Minería a cielo abierto se extiende

EX TRABAJADORES DE LA MINA SANTA ROSA TIENEN OFRECIMIENTOS DE EMPRESAS EXTRANJERAS

Minería se extiende a Los Santos y Veraguas

La empresa Bellhaven anunció que espera iniciar la explotación del cerro La Pava, en Tonosí, para finales de este año.

CIELO ABIERTO. La fotografía muestra que los daños causados por la mina Santa Rosa todavía son notables a nueve años del cierre de su operación. Ahora el proyecto intenta reactivarse. LA PRENSA/Eric Batista

Rafael E. Berrocal R.
rberrocal@prensa.com

Dos nuevos proyectos mineros para la extracción de oro, adicionales al de Petaquilla Minerals en Colón, se preparan para empezar o retomar operaciones en otras dos provincia del país: Los Santos y Veraguas.

El más adelantado es el de mina Cerro Quema de la empresa canadiense Bellhaven, que anunció el inicio de actividades de extracción en este mismo año afectando directamente 50 hectáreas que incluyen el recorte del cerro La Pava, en Tonosí.

La empresa Bellhaven dice que solo espera la aprobación de su Programa de Adaptación y Manejo Ambiental para poner en marcha la mina, aunque ya avanza con algunos trabajos previos. El otro proyecto es la reactivación de la ya explotada y contaminada mina Santa Rosa, en Cañazas de Veraguas. Los ex trabajadores que mantienen secuestrada la mina han logrado establecer conversaciones con grupos extranjeros interesados reactivar la extracción de oro en el lugar.

El representante de Cañazas, Abel Alvarado, dijo que para ello ya se hizo un cabildo en el distrito en donde la mayoría de los pobladores dijo estar de acuerdo con la reapertura.

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Los estragos de la minería en Panamá

El Estado solo recibirá el 2% del total de la producción bruta de los metales extraídos por las empresas mineras.

Lo que fue un cerro llamado ‘Alto de La Mina’, en Cañazas, quedó hecho un cráter de 200 metros de profundidad que ahora está lleno de agua lluvia. De este lugar salió todo el mineral procesado en la mina Santa Rosa para la extracción de oro.
Manuel Barría, ex trabajador de la mina Santa Rosa, mira al fondo cómo en el lugar de acopio de los minerales tratados con cianuro hace nueve años atrás aún no ha podido recuperarse la vegetación. Pero los lugareños dicen que el tóxico ya fue filtrado y no hay peligro.

Rafael E. Berrocal R.
UNIDAD DE INVESTIGACIÓN

rberrocal@prensa.com

Las imágenes en la parte superior de esta página no son de la superficie del árido planeta Marte o de una zona desértica de la Tierra por su casi nula vegetación o desaparecida vida animal.

Estas son las primeras huellas y consecuencias que ha dejado la actividad minera en Panamá tras el desarrollo y abandono en 1999 de lo que fue la mina Santa Rosa, en el distrito de Cañazas, en Veraguas, donde se utilizó por primera vez el sistema de “minería a cielo abierto” en el país para la extracción de metales.

Ahora esta actividad amenaza con expandirse a otros lugares del país en busca de oro, cobre y plata, los metales más cotizados.

Para los ambientalistas, Panamá no posee tierras aptas para el desarrollo de la minería porque su riqueza está en la conservación de la naturaleza que posee, un activo de mucho más valor que todo el metal que se pueda extraer de sus suelos.

Esto contrasta con los análisis y cálculos de las compañías nacionales e internacionales que están interesadas en hacer nuevas incursiones mineras en el país.

Petaquilla no es el único lugar donde se ha iniciado o está en desarrollo un proyecto de extracción de minerales metálicos: existen otros proyectos en trámite o fase inicial en provincias centrales (Veraguas, Coclé, Los Santos), de acuerdo con información del Ministerio de Comercio e Industrias.

Aunque algunos de estos proyectos parecen haber quedado solo en papel, otros sí están encendiendo sus maquinarias para aprovechar los precios internacionales, que en el caso del oro se ha mantenido arriba de los 700 dólares a pesar de la crisis financiera.

En el caso de Petaquilla Gold, ni siquiera se esperó a la aprobación del estudio de impacto ambiental para devastar el área de extracción y construir la planta de refinación.

Detrás de ello, va la empresa canadiense Bellhaven, con su filial local Aurum Exploration, que tiene previsto activar para finales de este año su proyecto minero llamado Cerro Quema en la provincia de Los Santos.

También otros grupos empresariales se han interesado en reactivar la mina Santa Rosa en Cañazas, donde aún se encuentra al descubierto el material bañado con cianuro y las tinas de lixiviación contaminadas.

Los ambientalistas sostienen que los dividendos de la minería en este país son irrisorios desde el punto de vista económico y una gran pérdida desde el punto de vista medio ambiental. La legislación panameña que rige esta actividad establece que el Estado solo recibirá el 2% del total de la producción de los metales extraídos.

