Historia del Río Chagres

Historia del Río Chagres

Jaime Massot

El río Chagres, desde el punto de vista hidrológico, ha sido meticulosamente observado y estudiado desde que los franceses iniciaron la construcción de un canal a nivel en 1881. Sin embargo, su historia se remonta varios siglos antes cuando, para los conquistadores españoles, era fundamental encontrar una vía de comunicación entre los dos océanos que pusiera en contacto a España con las recién conquistadas tierras de Perú y Bolivia.

Este río se llamó originalmente «Río de los Lagartos», nombre puesto por Cristóbal Colón en su cuarto viaje, en 1502. «Chagre» era el nombre del jefe indígena que controlaba la parte alta del Chagres durante la conquista española; con el tiempo se le empezó a llamar «el Río de Chagre.» Este nombre continuó por unos años hasta que alguien le añadió la letra «s» y desde entonces se llama río Chagres.

Rio Chagres. El antiguo grabado muestra la gran actividad que tuvo el Rio Chagres y la importancia como medio de comunicación a través del Istmo

Río Chagres. El antiguo grabado muestra la gran actividad que tuvo el Río Chagres y la importancia como medio de comunicación a través del Istmo. Fuente: http://bellsouthpwp.net/r/u/ruiz_b/Argonauts/ChagresRiver.jpg

La idea de un paso de agua a través del Istmo de Panamá para unir los océanos Atlántico y Pacífico surgió a comienzos del siglo XVI, cuando Vasco Núñez de Balboa cruzó el Istmo en 1513. En ese entonces descubrió que tan solo una estrecha franja de tierra separaba los dos océanos. Más adelante, un decreto emitido en 1534 por el rey Carlos I de España ordenó al gobernador regional de Panamá levantar los planos para trazar una ruta hacia el Pacífico siguiendo el río Chagres. Este fue el primer estudio realizado para la construcción de un canal que permitiera a los buques cruzar de un océano al otro por Panamá. Cuando se terminó el levantamiento del mapa el gobernador opinó que sería imposible lograr tal hazaña. Por lo anterior, el Rey desechó la idea del proyecto clamando que «el hombre no debe separar lo que Dios ha unido».

A finales del siglo XVI, luego de la destrucción de Nombre de Dios por los piratas, el rio Chagres asumió la función de paso continuo a través del istmo; se convirtió en la principal puerta de América desde el Atlántico. La ruta remontaba el rio desde el Fuerte de San Lorenzo hasta la población de Venta de Cruces; desde allí la mercancía y las personas eran trasportadas en muía hasta la ciudad de Panamá. También existía el Camino Real, ruta por donde se dirigían las riquezas extraídas en Sudamérica hacia Portobelo, plaza de las grandes ferias de intercambio entre España y sus colonias durante 200 años.

Para 1820, cuando el poder español en el Nuevo Mundo empezó a decaer, personas de diferentes países, sin mucho conocimiento técnico o científico, empezaron a expresar su visión de un canal por el istmo. Sin embargo, el Coronel Charles Biddle, enviado por el presidente Andrew Jackson a comparar las rutas de Panamá y Nicaragua, contradijo estas teorías. Luego de recorrer el rio Chagres en canoay caminar hasta la ciudad de Panamá; Biddle declaró que la construcción de un canal por Panamá sería la tontería más grande. Según un mapa de la época (1832), el rio Chagres tenía como principales tributarios a los ríos Gatún, Trinidad, Pequení y Gatunciflo. Otros ríos ampliamente conocidos en la actualidad, como el Ciri Grande y Boquerón, no son mencionados.

Fuente: http://www.apl.com/history/art/timeart/panama.gif

En conjunto con el Camino de Cruces, el rio Chagres se mantuvo como ruta interoceánica, especialmente durante la fiebre de oro en California, hasta la construcción del ferrocarril en 1855. Para este período (1861) fue establecida la primera estación de registro de lluvia del país en la islaTaboga, donde sólo se tomaban observaciones intermitentes. Adicionalmente, la Compañía del Ferrocarril de Panamá instaló otra estación de lluvia en Colón (1862) que realizó lecturas hasta 1874.

