Cerro Punta el paraíso de los agroquímicos

El paraíso de los agrotóxicos

Los residuos de agroquímicos dejan los campos para sentarse en su mesa

PANAMÁ. El abuso de los químicos altamente tóxicos en los campos de cultivos de Cerro Punta, de donde sale el 60% del consumo de los panameños, preocupa a los expertos.

Aquí no solamente se riegan sustancias prohibidas, sino que los trabajadores se bañan diariamente con sustancias sin medidas de seguridad.

El riesgo crece cuando se revisa la lista de lo que se vende, 8 de los 12 plaguicidas prohibidos en acuerdo centroamericano.

CERRO PUNTA

El abuso de los plaguicidas

CARLOS ATENCIO
unidaddeinvestigación
Los campos de cultivos donde sale el 60% del consumo panameño están saturados de agrotóxicos. Los residuos llegan hasta su mesa

CHIRIQUÍ. Laura La Ferla llegó de Italia sin saber que nunca se iría de aquí. Cuando llegó a las zonas altas de Chiriquí se enamoró del clima frío y de los cultivos. Para 1980 se instaló en Cerro Punta, como parte de esa oleada de nuevos vecinos que llegaban al campo.

Sin embargo, enseguida se preocupó por la manera descontrolada en la que utilizaban los agroquímicos. Con ayuda técnica supo que los alimentos que consumía tenían residuos de veneno y se decidió a cambiar la forma de producción, a orgánica, en su propia finca. Su campo era una parcela en medio de tierra que era envenenada día tras día. El cáncer que sufrió es una respuesta oscura: las cosas no se cambian tan simplemente.

En Panamá el 60% de la producción de hortalizas que se comercializa sale de tierras altas, la mayoría de Cerro Punta, un corregimiento al norte de la provincia de Chiriquí, con unos 7 mil habitantes, y donde se registra un alto consumo de plaguicidas. Las ventas anuales superan el millón de dólares.

Estos plaguicidas representan un peligro para la salud; pueden provocar síntomas de envenenamiento a corto plazo, enfermedades que no se manifiestan de manera inmediata, daños crónicos e incluso causar la muerte.

Sólo en este corregimiento hay unos 800 productores, de los cuales unos 80 practican la producción orgánica, el resto se mantiene con los métodos tradicionales de producción. En los valles y laderas es agradable ver los sembradíos de flores, fresas, lechugas, zanahorias, repollos, papas, brócolis, entre otros cultivos que durante los cuatro meses que tardan en el proceso son rociados por herbicidas, insecticidas, nematicidas y fungicidas.

¿Quiénes están expuestos a los plaguicidas? Además de los trabajadores y los productores que mantienen el contacto directo con estas sustancias, en sus casas los familiares y las personas que viven próximas a las zonas agrícolas, que reciben las aspersiones de las descargas aéreas. Pero estas no son las únicas afectadas por el abuso de estos químicos, también los consumidores que ingieren los productos. Estos residuos no se detectan con el olfato.

El profesor Raúl Carranza hizo un estudio para medir el uso de los plaguicidas en las áreas productivas de Cerro Punta. Una de las conclusiones a las que llegó el docente es que en esa región la gente se baña diariamente con plaguicidas y se exponen a riesgos de vaticinio reservado.

En Cerro Punta se utilizaban 8 de los 12 plaguicidas incluidos en el Acuerdo de la Reunión del Sector Salud de Centroamericana y de República Dominicana (Resscad) considerados causantes de la mayor mortalidad por intoxicaciones agudas y para los cuales se ha acordado la restricción. Estas sustancias son: Terbufos, Metamidoros, Carbofuran, Paraquat, Etoprofos, Clorpiritos, Endosulfan, Metomil, advierte el documento en que participaron estudiantes de Biología y de Enfermería.

El caso de los agrotóxicos en Cerro Punta toma grandes medidas cuando los hogares, las escuelas, las entidades de gobierno, las organizaciones, son lugares rodeados de cultivos, los patios de las casas están sembrados lo que hace imposible cumplir con las normas de aplicación de plaguicidas, como el período de ingreso a las tierras luego de una aplicación de agrotóxicos.

Los lugareños quedan expuestos permanentemente a las sustancias.

En un recorrido por algunas parcelas de cultivos, es observable que los obreros no toman medidas de protección cuando aplican estas sustancias tóxicas. La indumentaria es apenas unos recortes de plásticos para no humedecer la ropa y unos trapos para cubrir la boca y la nariz.