Bellhaven, empresa que busca explotar el proyecto minero Cerro Quema, sostiene que a las ganancias para el Estado también hay que sumarle el 15% del Impuesto Sobre la Renta (ISR) que genere la compañía, y el pago del ITBMS por los bienes y servicios adquiridos, la generación de empleo y el pago de la cuota obrero patronal.

Los cánones de arrendamiento de tierras también son montos cuestionables que van entre 50 centésimos hasta 3.50 dólares por hectáreas. Aunque las empresas aseguran que esto incluye el pago desde la etapa de exploración donde no tienen ingreso económico y tampoco seguridad de que se realizará el proyecto. La Prensa realizó un recorrido por los proyectos de cerro Quema y Cañazas para conocer su situación, avances y los distintos puntos de vistas.

En la actualidad existen 8 contratos de extracción de minerales metálicos vigentes (ver cuadro), y según el Ministerio de Comercio e Industrias hay en trámite 176 solicitudes adicionales.

POLÉMICA EN QUEMA

Imagen del cerro La Pava, que a mediados de la década de 1990 fue intervenido para el desarrollo de la mina Cerro Quema. Ahora la firma Bellhaven retomó el proyecto y espera iniciar la extracción para finales de este año. Todo el mineral saldrá de este cerro que será reducido en 130 metros de altura.

Julio Benedeti, representante de Bellhaven en Panamá, asegura que el proyecto minero Cerro Quema, en Tonosí, se desarrollará con la última tecnología capaz de reducir al mínimo el impacto ambiental.

“No vamos a decir que no habrá impacto ambiental, pero eso es recuperable y manejable”, dijo Benedeti tras informar que el área de explotación del proyecto se ha reducido a 50 hectáreas en la primera fase en el cerro La Pava. El resto de las tierras de 750 hectáreas está siendo utilizado como área de amortiguamiento que incluyen 88 hectáreas reforestadas. Aun así, el cerro La Pava será reducido en 130 metros de altura. “Garantizamos que no habrá drenaje ácido”, dijo Benedeti.

En oposición al proyecto ha vuelto a activarse el Frente Santeño Anti Minas.

“Los daños son los mismos de Petaquilla. Ellos podrán tener todos los permisos, pero nosotros no vamos a permitir la mina. Nos han intentado dar plata, pero nuestra dignidad no se compra”, dijo Secundino Jaén, presidente del grupo.

Sin embargo, los 130 empleados de la mina dicen que defenderán sus puestos de trabajo, aunque esto genere enfrentamientos entre los residentes de Tonosí.

La administradora de la Autoridad Nacional del Ambiente (Anam), Ligia Castro, señaló que a Bellhaven le han solicitado una auditoría y un Programa de Adaptación y Manejo Ambiental.

“Ellos deben llenar estos requisitos antes de iniciar cualquier obra”, dijo.

DAÑOS EN SANTA ROSA

El ingeniero Julio Benedeti, de la compañía Bellhaven, monitorea el agua y otros minerales que bajan por una de las quebradas que rodean al cerro La Pava, en Tonosí, lugar de donde se pretende extraer oro. La empresa dice que garantizará que estas aguas no sean contaminadas.

También la mina Santa Rosa, abandonada en 1999 por la empresa GreenStone, ha vuelto a captar el interés de otros inversionistas.

Pero a casi nueve años de inactividad, los daños causados en el lugar aún son visibles. Cientos de toneladas de roca que fue bañada en cianuro para la extracción de oro no han podido ser tratadas. Los tres cráteres que quedaron por la extracción se han llenado de agua lluvia y son solo el recuerdo de que la minería tuvo un paso arrasador por allí.

También están las lagunas de cianuro que han tomado un color verde, por la mezcla de cal y el químico tóxico. Aunque existen reportes de que la mina causó en la población problemas de salud como náuseas, complicaciones respiratorias y picazón, los ex trabajadores y las autoridades defienden su reapertura.

Abel Alvarado, representante de Cañazas, dijo que en el último cabildo la mayoría de los pobladores aprobó la reapertura. “Para Cañazas este es un mal necesario, debemos explotar lo que Dios nos dejó”, dijo Alvarado, recalcando que nadie murió por la contaminación.

Manuel Barría, ex trabajador e integrante del grupo de 62 personas que tiene embargado las propiedades de la mina Santa Rosa, aceptó que cuando se abandonó, se dio un proceso de cierre mal dirigido que permitió el desbordamiento de los minerales contaminados. Pero dijo que ese peligro desapareció, “y la vida animal y vegetal está regresando al área”.

A la Anam no ha llegado la solicitud para la reapertura de esta mina, pero en el pueblo de Cañazas ya se han empezado a dar consultas.