El 30 de diciembre de 1879, seis meses después del Congreso Universal en París, llegó Ferdinand De Lesseps al puerto de Limón. Sólo un mes antes, en el cruce del poblado de Barbacoas, el río Chagres había destruido el puente del ferrocarril y dejado 30 millas de rieles a 15 pies bajo el agua. Esto debió señor de advertencia para De Lesseps del poder destructivo del Chagres, sin embargo, el Boletín del Canal Interoceánico de la época sólo menciona un pequeño retraso por razones inexplicables y no señala nada sobre la destrucción del puente, la vía del ferrocarril o las inundaciones ocurridas.

En 1881, al iniciarse la construcción del canal a nivel, la Compañía Universal del Canal Interoceánico restableció la estación pluviométrica en Colón e instaló nuevas estaciones en Balboa, Gamboa y en la Isla Naos. Además, situó estaciones de registro de niveles y mediciones de caudal en Gamboa y Bohío (en el río Chagres) y efectuaron estudios de la temperatura del aire y velocidad del viento en Colón, Panamá y en el interior. Igualmente, registraron las temperaturas del agua, variaciones de las mareas en al Atlántico y Pacífico, y mantuvieron lecturas de la presión barométrica en la ciudad de Colón.

Durante la construcción del Canal por parte de los franceses, las inundaciones constituyeron un serio problema debido a lo empinado del terreno, el agua de la lluvia se acumulaba con rapidez formando corrientes que fluían con fuerza hacia el río Chagres aumentando en poco tiempo su nivel y provocando inundaciones. Los constructores sufrieron periódicamente la desalentadora barrida de puentes y equipos. Además, decenas de miles de toneladas de tierra, roca y escombros se volvían a depositar en las mismas áreas que con tanta dificultad habían sido excavadas.

Para 1887 los deslizamientos en el Corte Culebra, las crecidas del Chagres, el clima lluvioso, las enfermedades, los altos gastos, y la ineficiencia llevó a un cambio en el tipo de canal a construir, en vez de ser a nivel sería de esclusas. Para esta época, la Compañía Universal del Canal Interoceánico estaba en la quiebra y, por lo tanto, todas las mediciones y registros hidrometeorológicos fueron suspendidos en 1889.

En 1894 la Nueva Compañía del Canal se hizo cargo de los trabajos de construcción de un canal de esclusas por el istmo. Se reiniciaron los registros en las estaciones abandonadas y se construyen nuevas estaciones de registro de lluvia. Además se instalaron modernos equipos de registro continuo como barógrafos, termógrafos (1897) y sismógrafos (1900). Igualmente se estableció la estación del río Chagres en Alhajuela (15 de abril de 1899) pero debido al fracaso de la Nueva Compañía, todas las propiedades y derechos de la compañía francesa fueron compradas por los Estados Unidos en 1904. Es interesante observar que la estación de Alhajuela permaneció, hasta 1929, como la única registradora de niveles y estimados de descarga diaria de agua en lo que era conocido como «la parte alta del Chagres».

Durante el periodo del canal francés, de 1880 a 1904, se registraron cinco crecidas de consideración, sin embargo, es importante recalcar que las mediciones de comente eran realizadas por medio de flotadores y que estudios posteriores muestran que estos valores son mayores que las medidas utilizando molinetes. No obstante, no se hicieron ajustes a los registros publicados, principalmente, por razones de seguridad en el diseño de las estructuras de acuerdo a un informe, de 1915, sobre la climatología e hidrología en el Canal de Panamá

El 14 de junio de 1905 se crea el Departamento de Meteorología e Hidráulica de Ríos (Comisión del Canal ístmico) y su nombre cambia, posteriormente, a Sección de Meteorología e Hidrografía. El Departamento establece de forma inmediata 22 estaciones de lluvia; nueve de las cuales utilizaban cubetas basculantes. Menos de un año después, ocho de las estaciones son descontinuadas ya que se encontraban fuera de la Zona del Canal Durante 1906 y 1907 se realizan mediciones de caudal por medio de flotadores y molinetes en Alhajuela, Gamboa, Bohío, Lagartera, y Gatuncillo. A partir del 1 de enero de 1908, todas las mediciones de comentes se ejecutan por medio de molinetes; metodología que continua en la actualidad.

