Se buscan espías… medioambientales
Laura Plitt
BBC Mundo, Medio Ambiente

¿Es usted un entusiasta devoto del agente 007? ¿Se queda pegado frente al televisor cuando pasan por enésima vez -aunque sea a las tres de la mañana y en blanco y negro- «El espía que surgió del frío», la película inspirada en la novela de John Le Carre?
En ese caso, quizás le interese un inusual concurso que lanzó la Agencia de Investigación Ambiental británica (EIA, por sus siglas en inglés), una organización no gubernamental que investiga crímenes medioambientales como la tala ilegal de árboles, el comercio ilegal de especies en peligro y la compra y venta de productos químicos cuyo uso está prohibido por las autoridades.
Lo que distingue a la EIA de otras organizaciones ecologistas es que para sus investigaciones emplea tácticas típicas de espías y detectives.
Los ganadores de la competencia (la agencia elegirá tres) tendrán la oportunidad de entrenarse con los métodos de la EIA.
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«La idea del concurso es involucrarnos más con la gente y ofrecerles la posibilidad de experimentar de qué se trata nuestro trabajo», le dijo a BBC Mundo Julian Newman, investigador y director de campañas de la organización.
Es fundamental ser muy detallista a la hora de recabar información, ser creativo, saber improvisar para cambiar los planes rápidamente -en caso de que haga falta- en el terreno y por supuesto, saber mentir
Julian Newman, director de campaña de la EIA
Para realizar el trabajo de detective ambiental encubierto hace falta manejar con soltura cámaras escondidas en bolsos, abrigos o en el propio cuerpo, teléfonos celulares que son en realidad cámaras fotográficas y demás dispositivos que permiten recabar evidencia sin ser detectado.
La clave no está solo en utilizar los equipos con disimulo y destreza, dice Newman mientras nos muestra un armario donde están guardadas bajo llave las herramientas de trabajo de los detectives, en la oficina de la EIA, en un barrio del norte de Londres.
«Es esencial ser muy detallista a la hora de recabar información. Ser creativo, saber improvisar para -en caso de que haga falta- cambiar los planes rápidamente en el terreno y por supuesto, saber mentir», dice Newman.
Todos estos elementos se ponen en juego en el momento en que se entra en acción: como parte de una misión el investigador debe, por ejemplo, hacerse pasar por un comprador o un empresario turístico o un experto en dicho negocio.
De juego, nada
Julian Newman, EIA

«Cuando haces una investigación y publicas un informe que genera una reacción de las autoridades y la implementación de medidas, ahí te das cuenta de que todo el esfuerzo, la tensión y el estrés valen la pena»
A simple vista la labor que desempeña la EIA parece casi un juego. Pero el trabajo que la agencia viene desarrollando desde hace 25 años es serio y en la mayoría de los casos riesgoso.
«Nosotros tratamos de que no se violen las leyes. Si la gente que gana mucho dinero con el tráfico ilegal nos descubre… bueno, no van a estar muy contentos con nosotros», dice Newman.
Desde el cuartel central en Londres, una oficina sencilla, atiborrada de papeles, donde trabajan asistentes y voluntarios que poco tienen que ver con el glamour que ostenta James Bond, se coordinan investigaciones y campañas para identificar a las compañías involucradas en la tala ilegal de bosques, una de las principales razones de la deforestación, y a las empresas que comercializan especies amenazadas y sustancias químicas prohibidas.
Los hallazgos de la agencia, particularmente en China, África del Este e Indonesia, han servido en algunos casos para que se enmienden las leyes. Por ejemplo, en 2004, tras una extensa investigación, los detectives recolectaron evidencia suficiente sobre la tala ilegal de compañías extranjeras en las tierras de los indígenas Knasaimos en Papúa, Indonesia.
La noticia apareció en todos los medios locales y prontamente se convirtió en un escándalo. Tras una reunión de emergencia, el gobierno envió un contingente para detener las operaciones. Documentación que demostraba que compañías estadounidenses compraban madera cortada ilegalmente en el territorio de los Knasaimos fue presentada ante el gobierno de Estados Unidos y las autoridades modificaron las leyes vigentes, convirtiendo en una ofensa la adquisición de productos fabricados con dicha madera.
Historias con final feliz como ésta -que no los son todas ni mucho menos- son las que motivan a los investigadores como Newman a seguir adelante con la misión de la EIA: «cuando tu trabajo rinde frutos, cuando haces una investigación y publicas un informe que genera una reacción de las autoridades y la implementación de medidas, ahí te das cuenta de que todo el esfuerzo, la tensión y el estrés valen la pena».
La competencia está abierta hasta el 30 de septiembre.
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