DEPRESIVOS

Entre los daños a los que se exponen estas personas están: el Furudan causa depresión en humanos y es tóxico en aves y peces. El Vidate L es altamente tóxico para los humanos. El Tamaron es depresivo en humanos y tóxico para mamíferos, aves y abejas. Counter es depresivo en humanos y tóxico para mamíferos, aves, peces y reptiles. Lannate es depresivo para los humanos y tóxico para aves y abejas.

Miguel Altieri es un profesor de Agronomía chileno afincado en la Universidad de California. Para él una forma de disminuir la contaminación por agrotóxicos es sencillamente cambiando la forma tradicional de producir por el modelo orgánico.

El uso y abuso de los plaguicidas también crea cultivos adictos a estas sustancias. Por otro lado, existen unos 500 tipos de insectos resistentes a los plaguicidas, lo que hace que se saturen las zonas de cultivo sin que se controlen los daños.

Para el docente, las multinacionales, tienen sus manos metidas dentro de las investigaciones. En la Universidad de California, donde labora, la British Petroleum destinó 500 millones de dólares para investigación. “Son las empresas interesadas las que ponen el dinero para el proceso investigativo”.

El uso de los químicos no es tan efectivo como se vende. El investigador chileno aclara que las plagas permanecen en los campos de cultivo porque hay abundacia de alimentos, y no tienen los enemigos naturales que tienen, los plaguicidas los han matado; a su vez, el pesticida crea una plaga secundaria, entonces para esa nueva plaga hay que volver a rociar los campos con agrotóxicos.

Altieri señala que el mal uso que se le da a los plaguicidas trae como ejemplo el caso de las plantaciones de algodón en Nicaragua, que en los años 70 colapsaron porque los plaguicidas no controlaban las plagas y se saturó la tierra de químicos. También afirma lo que dijo su colega de la Universidad de Panamá, sobre el producto de estas plantaciones, sea hortalizas, bananos, piñas y demás nunca quedan libres, “a todo lo que se aplica químicos queda contaminado”.

El investigador culpa a la ciencia, por los problemas que sufren los trabajadores de las plantaciones, que se exponen a los agrotóxicos. La ciencia no es objetiva y se financia con dineros que salen de las empresas. “En el mundo se usa 50% de los niveles no permitidos de plaguicidas, lo que causa mutaciones, abortos, diabetes, enfermedades crónicas”.

Contrario a los argumentos negativos, reclama Altieri, que la producción orgánica no es rentable, en el mundo suman 35 millones de hectáreas produciendo en este modelo de producción limpia, que no causa daños a la ecología como lo hacen las otras formas de producción masiva que tampoco ha terminado con el hambre en el planeta.

A la batalla por los agroquímicos se suma la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas para América Latina capítulo de Panamá (RAP-AL), que el 3 de abril de 2009 recibió un documento de la Dirección de Sanidad Vegetal del Ministerio de Desarrollo Agropecuario con la lista de los agroquímicos a prohibir y restringir.

El profesor Raúl Carranza, luego de analizar la lista con las sustancias, encontró que productos como el Clordano, que aparece como prohibido desde el 1987 en Panamá, regresa en la lista como un químico prohibido.

Otro de los cuestionamientos del profesor era que la lista aparecía el Etoprofos, un producto restringido desde 1987, que se importa desde EEUU con la advertencia de for only export. Si el producto está prohibido en el país de origen y siendo Panamá signatario del convenio de Rotterdam, que nos protege de importar plaguicidas prohibidos en el país exportador, ¿cómo es posible que las autoridades permitan la entrada de ese producto? Fue la pregunta que le envió Carranza en una misiva a Jorge Luis Requena, director encargado de Sanidad Vegetal.

PELIGROS A LA VISTA

Un estudio del Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá (IDIAP) de 1997, advertía del uso descontrolado de plaguicidas: «está provocando muertes por causas difíciles de definir». Este estudio contribuyó para que el MIDA decidiera a través del Resuelto No. 074-ADM, la prohibición, registro, importación, fabricación, formulación, comercialización y utilización en la agricultura nacional de 61 clases de plaguicidas altamente tóxicos. Otro estudio de rastros de residuos de plaguicidas en alimentos es el de Rodríguez, J.A. y Lamoth, L. (1994) en el que se examinaron 229 muestras de cultivos de Coclé, Chiriquí, Herrera, Los Santos, Veraguas y Panamá. Los resultados indicaron que el 22% de las muestras contenían residuos.

CARLOS ATENCIO.

DATOS DE PRODUCCIÓN

1 MILLÓN

De dólares representa la venta de agrotóxicos en Cerro Punta, entre los cuales se encuentran 8 de los 12 plaguicidas incluidos en el Acuerdo de la Reunión del Sector Salud de Centroamérica y de República Dominicana (Resscad). De los 800 productores que utilizan químicos unos 80 han cambiando al orgánico.