Como eventos hidrológicos de importancia, para el periodo inicial de construcción por parte de los norteamericanos, tenemos las crecidas del Chagres. Para 1906, específicamente el 3 de diciembre, el nivel en la estación de Alhajuela alcanzó una altura de 119.30 pies s.n.m.m. (sobre el nivel medio del mar) con una descarga máxima instantánea de 92,100 p3/s; calculada en forma indirecta (extensión de las curvas de descargas) Este valor, recalculado mediante aforos dé crecidas posteriores, ascendió a 126,400 p3/s; casi el doble de la descarga máxima permitida, actualmente, desde la represa de Madden antes de declarar una emergencia en el Canal.

Antes de la inauguración del Canal, en 1914, hubo varias crecidas de importancia y una en particular vale la pena resaltar. El 26 de diciembre de 1909, a las 7 p.m., el río, en lo que se conocía como la parte alta del Chagres, alcanzó un nivel 121 pies en Alhajuela o sea una descarga máxima instantánea de 140,000 p3/s. Esta crecida interfirió seriamente las obras de construcción del Canal y estaciones de registro de lluvia, posteriormente descontinuadas como Bohío, Tabernilla, San Pablo, y Culebra, muestran registros históricos de importancia. La corriente del río Chagres, en Vigía, arrastró la estación registradora de niveles y la casa del observador. La escorrentía, para la cuenca del Canal, se estimó en 41 billones de p3; equivalente a una lámina de agua de 13.69 pulgadas.

Luego de finalizar gran parte de la construcción del Canal y el llenado del lago Gatún, en 1912, se estandariza la recolección de los datos hidrológicos. Ocho estaciones que registraban los niveles del Chagres y sus afluentes son abandonadas como, por ejemplo, Bohío (río Chagres), Monte Lirio (río Gatún), y Lagartera (río Trinidad). Otras se convierten en estaciones registradoras del nivel del lago Gatún como Gamboa (río Chagres), Gatún (río Gatún) y Raíces (río Trinidad). El río Chagres queda separado en dos tramos; desde la represa de Gatún hasta el Atlántico y la «nueva cuenca del Chagres» hasta Gamboa (523 mi2) Es interesante observar que la cuenca del embalse de Gatún, de 1289 mi2, corresponde a la cuenca del Chagres o cuenca 115 de acuerdo al criterio del Proyecto Hidrometeorológico Centroamericano y publicaciones actualizadas.

Para el periodo de 1929 a 1933 se constru-yen cinco nuevas estaciones de medición de caudales y lluvia en el área aguas arriba de Alhajuela para servir de aviso de inundaciones durante la construcción de la represa de Madden. Estas estaciones se ubicaron, específicamente, en Indio, Salamanca, Chico, Peluca y Candelaria. La estación en Indio fue desactivada por la influencia del embalse de Alhajuela y sustituida por Chico; en lo que se conoce ahora como «la parte alta del Chagres» (área de drenaje de 160 mi2). Salamanca, que originalmente registraba los niveles del río Pequení, luego pasó a medir el nivel del embalse y, para la medición de caudales, fue sustituida por Candelaria y Peluca. Esta última ubicada en el río Boquerón; que antes de formarse el embalse era tributario del río Pequení.

La primera medición de corrientes, en la estación dé Chico, fue el 4 de mayo de 1932 a una elevación del río de 270.38 pies y una descarga de 728.29 p3/s. Debido a los cambios de las características geométricas e hidráulicas del rio, a través de los años, hoy en día se alcanzaría una descarga un tercio menor en la misma elevación del río. Hasta la fecha, se han realizado casi 1300 aforos (mediciones de comente) en Chico siendo la descarga máxima medida, el 27 de noviembre de 1941, de 57,361 p3/s a un nivel de 294.45 pies.

