 80% de las reservas probadas de petróleo. Después se producirá la depresión de las mismas hasta que la curva descendente toque fondo. La crisis del petróleo será permanente y no cíclica, predice Hubbert y la tendencia de los precios actuales del combustible parecen darle la razón.

Este análisis nos lleva a inferir que la esperanza energética panameña, para la era post petróleo es básicamente hidráulica, es decir, producida por el agua. Y aquí brinca la liebre llevada de la mano de dos sucesos cotidianos: la compra y venta del recurso hídrico nacional y el severo deterioro de la cuenca de los ríos. El Estado, después del proceso de privatización del sistema eléctrico y por la debilidad de instituciones como el Ente Regulador y la ANAM, ha renunciado al papel de planificador del sector energético.

El genetista y activista ambiental David Suzuki ilustró las consecuencias catastróficas de la presión del crecimiento de una población sobre un recurso determinado. Suzuki, en un experimento de una hora de duración, colocó bacterias en una probeta de ensayo. Las bacterias duplicaban su población cada minuto, es decir, se regían por un crecimiento de tipo exponencial. Pasaron 55 minutos sin cambios aparentes, aún 5 minutos antes de cumplir la hora, la probeta estaba vacía. En los minutos restantes para el término del experimento, la población bacteriana creció de tal manera que saturó la probeta, colapsándola. El símil entre los resultados de la prueba Suzuki, el crecimiento de la población humana y el abuso de recursos naturales no renovables, es válido.

El agua de nuestros ríos, los bosques nubosos de las cuencas altas, los manantiales y ojos de agua son recursos indispensables para su conservación, planificación y uso social, ya que ello conlleva la supervivencia de la nación. La política de mercadear el agua al mejor postor es de corto plazo y no representa los intereses de la sociedad panameña en su conjunto.

Putnam planteó correctamente la pregunta: ¿dónde estaremos en el futuro cercano? Esta es la cuestión. La política energética de EE.UU. fue formulada alrededor de esta interrogante y su preparación tecnológica y militar los ha llevado a sus dos últimas guerras, por petróleo.

Para nosotros, en Panamá, la visión de Putnam y el análisis de la era post petróleo, deben ser tratados como temas de Estado.

Prácticamente todo el potencial hidroeléctrico del país está en vías de ser otorgado en concesión a empresas privadas panameñas, en el sector pacífico, y a corporaciones trasnacionales, en el Atlántico. De ello dan fe las 57 concesiones en trámite ante el Ente Regulador. Este proceso ha permitido a Eleta ser dueño del tramo alto y medio del Chiriquí Viejo, a Virzi de Tabasará, a Vallarino de río Cobre y a AES-Panamá de tres tramos del río Changuinola, entre una muchedumbre de promotoras hidroeléctricas. Este sendero, de parcelar los ríos y saltos hidráulicos, es obligante recorrerlo con prudencia por varias razones.

Podemos inferir sin mucha agudeza que los costos de extracción del petróleo irán aumentando al igual que el costo final al usuario. Sabemos también que las energías alternativas, entre ellas las eólicas, en este momento, son solo un cúmulo de buenas intenciones. Por eso es determinante que el Estado se involucre activamente en la planificación de los futuros desarrollos hidroeléctricos y de todo el panorama energético con una visión de largo aliento.

¿Será posible?

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En Panamá existe rapiña entre gallinazos y cada quien quiere hacer su negocio para sí y no para el país.

No debemos permitir que cuencas valiosas y de rica biodiversidad sean acaparadas por estos rapiñeros.

Nosotros visualizamos que una vez exista una línea de transmisión que llegue hasta la Casa de tío Sam, ellos enviarán energía eléctrica de plantas nucleares hacia nosotros, cuando haya colapsado el petróleo. Las hidros sólo serán artefactos en los cauces de los ríos de los ladrones de ahora que pensaron que destruir ríos es un gran negocio.

Burica Press