ÁREA PROTEGIDA.
Majé perdió 6 mil 412 hectáreas de bosques
La reserva proporciona el 11% de agua para el funcionamiento de la hidroeléctrica de Bayano.
A PRENSA/Carlos Lemos |
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ambiente. Es una de las reservas naturales más importantes y está en serio peligro por la devastación. |
José Somarriba Hernández
jsomarriba@prensa.com
Los efectos de la tala indiscriminada de bosques en la Reserva Hidrológica de Majé, en el distrito de Chepo, empiezan a verse con más claridad.
La zona – en 1986, cuando fue creada, contaba con 17 mil 34 hectáreas de bosque– hoy tiene 10 mil 597.1 hectáreas de área boscosa, o sea que ha perdido unas 291.4 hectáreas por año.
En la región, la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam) cuenta con tan solo tres guardaparques para evitar la tala e invasiones, que han causado la devastación de 64.1 kilómetros cuadrados de bosque. Esto representa más que el área total de San Miguelito, que posee 50.1 kilómetros cuadrados de superficie.
La reserva de Majé provee agua a la hidroeléctrica de Bayano, que a su vez proporciona el 10% de la electricidad que consume el país.
DEforestación. EN 22 AÑOS SE HAN PERDIDO 6 MIL 412 HECTÁREAS DE BOSQUE.
En peligro reserva hídrica de Majé
Ninguno de los 800 pobladores de la zona protegida de Majé tiene título de propiedad.
Para llegar a Pavita se toman cuatro horas: 45 minutos en el río Bayano y varias horas a pie.
La Prensa /Carlos Lemos |
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DESNUDAS. Las montañas están perdiendo su cubierta boscosa, en una zona declarada como reserva hidrológica. |
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José Somarriba Hernández
jsomarriba@prensa.com
La reserva hidrológica del río Majé, uno de los principales afluentes del río Bayano, se encuentra en peligro de desaparecer debido a la deforestación indiscriminada en esa zona protegida.
Según estudios de AES Panamá, empresa que administra la hidroeléctrica localizada en el lago Bayano, en 1986 la reserva tenía 98.9% de su superficie cubierta con árboles (17 mil 34 hectáreas de las 17 mil 220.3 que tiene en total).
En 2008, 22 años después, la superficie boscosa cubre apenas el 61.5% de la reserva: 10 mil 597.1 hectáreas. Seis mil 412.8 hectáreas o 64.1 kilómetros cuadrados han sido deforestados, una superficie mayor que la del distrito de San Miguelito, que tiene 50.1 kilómetros cuadrados.
Un equipo periodístico de La Prensa recorrió el lugar y pudo comprobar que grandes extensiones de montañas, que antes eran zonas selváticas, hoy están invadidas de la llamada “paja canalera”, luego de ser deforestadas hace algunos años.
Otros sectores han sido cortados recientemente por campesinos que residen en la zona o por nuevos colonos que invaden las tierras en busca de zonas de cultivo , para la ganadería o, sencillamente, para vender.
La situación fue confirmada por Abdiel Delgado, jefe de Áreas Protegidas de la Regional de Panamá Este de la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam).
De hecho, dijo Delgado, la tala de árboles sin permiso de la Anam propició la apertura de ocho procesos administrativos contra moradores que han cortado en zonas boscosas de sectores como Pava y Majé Cordillera.
La Anam ha puesto en conocimiento de la Fiscalía Undécima, especializada en delitos ambientales, de cuatro casos ocurridos en 2007 y de otros cuatro este año.
Sin embargo, el funcionario se quejó por la poca ayuda que reciben de la Corregiduría de El Llano, pues “hemos enviado notas y pedido apoyo para sacar a los nuevos invasores y, en los últimos dos años, no hemos recibido respuesta”.
El asunto es delicado, argumentó Delgado, señalando la ribera del río Majé, en donde se nota una marca de agua de vieja data en las paredes de un acantilado que bordea el afluente. Ahora, la corriente corre cuatro pies por debajo de esa marca. “Esa es señal de sedimentación; eso es lo que queremos evitar”, dijo el funcionario.
El río Majé provee el 11% del agua que usa la hidroeléctrica Ascanio Villalaz. La planta, por su parte, aporta el 10% de la electricidad que se usa en el país.
SIN TÍTULOS DE PROPIEDAD
Creada en 1996, la reserva hidrológica tiene dentro de sus límites varios poblados que existían antes: además de Pava y Majé Cordillera estaban Pavita y Unión Emberá.
Pero luego fueron creándose otros asentamientos como Quebrada Flecha, Quebrada Agua Fría y Pedregoso, contó Delgado.
Por eso es que, además de un problema ambiental, la situación en la reserva es también un problema humano.
Ninguno de los moradores del área –unos 800– tiene título de propiedad o derecho posesorio, por ejemplo, y todos ven en la Anam la entidad enemiga que los quiere despojar de sus tierras.
“No queremos sacar a nadie, menos a los pobladores viejos, pero buscamos evitar la deforestación y que no hayan más invasiones, pues hemos recibido quejas de que en Pava hay ganaderos que pagan a personas para que les hagan potreros”, explicó Delgado.