Para el diseño del futuro tercer juego de esclusas, proyecto aprobado en 1939, se determina que existía una sería deficiencia en la información disponible, específicamente, en la distribución espacial de las estaciones de lluvia. Por lo anterior, nueve estaciones son instaladas entre 1940 y 1941 para la obtener los datos adicionales necesarios.

En los estudios del proyecto del canal a nivel, de 1947, se reconoce que los datos de precipitación «ostentes hasta la fecha no son adecuados ya que estos no registraban la lluvia en los puntos altos de las subcuencas, por lo tanto, se establecen nuevas estaciones. Incluyendo, nueve estaciones pluviográficas, tres en cada cuenca, en los ríos Trinidad, Ciri y Gatún. Igualmente, para tener una mayor cobertura, de la escorrentía en la cuenca, dos nuevas estaciones hidrométricas son construidas; Los Cañones en el río Ciri Grande y El Chorro en el río Trinidad. El equipo de registro de niveles en el río Gatún fue ampliado con la adición de un cable vía y se inician mediciones periódicas de caudal.

En 1966, una crecida extraordinaria, destruye el pozo amortiguador y todo el equipo existente en Chico; incluyendo el sistema de cable vía y el registrador análogo de niveles. Se estimó, por mediciones posteriores y métodos indirectos, que la descarga pico alcanzó los 134,000 p3/s. Desde entonces, a la fecha, las lecturas de nivel del río Chagres en Chico son registradas por limnígrafos de burbujas.

El proyecto de implementación de modelos para el pronóstico de precipitación, caudal y nivel de los embalses requiere para el periodo, de 1997 a 2000, de la instalación de 10 estaciones autosuficientes de lluvia; el 50% de estas (Chamón, Limpio, Arca Sonia, Vistamares y Esperanza) ubicadas en los puntos más elevados de la cuenca alta del Chagres.

La Ley 44 de 31 de Agosto de 1999, establece los límites de la CHCP identificadas en dos regiones denominadas como: la Región Oriental (también conocida como Cuenca Tradicional o Cuenca del Río Chagres y la Región Occidental. En este mismo año se inicia la medición y análisis del potencial hídrico y manejo de las cuencas de los principales ríos en la Región Occidental de la cuenca del Canal.

Desembocadura del Rio Chagres al Cauce del Canal de Panamá en Gamboa, Colón

Vista aérea de la Boca del Río Chagres cuando desemboca al Cauce del Canal de Panamá en Gamboa, Colón. El Río Chagres es el aportador del casi toda el agua que requiere el Canal de Panamá para su funcionamiento. Foto. SMN Panamá.

Con la derogación de la Ley 44 por medio de la Ley 20 del 21 de junio del 2006, las estaciones localizadas en la Región Occidental dejan de ser operadas por la ACP. Actualmente, la red de estaciones hidrometereorológjcas consiste de 52 estaciones activas. La mayoría de estas son telemétricas que registran y transmiten datos de diferentes parámetros en tiempo real: elevaciones de los ríos (11), elevación de los lagos (9), nivel de las mareas (2), precipitación pluvial (49), temperatura del mar (2) y otros datos meteorológicos como temperatura del aire, velocidad y dirección del viento, humedad relativa, radiación solar total y presión barométrica (10). Además, se realizan aforos de los ríos una vez por mes en 10 estaciones y se miden sedimentos suspendidos…

REFERENCIA

Massot, Jaime. 2008. Historia del Río Chagres. Épocas –Ayer, Hoy, Mañana -Tercera Era (No. 10, Julio 2008).

Ver además:

Río Chagres en Wikipedia

Los indígenas mexicanos de Bocas del Toro

LOS INDIOS MEJICANOS DE BOCAS DEL TORO

José Manuel Reverte*
Academia Panameña de Historia

Hemos mencionado en varias ocasiones en el curso de este estudio la existencia en Bocas del Toro de indios mejicanos.

La primera noticia que tenemos se debe al propio Hernán Sánchez de Badajoz quien hizo al parecer amistad con ellos. La Fortaleza de Marbella que construyó sobre la Loma de Corotapa, estuvo situada en el territorio que ellos habitaban en el Valle del Duy que más tarde se llamaría por tal motivo «Valle del Duy y Mexicanos».

Los indios que acompañaban a Badajoz llamaban chuchumecas o chichimecas a los indios que trajo Rodrigo de Contreras consigo al Istmo. Probablemente porque hablaban una lengua náhuatl. Recuérdese que Contreras trajo 250 indios de Nicaragua para reforzar su pequeño ejército de 100 soldados.

Noticias más precisas se encuentran en las relaciones hechas por el Adelantado Juan Vázquez de Coronado al presentar sus méritos ante Su Magestad (140). En la pregunta No. 20, dice: «Por noticia quel dicho General tuvo estavan poblados ciertos indios mexicanos cerca de la dicha provincia de Ara, en el Valle de Coaza, a costa de mucho travajo, aunque ellos mucho procuraron disimularlo y encubrirse, los descubrió y como a los demás hizo dar la obediencia a S. M. é asimismo les dio orden como entre sí políticamente se oviesen é tratasen …»

El Capitán Diego Caro de Meza, aclara la pregunta, No. 19 de la Probanza haciendo mención de la existencia de un cacique de nombre YSTOLI ó YZTOLIN, «cacique mexicano» que también fue mandado curar por Vázquez de Coronado de una herida que tenía en la mano, de la que sanó gracias a los cuidados que le dieron.

Confirma la existencia de un grupo de indios mexicanos que como se dijo vivían en el Valle de Coaza (entre el Río Sixaola y el Río Changuinola) (Tarire y Tilorio), cuyo señor natural era precisamente el cacique YSTOLI al que en su propia lengua, náhuatl, o mejicano, con ayuda de unos intérpretes nahuatatos logró explicar sus propósitos.

Todos los testigos de la Probanza confirman la existencia de indios mejicanos en la región.

En un documento al que ya se hizo mención (141) del mismo año de 1564, se dice que el 19 de febrero, llegó al poblado de Ara o Hará donde se hallaba Vázquez de Coronado con su gente, «el cacique YZTOLIN mexicano, cacique de los chichimecas, comarca del pueblo de Hará, el qual dixo por lengua de Lucas Descebar, naguatato, quél venía a ver lo quel dicho General mandava… el qual dicho vasallaje dio a su nombre y de los demás chichimecas mexicanos que están en el Valle de Coaza».

En una carta del Gobernador de Veragua, D. Iñigo de Aranza (1595) (142) dice así:

«En la tierra que llaman DUY, hay más de 6.000 indios de guerra, y ay noticia que tienen su trato con los de México que allí quedaron cuando les tomó la voz de la entrada primero de los españoles, habiendo ido ellos por el tributo de oro que aquella provinzia dava a Montezuma».

Con estas líneas se confirma lo que sólo eran conjeturas en el capítulo V, es decir que en efecto, los mejicanos de Yztolín eran un grupo de recaudadores y su cuerpo de protección y sus descendientes que habiendo sido sorprendidos en el Istmo, lejos de Méjico cuando Cortés atacó en forma fulminante al imperio azteca, prefirieron quedarse donde estaban al tener malas noticias, y quizás noticias de la propia muerte de Moctezuma, y allí permanecieron por años, protegidos por los indios de la región, con los que se mezclaron hasta que fueron descubiertos por los españoles que más tarde o más temprano penetraban por los lugares más recónditos en su afán de explorar y someter rápidamente los territorios de América, el Nuevo y siempre interesante mundo que tenían ante sí.

Y nos hace pensar también este párrafo en una cierta forma de sometimiento a la fuerza del Imperio azteca por parte de los indios bocatoreños, por parte de las tribus de la región Norte de Panamá.