De acuerdo con el funcionario, la relación se ha vuelto tan tirante que es difícil recorrer la zona a pie y sin la compañía de agentes de la Policía Nacional, pues algunos compañeros han sido amenazados por taladores o por cazadores furtivos.
Los residentes, además, se oponen a que la Anam construya un puesto de vigilancia dentro de la reserva, lo que dificulta aún más el trabajo de inspección.
Para rematar, en Pava y Majé –según se quejaron los funcionarios de la Anam– fueron construidas dos “escuelas dignas” que antes eran “escuelas rancho”.
El problema con esto es que, como explicó Álvaro Castillo, trabajador de la regional de Panamá Este de la entidad, “esto permitirá que más personas se asienten en la zona y deforesten más”.
Un lugar lejos de todo
Para llegar a Pavita –después de 45 minutos de navegación por el río Bayano– hay que caminar durante tres horas. Eso si no ha llovido recientemente, porque los caminos en la región son trochas de fango.
Si se quiere ir hasta Pava, por su parte, hay que invertir hora y media más de camino; y para Majé, dos horas más.
Nelly Sánchez tiene 20 años de residir en Pavita y ella depende del jengibre, el ñame, el arroz, el maíz y el culantro que su esposo cosecha para la venta, aun cuando tienen una “tiendita” con la que logran algunos otros ingresos.
Es que vivir en Pavita no es fácil, ni barato. Un tanque de gas de 25 libras, por ejemplo, cuesta siete dólares, mientras que en la capital vale 4.37 dólares. “Es que nos cuesta transportarlo por el río, por el precio de la gasolina, y luego traerlo a caballo. Todo eso nos sale en más de seis dólares”, explicó Sánchez.
Según contó, no han podido tramitar la titulación de sus tierras –20 hectáreas– porque están dentro de la reserva hidrológica. Su hijo mayor, Irving, fue uno de los sancionados por talar parte de esa zona protegida, en Majé Cordillera.
“Tenemos algunas vaquitas [20], pero ¿cómo aumentamos la cantidad de animales si ningún banco nos presta? No tenemos título de propiedad y ahora la Anam nos multa ”, se quejó Sánchez.
Dioselina Ojo, por su parte, se queja del abandono. “Aquí está prohibido enfermarse. Eso es difícil porque no hay agua potable, ni centros de salud, ni medicinas. Un solo resfriado nos puede complicar”, contó.
Hace poco, su padre sufrió un derrame cerebral y hubo que sacarlo en hamaca hasta la desembocadura del río Majé. Una lancha cobró 35 dólares por trasladarlo al puente del río Bayano. “Ha mejorado, pero sigue enfermo. Está en Chepo, que es más céntrico por si recae”, dijo Ojo.
Para ella, de nada vale tener 30 ó 40 hectáreas si no las puede trabajar. Justifica, además, los cortes en las montañas que, después de un par de años, ya no sirven porque las tierras se desgastan y hay que buscar entonces nuevos predios para sembrar.
Dioselina se quejó además porque la Anam demora para dar los permisos para cortar la madera que cae por efecto de la erosión de los ríos o por un rayo o por derrumbes. “Aquí no hay devastación [en Pavita], pero vaya a ver en Majé Cordillera; allá sí se nota la diferencia”, destacó.
Así, mientras la Anam denuncia el peligro para la reserva, los moradores se sienten amenazados y han formado un comité para luchar por sus tierras. De hecho, se reunirán el próximo 15 de octubre y allí, ojalá con la presencia de periodistas, denunciarán “los atropellos de la Anam”, aseguró Gualdestrudis Mata.
EFECTOS DE LA DEFORESTACIÓN
.CREACIÓN: La Reserva Hidrológica de Majé fue creada el 10 de julio de 1996.
.1986: La zona tenía 17 mil 34 hectáreas de bosque. Los matorrales densos ocupaban unas 104.1 hectáreas, y los pastizales, 82.2 hectáreas.
.2008: La superficie boscosa es de 10 mil 597 hectáreas. Los matorrales densos ocupan ahora 2 mil 604.7 hectáreas, y los pastizales, 4 mil 18.5 hectáreas.
Doce años de creación de Majé
La Reserva Hidrológica de Majé fue creada mediante Resolución 08-96 de la Junta Directiva del antiguo Instituto de Recursos Naturales Renovables (Inrenare), el 10 de julio de 1996.
Entre los principales objetivos de su creación estaban: mantener la capacidad hídrica de la cuenca para generar energía eléctrica; controlar la erosión y sedimentación de los cursos de agua; y mejorar la calidad de vida del área apoyando el desarrollo rural a través del uso racional de los recursos naturales renovables.
También señala la resolución, la elaboración de un plan de manejo de la zona protegida que propondría acciones de corto, mediano y largo plazo para su ejecución.
Además, el documento señala de forma clara el carácter inadjudicable –establecido en la Ley No. 93 de 1976– de las tierras dentro de la reserva.
No obstante, el jefe de áreas protegidas de la Regional de Panamá Este de la Autoridad Nacional del Ambiente, Abdiel Delgado, explicó que la resolución –tal como está– solo podría ser cambiada a solicitud de los pobladores más antiguos de la zona.
“Para que obtengan sus títulos de propiedad, habría que hacer una nueva resolución que modifique la anterior. Pero deben comprometerse a no talar más selva y a cuidar los recursos”, añadió el funcionario.
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