Siendo en el año de 1603, Gobernador y Capitán General de Veragua, Cpclé y Duy y Guaymí, D. Juan López de Siqueyro, escribe al Rey lo siguiente (143):

«Por la Bahía del Almirante en una provincia rica de oro que se llama del DUY, ques desta Gobernación de Veragua en la guarda raya de la Costa Rica y Nicaragua que confina con ellos, y los naturales della se llaman los mexicanos».

En 1617, el Capitán Diego del Cubillo (144) llama a la Provincia «Valle del DUY y Mexicanos», y menciona el hecho de que aún está sin reducir.

Por su parte, Juan de Estrada Rávago en 1573 (145) dice que:

«El gran Rey Montezuma envió sus ejércitos a Costa Rica, en demanda de dicha provincia… y así queda hasta hoy día — y ha visto reliquias de sus soldados y ejércitos que se llaman nauatatos».

Todavía más, el Obispo de Panamá Fray Francisco de la Cámara dice en una carta (146) probablemente del año 1620, refiriéndose a los indios que habitaban el Río de Teribe o de la Estrella: «Aunque son belicosos, se sabe que es gente política, que viste ropa de algodón, que fue sugeta a Montezuma, emperador mexicano, hasta el tiempo que entró la conquista, de españoles en aquel reino y estado; y es la tierra donde los mexicanos venían por pro para sus ydolos y ofrecimientos… es gente que usa alguna policía a la usanza mexicana».

Más tarde, cuando los franciscanos dirigidos por Fray Francisco de San José (1697) levantan un cuidadoso censo (147) de los indios que vivían en las márgenes de los Ríos Changuena, Teribe y Chan-guinola, al hacer mención de la Isla de Toja (Hoy Isla de Colón) en la que actualmente se encuentra la capital de la Provincia de Bocas del Toro, dice que «esta isla se pobló de una parcialidad de mexicanos que no cupo en Talamanca por revoltosos», a los que se unieron térrabas, dorasques y seguas. Más tarde desaparecerían al ser capturados por los piratas ingleses y los zambos mosquitos aliados de éstos.

Los documentos mencionados vienen a ser confirmados por los modernos hallazgos arqueológicos que han puesto de manifiesto también el hecho de que el oro que muchas veces se encuentra en Méjico y Centroamérica en los yacimientos arqueológicos, tiene las señales patentes de la manufactura panameña, y también colombiana.

Morley afirma (148) que «el estudio de los objetos de oro y cobre encontrados en el Pozo de los Sacrificios (Zenote Sagrado) indica que fueron traídos a Chichón Itzá desde puntos tan lejanos como Colombia y Panamá en el Sur».

Las conexiones comerciales entre el área maya y Panamá parecen quizás deducirse siguiendo a Morley quien después de señalar la falta casi absoluta de oro en la región del Viejo Imperio, asegura que de las pocas piezas de oro halladas en excavaciones en Copan, tales como un par de piernas pertenecientes a una figurilla humana hueca, de una aleación de oro y cobre sugieren que fue hecha en Costa Rica o Panamá según parece deducirse de la técnica de vaciado empleada así como del análisis químico de la aleación de que está hecha, y termina diciendo que «llegó a Copan probablemente como artículo de comercio».

Volviendo a los objetos de oro y cobre hallados en el Pozo de los Sacrificios de Chichén Itzá, dice Morley que hay discos con decoración «hecha conforme a la técnica de repujado, y tazas, collares, brazaletes, máscaras, pendientes, anillos, orejeras, cascabeles y cuentas», cuyo estilo y ejecución indican su origen de Costa Rica y Panamá «llevados al NO. hasta Chichén Itzá por medio del comercio» (149).

Todavía puntualiza más Morley al decir que el análisis químico de los objetos hallados en el Pozo Sagrado indica que pueden proceder de la Cultura Coclé o de la Cultura Chiriquí.

Según Vaillant (150), la cerámica pseudovidriada tipo «plumbate» tenía un amplio campo de distribución comercial «llegando por el Sur a Panamá», y a su vez, «los ornamentos de oro de Panamá aparecen como ofrendas votivas en el Zenote Sagrado de Chichén Itzá en Yucatán».

Ya está plenamente comprobado que en Panamá hubo una industria activa en relación con el trabajo del oro (151).

La palabra chichimecas o chuchumecas significaba para los indios Teribes y sus vecinos próximos, indios procedentes del Norte, a los que por extensión llamaban mexicanos.

Según Cañáis Frau (152), el abandono de la ciudad de Tula, capital del Imperio Tolteca en 1168, como su posterior destrucción en 1172, coincide con la llegada desde el Norte, de contingentes de Nahuas que fueron los primeros chichimecas, los cuales invaden el Valle de Méjico y dan origen a un período que duraría 250 años aproximadamente y que se caracterizó por las constantes luchas e inseguridad, resultado de la pugna por la soberanía que disputábanse poblaciones rivales. No será hasta el año 1428 cuando se estabiliza el poder político coincidiendo con un renacimiento cultural y artístico.

Y señala Cañáis Frau que «las fuentes tradicionales mejicanas llamaron chichimecas a todos los pueblos nómadas que originariamente vivían al Norte de la línea demarcatoria de la civilización que eran generalmente nahuas o estaban nahuaizados». Incluso los aztecas en su comienzo fueron chichimecas.

Así no es de extrañar que los indios del Istmo de Panamá conociesen y les fuese familiar este nombre de chichimecas, que aplicaban probablemente a todos aquellos a quienes oían hablar la lengua náhuatl.

Parece indudable que ejerciera influencia en las tribus del Istmo en ciertas costumbres, tratos comerciales e incluso en la lengua. No podemos llegar a precisar hasta donde llegó esta influencia, pero mencionaré algunas ideas que saltan a la vista.

La palabra OE-KA, por ejemplo, (debe leerse cerrando la boca para pronunciar la o, como la o con diéresis alemana o la oe francesa). En lengua teribe OE-KA, o-ka significa el diablo-serpiente que se encuentra en los raudales de los ríos en espera de su presa, por ejemplo un indio con su canoa, para devorarlo. En lengua azteca EKATL o EHEKATL, (ekatl, o ehékatl), era el Dios del Viento, una de las formas en que se representa Queztalcoatl, la serpiente emplumada. Cuando el indio teribe pronuncia la palabra o-ka, parece que está diciendo ekátl. Es muy posible que estas dos palabras estén en íntima relación, en cuyo caso, se trataría de una influencia directa náhuatl sobre la lengua y creencias teribes.

Pongamos otro ejemplo: en lengua teribe a los genitales femeninos se les dice «klaksigua». En la Mitología azteca existe la diosa CIHUACOATL, la mujer-serpiente, diosa de la tierra, que rige el parto y la muerte en él. Obsérvese el parecido fonético de estas dos palabras: cihua-coatl y sigua-klak. La única diferencia, o al menos las más marcada es que en la palabra teribe hay una inversión de los términos. No creemos que se trate de una exageración, pues en azteca sihuatl significa mujer, y klatl o tlatl quiere decir tierra, y tlaelli, flujo de sangre, y cía o tía, quiere decir cosa, algo.

Tia-sigua o Kla-sigua, o «klasigua», según esto querría decir «lo de la mujer, algo de la mujer, cosa de mujer», que muy bien cuadra con la significación teribe: «genitales femeninos».

Cuando el cacique Teribe de nombre QUIQUINCUA, se presenta en Curcurú con «60 indios maceguales» para rendir obediencia a Vázquez de Coronado (Véase nota 63), observamos que se está empleando una palabra náhuatl, que es macegual, o macehualli que significa villano, vasallo.

No todo es sin embargo coincidencia, fonética. Ya Schuller (153) había observado una fuerte influencia maya- quiche, señalando unas 75 palabras teribes que son francamente maya-quichés.

El cacique que Vázquez de Coronado encuentra herido en una mano y que era el señor natural de los mexicanos se llamaba YSTOLI YZTOLIN o ESTOLI. En lengua azteca ITZTLI, significa cuchillo de piedra o cuchillo para sacrificios, y es una varíente de TEZCATLI-POCA con apariencia de cuchillo para los sacrificios. TEZCATLI-POCA era el llamado «Espejo humeante», uno de los dioses mayores mexicanos, dios tutelar de Tezcoco.

La palabra Quequexque, nombre como ya se vio de un poblado situado en el Río Teribe, es palabra netamente azteca, y significa en esta lengua «cosa que da comezón». La palabra teribe dzón que significa vello, cabello, es también palabra azteca y tiene el mismo significado en esta lengua. La palabra chichi, perro, usada por los teribes, es también palabra azteca con idéntico significado. Dzomsh-t¡, quiere decir afeitar la barba en lengua teribe; en lengua azteca se dice tentzoxima, que tiene un gran parecido fonético. Kamo, boca en lengua teribe, y camatl, boca en azteca. Tin kuó, araña, en teribe y tequan, araña negra en azteca. Texo, brujo, encantador, ser diabólico en teribe, y texo, brujo o encantador en azteca. Mish-kuo, gato en teribe, y inizto, gato en azteca. Uoía, piel, en lengua teribe, se dice euafl en azteca. Es sabido que las palabras aztecas terminadas en f I, los pilpiles la simplificaban convirtiendo la F en a. Estas no son más que algunas equivalencias. Seguramente hay muchas más-

Creemos que queda suficientemente claro que la influencia mexicana llegó al Istmo de Panamá, y que hubo relaciones culturales, comerciales y tributarias entre los indios del Norte de Panamá, especialmente de Bocas del Toro y los aztecas de Moctezuma.

Reminiscencias de esta influencia son también los numerosos indios guaymíes que aún hoy emplean el apellido Moctezuma además de su nombre propio, y que se creen descendientes de aquel grupo de mejicanos o de otro similar que pudo haber en alguna otra parte del Istmo.

 

* Capítulo IX. Los Indios Teribes de Panama. 1967. Trabajo presentado al XXXVII Congreso Internacional de Americanistas, septiembre de 1966.

140 «Provanza hecha ad perpetuara Rey Memoriam, etc. 1564″. (AGÍ, Patronato, M-12/3).

141 «Obediencia de caciques y toma de posesión de varios pueblos, 1564″. (AGÍ, 1-1-1/27).

142 «Carta del Gobernador de Veragua D. Iñigo de Aranza» (1595). (AOI, 69-3-13).

143 «Cartas del Gobernador de Veragua a S. M., 1603». (AGÍ, 69-2-39).

144 «Proposición a S.M. del Capitán Diego del Cubillo para conquistar los indios de Talamanca, 1617» (AGÍ, 69-2-2).

145 «Memorial de Servicios de Juan Estrada Rávago», 1573. (Puede verse en /Peralta, «Costa Rica, Nicaragua y Panamá», Madrid, 1883, pág. 368).

146 «Carta del XIV Obispo de Panamá, Fray Francisco de la Cámara y relación sobre Veragua (AGÍ, 69-4-31).

147 «Declaración de las casas y parcialidades de los Térrabas por Fray Francisco de San José, 1697». (AGÍ, 65-6-28).

148 Morley, Sylvanus G.: «La civilización maya» (Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1956).

149 Ya señalamos el hecho, que parece confirmar este tráfico, de la gran embarcación encontrada por Cristóbal Colón y sus hombres al tocar en Guanaxa durante su IV Viaje (Ver pág. 22). Por no hacernos demasiado prolijos no repetimos todos aquellos pasajes que en una u otra forma confirma la existencia de mejicanos en el Istmo y que ya hemos mencionado en capítulos anteriores por una u otra razón.

150 Vaillant, G.C.: «La civilización azteca» (Fondo de Cultura Económica, Méjico, 1955).

151 Lothrop, S.: «Coclé», 1937.

152 Cañáis Frau, S.: «Las civilizaciones prehispánicas de América», Buenos Aires, 1959.

153 Schuller, R.: «Las lenguas indígenas de Centro América», San José, Costa Rica, 1928